nekane lauzirika

Bilbao

Teniendo en cuenta lo largo que resulta el tiempo de transformación de la realidad hasta el mito, parecería que nuestras figuras mitológicas estarían llamadas a ser casi inmutables. Pero nada de esto, porque con la velocidad con la que marchan nuestros cambios, la voracidad del tiempo parece que quisiera comerse hasta esos propios mitos. Y en estos momentos de Navidad le ha llegado la hora al Olentzero: del gentil bonachón que baja al pueblo a anunciar la buena nueva, al carbonero que pasea ufano y urbanita con Mari Domingi como novia y sin pipa por aquello de la Ley Antitabaco.

"Desfigurar nuestros mitos puede llevar a que desaparezcan; la voracidad comercial lleva camino de triturarlos", asevera Manu Etxebarria, etnolingüista, discípulo de Aita Barandiaran y profesor de la Universidad de Deusto, a quien le asombra la facilidad con la que se inventan las tradiciones ante nuestros propios ojos; la sencillez con la que la acepta la gente, la facilidad con la que dentro de muy poco nuestros niños y niñas en la ikastola dirán que en Euskal Herria desde siempre los que han traído los regalos navideños son Olentzero y Mari Domingi.

Olentzero es un personaje simbólico precristiano que parece representar el fin del ciclo anual o el solsticio de invierno. "La gente ha confundido a este hombre con el carbonero, con el que trae regalos; se está tergiversando su figura", se lamenta, porque "los mitos y sus personajes responden a las exigencias de la lógica del hombre que trata de explicar el mundo y sus fenómenos".

La figura del alegre carbonero empezó a promocionarse en las poblaciones vascas a principios de los años 70. Los niños y niñas aprendían en las ikastolas las canciones que hacían referencia al gentil bonachón. "Se confunde el mito tan bien descrito por Barandiaran y la letra de las canciones nada tienen que ver con la figura que se describe en la literatura. Está bien que se haya recuperado, pero siempre y cuando no se pierda la personalidad, la autenticidad del mito. Es poco serio lo que está ocurriendo", explica el profesor Manu Etxebarria.

Olentzero y los magos La generación del etnolingüísta es de las que ha crecido compaginando el Olentzero con los regalos de la mañana de los Reyes de Oriente. Como en los Magos, también en el de Mari Domingi han encontrado o recreado algún referente histórico y la han ataviado con ropajes propios del siglo XVI, cuestión que no le han impedido ennoviarse con el barrigón carbonero del siglo XIX-XX. "No tiene sentido. Se puede buscar una imagen más amable de Olentzero, más atractiva, pero siempre que no se pierda la esencia. Lo de la novia es poco serio", añade.

Al profesor Manu Etxebarria, autor de múltiples textos de cuentos, leyendas populares y estudios etnolingüísticos todos bajo las directrices maestras de Barandiaran, le resulta inapropiado y hasta le molesta que una figura mitológica, popular, patrimonio de todos, se haya llevado durante muchos años a la palestra por grupos políticos, bien a favor o en contra.

"Creo que mitos como Olentzero tendrían que ser respetados totalmente al margen, como parte que son del acervo popular", asegura recordando que ahora se cumplen veinte años de la muerte del patriarca de la cultura vasca. "Barandiaran era muy estricto; le preocupaba que gente sin escrúpulos perdiera la identidad de la historia. Él respetaba lo que otros hombres habían recogido en sus escritos. Una cosa es indagar e investigar y otra muy distinta tergiversar".

En opinión de este etnolingüista, el profesorado debería informarse bien del origen de los mitos y ser un poco consecuentes a la hora de transmitirlos al alumnado. "Me molesta que cambiemos lo que nuestros antepasados nos han transmitido. Bien sea Olentzero, los Reyes Magos u otros mitos. Por ejemplo, poca gente sabe que Papa Noël es un invento de Coca-cola.", apunta Manu Etxebarria.

creando tradiciones Lo que le sorprende e incluso le inquieta es esa portentosa capacidad para crear tradiciones o para adecuarlas según convenga. A Olentzero hasta le han quitado la pipa para no dar mal ejemplo por aquello de la Ley Antitabaco. "Se están llevando las cosas al extremo; no hay justificación. Luego aparece Drácula chupando sangre y no pasa nada", comenta, mientras se muestra partidario de recuperar, recrear nuestras propias tradiciones vascas, pero siendo respetuosos con ellas. "El Pueblo Vasco ha seguido vivo porque ha sabido mantener su propia personalidad y enriquecerse también con la de otros pueblos, pero siempre sin perder su personalidad. Esto ha ocurrido con la lengua y también con las leyendas, la mitología... Si esto no hubiera sido así el euskera, por ejemplo, no se habría mantenido. La cultura es cultivar todo esto. Saber coger de otros lo bueno y adaptarlo y asimilarlo a lo nuestro", reconoce Manu Etxebarria.

A este discípulo de Barandiaran le supera que los niños y niñas estén haciendo suyas leyendas que nada tienen que ver con nuestra tradición y cultura, que en las ikastolas se estén aprendiendo cancioncillas del Olentzero que nada tienen que ver con la mitología vasca. "El peligro que tenemos es que se asimile toda esta rumorología mítica del todo tergiversada y adaptada a los intereses comerciales y se instale entre nosotros. Es una pena, pero la memoria histórica en estos momentos no llega a diez años", se lamenta Etxebarria.