La fusión de estilos es un recurso creativo (y comercial) que Renault ha elevado a la categoría de arte. Lo demuestra su última creación, el Arkana, que diluye la esencia SUV en el caldo de cultivo de una berlina con matices deportivos. Más emocional que funcional, este modelo mestizo busca hueco en el mercado proponiendo dos motorizaciones con etiqueta ECO: gasolina TCe 1.3 microhibridada de 140 CV y E-TECH Híbrida de 145 CV. Están disponibles desde 25.745 y 27.074 euros, respectivamente.

Nada resiste el influjo SUV. La escuela de diseño imperante prosigue su conquista contagiando sucesivas parcelas del mercado, una amenaza a la diversidad que el público secunda con entusiasmo. La última oleada de esta moda avasalladora llega a la orilla de las berlinas, un concepto de automóvil antaño mayoritario que agoniza hoy al borde de la extinción, eclipsado por el éxito de las propuestas crossover. Pero la causa de sus males quizá sea también su tabla de salvación. La resurrección puede comenzar con la insólita iniciativa de Renault de poner al día este formato clásico pasándolo por dos tamices: el del estilo SUV y el de la inspiración cupé. Ese doble rasero propicia el nacimiento del Arkana, un automóvil de talla media con imagen poderosa y sin público ni rivales concretos por ahora.

La duda en torno a quién va a estar dispuesto a adquirir un SUV embutido en traje de berlina cupé se disipará pronto. Al fin y al cabo, la combinación de turismo familiar y furgoneta de reparto que la marca del rombo propuso a mediados de los ochenta despertó bastantes más recelos; y hoy manejamos con naturalidad el término monovolumen. Mucha o poca, la clientela del Arkana la conformarán personas para las que, garantizada la calidad, lo estético cuenta más que lo práctico.

Impelida, una vez más, a tirar de imaginación para salir adelante, Renault se ha puesto a mezclar ingredientes hasta inventar un tipo de coche materialmente inexistente. Algunos SUV ya imitan, con distinta intensidad y fortuna, los estilizados rasgos de los deportivos cupé; son, sobre todo, modelos premium. También proliferan, claro está, las adaptaciones crossover de turismos compactos. Pero no hay berlinas con silueta afilada y plataforma realzada, conceptos de automóvil a priori difíciles de conciliar. La del Arkana es la primera página de un libro en blanco, en el que podrían inscribirse el nuevo Cupra Formentor, el Subaru XV y el casi desconocido DFSK F5.

El Renault Arkana ocupa 4,57 metros de largo, eslora equidistante entre las del Kadjar (4,49 m) y el Koleos (4,67 m). Su carrocería de turismo también es considerablemente más baja (1,57 m, frente a 1,60 del Kadjar y 1,67 del Koleos). La curvatura del techo, que tumba el parabrisas posterior, aporta esbeltez al conjunto sin sacrificar apenas la habitabilidad, puesto que el declive comienza en la vertical del eje trasero, a espaldas del asiento; los ocupantes más altos quizá experimenten cierta sensación de agobio, pero no apreturas. Además, la esbelta figura del modelo preserva la capacidad del maletero (hasta 513 litros), fácilmente accesible a través de la gran quinta puerta acostada.

La firma francesa propone para el Arkana tres definiciones de producto diferentes (Intens, Zen y R.S. Line), tanto como lo son sus dotaciones y sus precios. Ya sea formando parte del equipamiento de serie o dentro del menú de complementos opcionales, el modelo tiene a su disposición los recursos más avanzados de confort, seguridad, conectividad y asistencia a la conducción.