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La ruta de la seda de Ben Affleck

La ruta de la seda de Ben AffleckEcartelera.com

Director. Ben Affleck. Guión. Chris Terrio. Reparto. Ben Affleck, John Goodman, Alan Arkin, Bryan Cranston y Taylor Schilling. Estrenos. Zinemaldia 2012 y Festival de Toronto: Nominada al Premio del Público (Mejor película).

El expresidente Jimmy Carter fue uno de los políticos salpicados por la crisis de los rehenes, funcionarios y diplomáticos estadounidenses, en Teherán, un país que cinematográficamente hablando podría dar mucho más de sí reconsiderando solo la ruta de la seda. Ben Affleck elige otro camino mucho más corto y menos exótico para Argo: el espacio existente entre la embajada canadiense y el aeropuerto, es decir, unos escasos kilómetros.

Con esta película el efecto de dicha histórica crisis será planetario. Al tratarse de un filme estadounidense, la causalidad política de la CIA -según Gore Vidal, autora del golpe de estado que derrocó al primer ministro Mohammed Mossadegh en 1953-, aparece simplemente desactivada ante la gran inteligencia y habilidad del equipo de Ben Affleck para socorrerse en clave de comedia y thriller político. Argo, una película bien manufacturada en guión, dirección, interpretación y producción, revienta inteligentemente la vis cómica de un Hollywood que se mira a sí mismo y muestra su lado más corrosivo y divertido: el momento de la creación de un plan alternativo que recurre a las producciones de Hollywood para hacer creíble una tapadera es simplemente memorable en su ejecución. Y ahí entran varios valores: por un lado la capacidad para retratar tiempos relativamente cercanos: ropa, espejuelos (léase gafas) vidriosos… que ayudan a comprender y entrar mejor en el tiempo retratado. Una cuestión que podría parecer obvia, pero el diseño de producción del vestuario y el maquillaje es más que óptimo, sobre todo cuando la transformación de los individuos en otras personas tiene especial relevancia.

Muchos se han sorprendido del final o de su último cuarto de hora, una puesta en escena del triunfo de la americanización ideológica, sostenida por una huida hacia la libertad. Esa es la parte más desigual y controvertida de la película. Junto al retrato de los ciudadanos iraníes, impetuosos y bárbaros desde la escena inicial, al intentar derribar los controles para entrar en la embajada "americana". Algunos podrían ver cierta venganza o frustración de la fuerza y supremacía militar y diplomática de la primera potencia mundial frente a un país torpe y no civilizado (el mensaje sobre el consumo del alcohol es algo más que enfático). Da igual que en la vida real al director iraní Majid Majidi le tomaran las huellas dactilares y le hicieran una fotografía al venir de los Oscar, donde concurría con su película. Jonathan Rosembaum, una autoridad mundial en la crítica e historia cinematográfica, recuerda en Mutaciones del cine contemporáneo (Errata naturae) que son los cubanos y los iraníes los que peor salen parados de los controles aéreos estadounidenses, en caso de los iraníes por la crisis de los rehenes. El reconocido director iraní Panahi estuvo esposado durante más de doce horas en una habitación llena de inmigrantes (podría dar para otra película).

Ben Affleck merece los parabienes por esta película, incluso en caso de que no haya dirigido de forma ortodoxa. Se nota que ha liderado el proyecto y que se ha desvivido para darle un sabor añejo y nostálgico a la creatividad como forma de engañar y salir adelante. La vitalidad del disfraz para ser otro opera mejor en el cine que en ninguna otra manifestación. Deleuze decía que el "actor representa, pero lo que representa es siempre futuro y ya pasado (…) Aquello que interpreta no es un personaje: es un tema". Y es lo que pasa en Argo, los intérpretes asumen que tienen que personificar algo que va más allá del guión y que sobrepasa al acontecimiento local. Sería interesante ver cómo se percibe esta película en Teherán, a años vista.