LO mejor del vino es poder compartirlo con ese amigo al que llevamos tiempo sin ver o con esa persona especial en nuestra vida. El mundo del vino ha sido siempre una de las grandes pasiones de Ales Rueda y, ahora, se ha convertido en su profesión. “Quería crear algo con alma, algo que me llenase y que fuera mío”, destacó este consultor de vino. Ales, aunque no es sumiller -se formó en Londres-, organiza catas selectas a grupos a domicilio, en txokos y en oficinas, pero eso sí, en esas catas adentra a los asistentes en la historia de la región, país o territorio de la que procede el vino. “Intento no aburrir a la gente contando si el vino tiene taínos o no; si hay que coger la copa de una manera o de la otra. Lo que me gusta es adentrar a las personas en historias curiosas, anécdotas, tomando como hilo conductor el vino. Me llevo hasta las copas”, explicó.

Siendo un niño veraneaba en San Vicente de la Sonsierra, en la Rioja y aquel paisaje repleto de viñedos le cautivó para siempre. “Ha sido algo que he mamado desde muy pequeño. Todavía recuerdo aquellas chuletillas mirando el viñedo”, explicó Rueda. Por eso, y aunque su carrera profesional ha estado siempre relacionada con el mundo del turismo, un buen día decidió dejar su trabajo en Corporación Mondragón y emprender su particular aventura. “En mi cabeza estaba la de dar vida a un proyecto personal relacionado con el mundo del vino. Tomé la decisión y me lancé a probar suerte”, destacó Ales Rueda. Solicitó ayuda para dar forma a su pequeño negocio a Bilbao Ekintza quienes le prestaron toda la ayuda que necesitaba para cubrir las millones de dudas que surgen a lo largo de la aventura. “Ha sido fundamental para poder seguir adelante”, dijo.

Con esta empresa no solo disfruta con lo que hace sino que intenta acercar los caldos de todo el mundo a un amplio abanico de personas. “No es necesario que a la gente le gusten los vinos. Lo importante es estar abierto a querer aprender y descubrir diferentes sabores. Quiero acercar el vino, sin miedo, lejos de tecnicismos. No es necesario saber de vinos, sino vivir experiencias”, dijo Rueda. Por una parte ofrece catas y por otra, su empresa cuenta con un servicio de consultaría más profesional dirigido a las empresas que se dedican al mundo vinícola. Según explicó Ales Rueda por lo general el público no se atreve a probar nuevos sabores. “La gente conoce uno o dos y no sale de ahí. Eso es un error, porque hay tantas variedades -blancos, tintos, rosados- que no se prueban por puro reconocimiento”. Según Rueda un vino no tiene por qué ser caro para ser rico. Para cada momento se puede encontrar el caldo perfecto, dependiendo de la comida o incluso de la compañía. “Sé de un montón de vinos que cuesta la botella 8, 10 euros y que son exquisitos, maravillosos... Hay quien piensa que para degustar un buen vino hay que pagar mucho y eso no es así. Para eso estamos los profesionales”.

Ales Rueda no pudo dejar de hacer un guiño al txakoli; un vino que en su opinión ha evolucionado y que se ha situado en una posición privilegiada. “Hay gente que no sabe que tenemos txakoli tinto. Tenemos un gran nivel en txakolis”, concluyó.