Incorporada al grupo Meuri hace relativamente poco, ya ha supervisado los estrenos de Invicta, DFSK y Seres. Ahora afronta un nuevo reto: dar a conocer SWM, la única marca de automóviles fundada en el siglo XXI.
¿Cuáles son las fortalezas que permitirán a SWM hacerse un hueco en un mercado tan atomizado y disputado?
—SWM es una marca china que plantea un coche con un diseño italiano espectacular, de hecho el departamento de I+D sigue estando en Milán. Además incorpora una tecnología absolutamente alemana; lleva un motor Mitsubishi muy contrastado, que no da el menor problema. Tiene un comportamiento en carretera muy positivo. Y nos da la posibilidad de elegir entre gasolina y gasolina más GLP. En realidad, casi todo lo que traemos es así, con impulsión mixta, que nos da etiqueta Eco. El cliente se lleva un SUV que consigue 550 km de autonomía con gasolina y otros 550 con GLP, en este caso a 0,8 euros el litro. Por tanto, el GLP es una alternativa excelente para quien necesita ahorrar. Y ofrece muchas posibilidades de recargar en cualquier sitio.
¿Teme posibles recelos del público por el origen de su nueva marca?
—SWM destaca por su diseño: nadie diría que es chino. Aquí somos especialmente reticentes hacia nuevas marcas que puedan entrar en el mercado. Pero una vez que las conocemos, las integramos sin problema. Recordemos lo que ocurría hace años con Hyundai y Kia, que hoy son líderes de ventas.
Comienza apostando por la imagen y por una sorprendente relación calidad-precio.
—No hay ningún SUV de este tamaño por este precio. El G01 y el G01 F ofrecen imagen, calidad y un completo equipamiento por muy poco dinero. La transformación y la homologación a GLP la hace el propio grupo Invicta, por lo que mantiene la garantía de 100.000 km, o un periodo de cinco años ampliable a siete.
¿Su reto, entonces, es atraer clientes dispuestos a conocer el producto?
—El primer problema al que se enfrenta el cliente que entra por la puerta es que no sabe qué comprar. El diésel está mal visto, es una motorización que a futuro desaparecerá. Así que tendemos a motorizaciones gasolina e híbridas. En un futuro muy cercano, 2023, habrá limitaciones para acceder a zonas urbanas si no se lleva una etiqueta Eco o 0. Así que al cliente que entra por la puerta a comprarse un diésel, porque hace muchos kilómetros y es el que menos consume, le dices que igual no es el más recomendable. Y la gasolina cada vez sube más. Ese es el motivo de traer estos coches.
El sector del automóvil en Bizkaia sigue encadenando malos resultados. ¿Ve algún indicio que invite al optimismo?
—El mercado del País Vasco está sufriendo mucho más que el general. Creo que hemos padecido mucho con el coronavirus y en la recuperación. Hay que tener en cuenta que la automoción juega un papel muy importante en nuestra economía. Y toda esta crisis aquí se ha visto acentuada, lo que nos ha afectado de forma muy directa. Estamos intentando salir adelante, pero creo que la recuperación del consumo va a ser lenta. La clientela está sobreinformada, saturada, y no termina de decidirse en la compra. Tiene dudas sobre qué coche elegir. Va a costar que recobre la confianza.
Las dificultades de abastecimiento o la subida de impuestos no ayudan.
—Efectivamente. Ahora mismo hay mucho problema de suministro de coches. Entre eso y que el Impuesto de Matriculación ha vuelto a subir, se ralentiza cualquier proceso de compra. Estamos más a la expectativa, y en el País Vasco no se percibe el mismo optimismo que en el mercado español. Pero nos vamos a recuperar, ¡seguro! Mi esperanza es que sea a partir de verano. En cuanto la pandemia esté un poco más controlada y las marcas comiencen a recibir coches, el mercado se revitalizará. El cliente tendrá entonces todas las posibilidades de compra que quiere. Esa será la oportunidad de dar a conocer mejor nuestra marca.