El concepto entrevista se evapora cuando se tiene enfrente a Tania Llasera. Relativiza la vida, esos kilos de más que torturan a muchas y muchos, la maternidad y la distancia de las familias -la de ella y la de su marido-. Resume mucho de su ser el hecho de ser vasca-inglesa y de haber sido educada de una forma diferente a la convencional. Se ríe cuando comenta que una de sus costumbres más vascas es "la mala hostia", pero también la nobleza y el ser una persona muy directa y clara. Se le hace la boca agua cuando habla de marmitakos y se le iluminan los ojos recordando Lekeitio, el pueblo en el que se enamoraron sus padres y en el que siempre pasa los mejores veranos. Por el momento, invita a comer la vida a mordiscos, pero sin atragantarnos. Esa es la pretensión del libro que ha lanzado al mercado y con el que vuelve a la primera línea de la actualidad.

¿La vida a mordiscos en todos los sentidos?

En todos los sentidos. La vida se parece mucho a la cocina y hay que vivirla dándole mordiscos muy grandes.

¿Y no corremos el riesgo de que nos siente mal?

Hay que asumir los riesgos. No puedes quedarte parada, la vida tiene muchos placeres y hay que disfrutarla a tope. Es que hay que vivir cada momento, sea malo o bueno.

Vamos, como si fuera un bocadillo, ¿es lo que quiere decir?

Hay veces en las que tienes que dar grandes mordiscos, como si fuera un bocadillo, y otras hay que dar mordiscos como si fuera un plato de alta cocina. Pero siempre hay que morder la vida, eso sí, sin atragantarnos.

En su libro las recetas son de cocina y también de vida.

A ver, son las que me van a mí. Yo lo cuento, lo escribo y también lo dibujo. Las fotos también son mías. Quizá a alguien le puede divertir o le puede ayudar. Vamos, que si sirve de algo a alguien, yo encantada.

Recetas para rebeldes. ¿Quiere que sigamos sus recetas o no?Recetas para rebeldes

Eso lo debe decidir el lector. Yo nunca sigo una receta a la hora de cocinar. Parece irónico que me pusiera a escribir un libro de recetas, aunque no sea exclusivamente de cocina. Mientras lo hacía, hubo momentos en los que me decía: ¿Qué haces escribiendo un libro de recetas si nunca sigues una? Pero he intentado que sean muy abiertas, que se pueda sustituir un ingrediente por otro. Lo mismo he hecho con las recetas vitales, porque la vida nunca es una receta plana. Las mías son recetas para aprender a masticar lo que te tira la vida y hay que morderlas a bocados, pero sin atragantarte en ningún momento.

Aunque no atragantarse es imposible, ¿no cree?

Sí, es imposible, pero por lo menos es bueno tener recetas para moverte con flexibilidad tanto de cadera para la vida como de estómago para la cocina.

¿Cómo cocina usted?

Cocino por intuición, sin pesar los ingredientes y añadiendo una pizca de esto y otra pizca de lo otro. Cocino como las abuelas. Si me quedo corta, lo arreglo añadiendo más; si me paso, también tengo soluciones. Lo importante es disfrutar mientras cocinas y luego mientras te comes a mordiscos lo que has cocinado.

¿Cuál es la receta de este libro que le resulta imprescindible en su vida?

En realidad, no sería de cocina. Sería la de cómo aprender a quererte a ti misma, a tratarte con mimo€ Hay que darse tiempo y buscar todos los momentos para quererte el mayor tiempo posible.

Quererse a uno mismo todo el rato no parece una misión fácil...

Eso es imposible. Hay momentos en los que también puedes llegar a odiarte, pero solo un ratito. Quererse es un ejercicio. Todo el mundo tiene que tener momentos en los que no se traga y momentos en los que se adora. Hay que intentar no venirte abajo cuando se tiene un mal día.

¿En qué momento está ahora mismo su vida laboral? ¿Cómo van sus cosas en el mundo de la comunicación?

Ahora todo está muy parado. Estoy sin trabajo en televisión y en radio, pero tampoco paro; en todo momento estoy pensando formatos, comentándolos... Algo saldrá. Llevo muchos años de terapia como para saber que no dependo de un solo grupo o una sola persona; dependo de mí misma. Yo misma me creo mi trabajo, me ocupo de estar en la prensa, de escribir libros€ Es que si no hago cosas me aburro. Soy una persona muy creativa y tengo que tener sueños en todo momento.

¿Cómo surgió el proyecto de este libro?

Quería hacer un libro de la sabiduría femenina familiar. Creo que todos los miembros de mi familia tenemos mucho que aportar. A causa del revuelo que se produjo con el cambio físico que viví en 2014 y de cómo me lo tomé, creo que quedó patente que he tenido una educación un tanto distinta a mucha gente. Esa educación me ha servido mucho para esos momentos, porque quizá otra persona se habría hundido.

¿Su idea era compartir su experiencia ante la crueldad de las críticas tan injustas que tuvo que soportar?

Sí, quería compartir, sumar, contar, apoyar y ofrecer un poco de luz. Además, de esa experiencia que viví te llevas unas recetas riquísimas que te pueden ayudar a dar amor a los que quieres.

¿Cómo vivió esos momentos en los que surgieron ataques incompresibles y crueles por su aumento de peso?

No fue tan mal momento para mí. Esos ataques llegaron cuando ya tenía una edad, no tenía ni 18 ni 14 años, que es cuando te hundes. También tenía mucha ayuda psicológica. Todo aquello me llegó en un punto en el que estaba muy fuerte, y aunque había engordado, me seguía viendo bien. Lo que no entendí es por qué la sociedad y los medios me hacían ese bullying por cambiar de peso y de talla al dejar un hábito tan poco saludable como es el tabaco. Yo pensaba: Si a mí no me importa, ¿qué puñetas os importa a vosotros?

¿La imagen ante todo si apareces en televisión?

Más o menos. Para mí fue un indicativo revelador de lo mal que está la sociedad en cuanto a la imagen, sobre todo a la imagen femenina. ¿Por qué tenemos que estar todo el rato enjuiciándonos si estamos más sexys o menos sexys? Chica, yo me he visto bien siempre.

Y a veces las críticas hacen que perdamos el sentido de lo que somos.

Es cierto, pero lo importante es que tengo el coco muy bien amueblado y el cuerpo me funciona muy bien. Me gusta mucho eso que ahora se llama body neutrality, que dice que nos dejemos de juicios. Una mano no es ni más bonita ni más fea, es simplemente una mano, y funciona. El juicio tiene que ser neutral para todo el cuerpo.

Aunque los kilos considerados de más siempre han sido una rémora.

Pues no. Tu cuerpo te lleva a muchos sitios, te hace bailar y ser feliz. Tu cuerpo, sea como sea, te hace disfrutar de la cocina, del sexo, del sol y del agua de la playa sobre tu piel, así que mejor que seamos majos con él. ¿Por qué nos dedicamos a criticarlo en todo momento?

¿Quizá porque buscamos la perfección?

¿Y la perfección es estar delgada? Yo creo que no. Además, ¿por qué buscamos la perfección? ¿Ser perfecta o perfecto te hace más feliz? Yo creo que no.

¿Los estereotipos que imperan son crueles?

Lo son, y también son muy cansados. Todo está polarizadísimo. Estamos todo el día bombardeadas por la operación bikini, por el maquillaje de moda, por la ropa del momento€ Todo eso pasa rápidamente. Volvamos a lo básico. ¿Mi cuerpo funciona? Sí. ¿Mi cuerpo me lleva a sitios? Sí. No tiene que estar ni más delgado ni más gordo, la cuestión es que funciona. Lo más importante es que tú intentes gustarte y aceptarte tal y como eres, y eso es un trabajazo.

¿Cambiar de talla le influyó en temas de trabajo?

No lo sé. Seguí trabajando en La voz y nadie me dijo que tuviera que cambiar de imagen. Quizá porque ya había dicho en Sálvame que me veía bien y que no tenía previsto ningún cambio. Mi línea de pensamiento era: He engordado, ¿y qué? No sé si me perdí alguna oportunidad. Lo que sí recuerdo es que me ofrecían trabajos en los que me llevaban a entrenadores para perder peso, hacia muchos productos milagro de adelgazamiento€

Pero no le hemos visto en ninguno de esos programas de adelgazamiento...

Porque dije que no. Soy coherente. Jamás voy a publicitar algo que yo nunca haría.

Pues son fórmulas que dan mucho dinero a quien las publicita...

Y a todos nos gusta el dinero, ¿no? Sí, pero no a cualquier precio. No voy a hacer ese tipo de actividades. Aunque pierda dinero, mi respuesta es no. Vivo más tranquila y más contenta de esta forma; más pobre, pero más feliz.

¿Había hecho antes de engordar alguna operación bikini

No. Jamás, jamás. Estuve delgada toda mi infancia. Cuando fui a la universidad en Inglaterra engordé una barbaridad, pero yo me seguía viendo bien. Luego volví a España, adelgacé, y me seguía viendo bien. Engordé en 2014, eso lo sabe todo el mundo, y ahora he vuelto a adelgazar. He cambiado de hábitos y vivo de otra manera. Jamás he hecho una dieta, jamás. Nunca he tomado nada y no me he preocupado más allá de lo que es la salud.

¿Cómo se siente después de vivir tantos años fuera de Euskadi?

¿Cómo quieres que me sienta? Pues como me he sentido siempre, vasco-inglesa. Nací en Deusto (Bilbao), soy hija de madre medio inglesa, porque ella es hija de un refugiado vasco, mi abuelo. Él se fue con sus cuatro hermanas a Inglaterra en el vapor Habana. El pobre solo hablaba euskera, era de Azkoitia. Tuvo que aprender castellano e inglés. Mi abuelo era un orgullo de hombre, le he admirado siempre. Era un ejemplo de orgullo vasco que iba a todos los sitios con la boina.

¿Cuál es su rincón preferido en Euskal Herria?

Lekeitio. Allí se enamoraron mis padres y he veraneado toda la vida allí. Seguimos teniendo una casa familiar en Mendexa. Para mí es el lugar más bonito y el más divertido. Vamos, que a muerte con Lekeitio.

Hablemos de la maternidad€

Me ha influido muchísimo. Creo que no hay nadie que pueda decir que la maternidad o la paternidad no le han influido. Me ha cambiado la vida. Ahora, también digo una cosa: primero voy yo.

Pues le van a poner a caldo.

Ja, ja, ja€ Estoy acostumbrada. Si tú no estás bien, los niños no lo van a estar y no los puedes educar bien. Lo que sí que me ha cambiado es que antes no tenía miedo a nada y ahora vivo en medio de la ansiedad y el miedo de que les pase algo. Es un miedo de segunda mano. Tienes miedo a educarles mal, a equivocarte, a traumatizarlos... Esto es como los aviones: tú sabes que si se cae te vas a morir.

Se pone en modo drama.

¡Qué va! Sabes que si eres madre de algún modo vas a traumatizar a tus hijos, lo quieras o no. Cuando eres madre sabes que tienes que hacer uso de tus habilidades, pero que nunca vas a ser perfecta.

¿No se pone la etiqueta de supermadre?

¡No! Por favor, líbreme Dios. Que no, que no. Soy un desastre en muchos aspectos y pienso que es sano para los niños que vean que su madre no es perfecta.

¿Flexible, o de principios inamovibles?

Madre que predica con el ejemplo. Si les pido que se coman las lentejas, yo también me las como. Soy muy vasca en eso.

¿Qué otras costumbres vascas tiene?

Tengo muy mala hostia.

No sabía que la mala hostia fuera una costumbre, y mucho menos vasca.

Ja, ja, ja€ Pues sí. Pero luego soy muy noble. Soy más buena que el pan. Soy perro ladrador pero poco mordedor. Soy de dejar las cosas muy claras y sin andarme con tonterías, y eso también es muy vasco. A mí es que los vascos me gustan mucho. Somos la hostia, es que somos muy majos. Somos muy de palabra. Si te digo que te guardo un secreto, te lo guardo. Siempre cumplo. Y somos muy directos.

Aunque se ha casado con un catalán.

Cierto, pero ya sabes cómo es el amor, que al final siempre gana.

¿No le gustaría vivir en su tierra?

Si estuviera sola, sí. De hecho, mi problema fue que yo no hablaba euskera. Me salió trabajo en ETB, pero me pedían que aprendiera euskera y se me hizo cuesta arriba. Me fui a Madrid por un tiempo y ya no volví. Conseguí trabajo allí, me enamoré de mi marido, y parte del secreto de nuestro matrimonio y de su buen funcionamiento es que estamos lejos de nuestras familias.

Explíquelo, porque dicho así suena muy fuerte.

Ja, ja, ja... Es que soy una bruta. No quiero estar ni cerca de mi madre, a la que quiero mucho, ¿eh? Ni cerca de mi suegra.

A la que se supone también quiere, ¿no?

Por supuesto. Pero al final, de tenerlos a todos juntos, se convierten en un mar de influencias. Vivo muy bien viéndoles de ciento a viento. Cuando lo lean se me va a caer el pelo, pero es lo que se siente. Ahora que mi marido y yo lo tenemos más o menos equilibrado, como para irnos a un lado u otro...

Pero estar lejos también tiene sus inconvenientes.

Claro. Es difícil educar y tener niños sin ninguna ayuda alrededor. Cuando tu marido está de viaje y el niño se pone enfermo tienes que ir al hospital€ Hay momentos muy duros, pero los prefiero a tener a toda la familia opinando.¡Me van a crujir!

Eso me temo.

Pero a mi favor está que los quiero a todos, las dos familias están muy bien. Me lo paso bien cuando estoy con ellos. Ya me conocen y saben que soy una bocachanclas. Creo que me quieren como soy.

PERSONAL

Edad: 41 años (21 de julio de 1979).

Lugar de nacimiento: Bilbao. Siempre ha veraneado en Lekeitio, su otra localidad de referencia.

Familia: Está casada con el ingeniero catalán Gonzalo Villar. Es madre de dos hijos.

Formación: Estudió en Gran Bretaña Dirección y Producción de Documentales Antropológicos.

Trayectoria: Trabajó en varias productoras británicas, regresó a España y participó en diferentes proyectos. No disparen al pianista, en La 2, fue su primer programa importante. Ha trabajado en distintas cadenas: Estas no son las noticias en Cuatro, fue reportera y también colaboradora de El intermedio en La Sexta, Mira quién mira, Resistiré, ¿vale?, Fama ¡a bailar!, Vuélveme loca y La voz, entre otros espacios.

Polémica: En 2014 fue víctima de crueles críticas en redes sociales tras haber aumentado de peso al dejar de fumar. Ella se defendió plantando cara a los intolerantes que la insultaban sin tener razón para ello y demostró una gran entereza.

Aficiones: Le gusta viajar a Euskadi para ver a su familia y retomar los veranos en Lekeitio. Es una amante de la buena mesa y se le hace la boca agua con un buen marmitako, probablemente su receta predilecta.