Alex Rodríguez presenta un "estado de ánimo cambiante", porque "cada día es una sorpresa". Preocupado por su gente y por el negocio,

reclama cooperación, seguridad jurídica y que el peso de esta crisis no recaiga exclusivamente sobre las empresas.

En situación de emergencia, reacciones urgentes.

—Hemos reaccionado con toda la rapidez posible, las empresas más rápido incluso que las instituciones y las marcas. Desde el primer

momento en el que había que tomar decisiones drásticas, en comunicación con otros concesionarios y con la patronal Faconauto. Siempre con

un doble objetivo: salvaguardar el futuro de la empresa y preservar la salud y seguridad de la plantilla. Una carrera contra el reloj.

—Al principio no fue fácil, porque no estaban las cosas claras: abrir o no, quién tenía que ir, etc. No sabíamos qué protocolos teníamos que cumplir, cuáles eran los EPIs necesarios, era un escenario de inseguridad jurídica. Ha sido una carrera. Además, por seguridad, la gente ya no estaba en su lugar de trabajo, lo que dificultaba las comunicaciones. Era difícil hablar con toda tu gente en las dieciocho instalaciones que tenemos para informar de cómo iban las cosas. Creo que lo hemos hecho bien, hemos puesto todo el empeño en ello.

¿Los ERTEs eran inevitables?

—Son la herramienta adecuada para salvaguardar la actividad, para conservar el empleo después de este paréntesis. Se trata de hacer una pausa, para más adelante poder continuar con ella si esto se resuelve de una manera satisfactoria. Lo hemos hecho con un único afán, no de ahorrar absolutamente nada, sino de parar el golpe y poder continuar, no teniendo que hacer después EREs de extinción. Nos hemos encontrado mucha inseguridad jurídica, dificultades para aplicar los ERTEs, para encajar todos los supuestos de actividades. Las administraciones están colapsadas. Así que no sabíamos si tenemos que pagar la nómina del mes integra o qué parte de ella. El objetivo es que la empresa pueda continuar después de esto. Las empresas están facturando cero.

¿A qué escenario se enfrentará el sector a continuación?

—El cálculo de un 30% de retroceso con respecto al año anterior igual es hasta optimista. Es el dato de Anfac, y si la asociación de fabricantes me dice entre un 25 y un 30% yo preveo un 30%. Estamos trabajando con esa idea de caída del mercado. Pensamos que 2021 puede incrementarse un 5% respecto a 2020. Hay dos periodos claros. El estado de alerta en el que nos encontramos, desde el punto de vista de los costes salariales al menos, va a estar cubierto por los ERTEs. Luego habrá un periodo en el que ya no existirá esa situación, pero la incorporación a la actividad será progresiva, por dos razones. La primera es que el confinamiento no creo que se resuelva de la noche a la mañana, que todos salgamos a la calle y las actividades comiencen a la vez. La segunda es porque habrá que ver cuál es la situación del mercado, con las economías particulares y sobre todo empresariales diezmadas. Esas incertidumbres nos conducen a ese escenario del 30% de caída.

Si la recuperación va a ser paulatina, tendrán que adaptarse.

—Es muy probable que tengamos que plantear soluciones para incorporaciones progresivas. No todo el mundo podrá volver a trabajar a la vez. Después de aguantar el primer golpe, debemos ver cómo va a ser esa reincorporación. Estábamos ya en un sector frágil, solicitando ayudas a las distintas administraciones en el camino a la descarbonización, pero se necesita también activación del mercado. Esperamos no tener que comenzar de cero cuando acabe este periodo de alarma. Que las instituciones tengan algo trabajado, que salgan con un plan de incentivos que favorezca, además de los objetivos medioambientales, la activación del sector. Si era ya necesario antes, ahora lo es más que nunca.

¿Qué riesgos percibe si no se da esa cooperación?

—Hay un riesgo de cargar el peso de la crisis en las empresas. Eso nos preocupa. Se puede generar un efecto dominó. Independientemente de

lo que nos ocurra al sector del automóvil, como al resto de empresas se les esté cargando la factura de todo esto y eso genere EREs de extinción y limite la capacidad de adquisición de esas empresas, puede afectar al mercado de una manera tremenda. Como empiecen a caer una tras otra€ todos vivimos unos de otros. Si las empresas no van bien, las personas que trabajan en ellas no consumen, y eso nos preocupa.

¿Ve el porvenir con más sombras que luces?

—La clave va a estar en que todos seamos conscientes de lo que está ocurriendo. La sensación que me dio es que en la primera semana la gente no se había enterado de lo que estaba pasando. Ahora ya sí. Esto es mucho más gordo, a nivel sanitario, por supuesto, y por cómo va a trastocar nuestras vidas, también a nivel económico. Tenemos que ser conscientes de la situación y estar dispuestos a poner algo cada uno. Las

empresas por supuesto, que damos el ejercicio por perdido (ya no hablamos de ganar o perder dinero, sino de sobrevivir), pero la gente también

(y aquí apelo a los sindicatos€). Si todos nos ponemos en marcha saldremos adelante con otros ánimos a pelear por que las empresas sigan

funcionando y por recuperar nuestro modo de vida. Creo que eso va a ocurrir, no tengo ninguna duda, soy optimista.