l mes de octubre, el más otoñal para uno, hizo entrada con una airada muestra de poder del dios Eolo, a bufidos imponentes, exagerados y brutales, que parece sería capaz de dejar sin árboles el Paraiso. Eso fue el fin de semana pasado, cuando en un montón de las casas del Bidasoa las familias cenaron tortilla de patatas, que es muy de bochorno, unas con cebolla y otras sin, según.

De momento, este otoño es el mismo de siempre, claro que apenas empieza. Es el que Pío Baroja decía "dama aventurera saciada de amores y de frutos", hongos, castañas, avellanas, nueces, y los exóticos caquis que quién sabe qué viajeros bidasotarras trajeron de lejanas tierras, en el Bertiz de don Pedro Ciga, y ya no junto a Ormakogibela de Elizondo.

El viento sur, haize hegoa de los euskaldunes, es el más otoñal de los vientos. Es el que Miguel Sánchez Ostiz antes de su refugio de ahora mismo sentía que "hace andar (...) como si no pisáramos el suelo, con el cerebro alquilado a los disparates". Es el mismo que el otro día, al norte virando a ratos, hizo asegurar contraventanas y fallebas a todo lo largo y ancho de este Bidasoa, el río que se entristece con el estiaje y ahora se puede cruzar a pie enjuto o casi.

El otoño no tiene nombre original en euskera y se le dice udazkena, que pasa por verano último o final del verano, quizás porque algo bastante de eso arrastra. Puede que sea como ningún otro el tiempo de subir a los montes, a tocar el cielo con el espíritu abierto y sosegada el alma, a recoger los frutos que nos obsequia la Naturaleza generosa, a cazar las palomas, perseguir becadas que es dama misteriosa y huidiza, antes todavía de que las avefrías marchen rumbo al calor del Mediodía y escriban letras perfectas e inteligentes mientras dejan oír su cruir trompetero.

paz vegetal

"Otoño es ver las mañanas que brotan, radiantes, entre la gasa blanca de niebla que envuelve el valle" (Baroja dixit), el más querido por los pintores desde Javier Ciga, José Mari Apezetxea, Ana Mari Marín, Elías Garralda y sus vasitos de sidra en la arboleda del Casino elizondarra, hija de las manzanas que ahora se recogen, y de Juan Larramendi a quien la Diputación Foral premió con 5.000 pesetas que nunca le pagaría, hasta Tomás Sobrino, Juan Carlos Pikabea, Javier Igoa, Javier Olaetxea, Iciar Mikelperizena, Diana Iniesta y tantos más, que han hecho acopio de ocres, burdeos y amarillos, que no decae la afición, loado sea Dios.

Y es el tiempo que inspira a los poetas, el del viento sur que es "uno de los encantos del país", como decía Luis de Uranzu (Luis Rodríguez Gal), el biógrafo exacto y amigo del País del Bidasoa, el viento que "redobla su violencia, a veces con terrible ímpetu", y es entonces cuando secan más aprisa las mazorcas de maíz antaño de grano para harina de ricos talos y ahora sólo forrajero para el vacuno, y las alubias negras en los campos y huertas de Beintza Labaien, en la Malerreka profunda, que eran de las de más fama.

palomas y ferias

Esta es, que también, época de acudir a Etxalar, el pueblo más limpio de la cuenca según es fama, a admirarse con la artesanal caza de palomas con redes de Etxalar, mejor con viento norte, donde Próspero Mérimée imaginó su Carmen, puede que acompañado de la emperatriz de la Francia Eugenia de Montijo, que también estuvo, y a comer paloma en salsa, o alubias y una hermosa chuleta donde Antonio.

Hacia San Miguel, el caballar ya subió al monte, para la invernada, y abajo, en los prados mascan las vacas escépticas y miran al paseante. Nekazaris y tratantes parece que tendrán ferias en Elizondo, quizás en Doneztebe y Lesaka. Y el viento sur sigue, ese que, "si dicen que dizan", enloquece a los hombres y embruja a las mujeres. Y todo eso.