TREINTA días sin levantar la persiana reducen las matriculaciones a cero y causan un boquete de grandes proporciones junto a la línea de flotación financiera de los concesionarios. En este tiempo han vendido dos mil coches menos que en idéntico periodo del año anterior. Sin ingresos, pero con casi todos los gastos a sus espaldas, el gremio de la distribución de automóviles engrosa las filas de la resistencia, aconanhelando una vuelta a la actividad que no se presume antes del 12 de mayo. Con el mercado a dos velas debido al cese de actividades decretado para frenar la difusión del covid-19, el sector tiene tiempo para flagelarse evocando lo que pudo haber sido y no es. Por ejemplo, con una comparación con los movimientos registrados en el mismo periodo de 2019 que invita a la depresión. Estas últimas treinta jornadas en sequía comercial fueron, doce meses atrás, auténticos días de gloria. El mercado de Bizkaia se disparó entonces gracias al impulso del plan de incentivos instaurado por el Gobierno Vasco, que bonificaba con dos mil euros la adquisición de un automóvil eficiente que comportara la retirada de la circulación de otro obsoleto. Marzo de 2019, con 2.244 entregas de turismos y todoterrenos, se convirtió en el mejor mes de los últimos ejercicios; abril mantuvo también un buen tono, sumando 1.769 pedidos. Así que una estimación, verosímil pero poco científica, permite cifrar en unas dos mil las operaciones registradas entre la segunda quincena de marzo y la primera de abril de 2019.

¿Son esas las ventas que el confinamiento ha frustrado? Probablemente, no. Al menos no tantas. El mercado ha arrancado esta temporada con algo menos de alegría. Los expertos lo explican aduciendo la incertidumbre de la clientela sobre el tipo de tecnología a comprar (cara o cruz, combustión o electrificación) y la escasez de alientes económicos (la dotación del 'renove vasco' se ha reducido a la mitad). Si la comparación se establece con los años menos brillantes de esta década, el cálculo de unidades no vendidas en estos días de parón supera

siempre las 1.500 unidades. La pregunta que se hacen los empresarios del ramo es si se podrán recuperar esas matriculaciones frustradas. Comenzarán a despejar la incógnita en el instante en que reemprendan la actividad, momento en el que comprobarán si su clientela potencial tiene ánimos y recursos para pensar en comprar coche