JAVIER Vizcaino levantó la liebre e invitó a seguirle la pista. Y todo por una conversación oída al azar en el metro; unos chavales que, contra todo pronóstico, hablaban maravillas de su profesor de Filosofía, un tal Unai. Se inició la búsqueda en ese proceloso mar de las redes sociales y pronto apareció. Se llama Unai Cabo, da clases en El Regato Ikastetxea y es el profesor que todos hubiéramos querido tener. Desbordado y fagocitado por los medios de comunicación, Cabo intenta capear la semana en la que se ha convertido en viral. “Esto se me ha ido un poco de las manos”, confiesa. Y es que conseguir en el planeta tuit y en un momento en que la Filosofía está de capa caída, que un adolescente se interese por hojear el Leviatán o se descargue un tratado de metafísica, es un inmenso logro. Y encima que lo haga elogiando al profesor y sus clases es el culmen del éxito pedagógico.

El teléfono de Cabo echa humo pero él mantiene los pies en la tierra. “Me ha pasado a mí pero en este colegio, y por supuesto en otros, hay profesores geniales que no tienen ningún reconocimiento”, declara. Consciente de que no es frecuente tanto halago, no se relaja. “Yo, de verdad, creo que hago bien mi trabajo porque me apasiona, pero hay muchísima gente que hace un trabajo fenomenal”, señala este irakasle bilbaino de 33 años que imparte sus clases en euskera. Él recupera para sus alumnos la dimensión práctica de la filosofía y utiliza los medios actuales para contagiar su gran pasión y sacar la asignatura del aula a través, por ejemplo, de @filosofiari, la cuenta que ha creado para compartir con sus alumnos. Está convencido de que Platón utilizaría las redes sociales para crear grupos de discusión y por ello para ilustrar el célebre mito de la caverna no se le ocurrió mejor cosa que poner un meme con chavales mirando el móvil dentro de una habitación. “Alguien les decía oye chicos creo que hay una realidad ahí fuera y decían vale ok pásamelo por Twitter”. De esta forma, espolea a jóvenes de 16 a 18 años -ya que imparte la materia en 1º y 2º de Bachillerato- y les anima a que se replanteen las relaciones humanas, la ética, o la realidad. “Por ejemplo, al abordar a Epicuro, les propuse el reto de que hicieran un perfil de él en Tinder para ver qué tipo de relación buscaría. Teniendo en cuenta que este filósofo de Samos habla de cómo conseguir la felicidad, y considera que el amor romántico trae siempre más sufrimiento que placer y apuesta más por la amistad”.

Ensaya nuevas dinámicas de aprendizaje y los chavales responden con entusiasmo. “En todas mis clases, siempre estoy abierto a parar la clase y a tratar diversas cuestiones... qué piensan los alumnos de la felicidad y en qué se basa. Manejamos varios formatos, Twitter, películas, redes pero también hay que dar teoría. Tienes un guion y una programación pero no puedes ceñirte al 100%”. Sin oír sus alabanzas en el metro, Cabo era consciente de la buena onda que había con los alumnos. “Me llevo bien con ellos e interactuamos. Siempre va a haber alguien a quien no le guste tu asignatura, pero eso es completamente normal. Creo que nos une una buena relación y que pueden venir a contarme las cosas sin problema, sobre todo conectas especialmente con los alumnos de tu tutoría”, destaca.

Esta semana de gloria también ha servido para la reflexión. “Me ha aportado algo muy bonito ya que me ha puesto en contacto con alumnos y profesores de otros años y otros lugares. Además creo que puede ser una forma de poner en valor la Filosofía en una época en la que la asignatura está haciendo equilibrios porque hay responsables que no tienen claro la necesidad de mantenerla en el sistema educativo”. Pero, por otro lado, invita a una consideración más profunda. “Al igual que es positivo aparecer en todos los medios por algo bueno, si hubiera sido negativo, hay una persona que estaría casi condenada de por vida”.