Maastricht - Historia y modernidad, representados en el lujo y el arte, sobresalen en la Feria de Arte y Antigüedades (TEFAF), que abrió ayer sus puertas en Maastricht (Holanda), en un evento que mueve millones de euros cada año invertidos en piezas de todas las épocas y países. Es un evento al que se acude vestido de gala, se compra con un vaso de vino tinto en la mano y un canapé de jamón y aguacate en la otra, pero la mente siempre puesta en las últimas tendencias para hacer la mejor inversión posible en una pieza de arte. Ellos trajeados, ellas con sus mejores atuendos, pero ambos con el mismo objetivo: que nadie les quite de las manos ese cuadro de Miró que cotiza a 27,5 millones de euros o un collar de oro, zafiro y diamantes de Van Cleef & Arpels, vendido a las dos horas de abrir la feria por 352.000 euros.

A nivel mundial, TEFAF es una de las principales ferias de arte “y para seguir ahí, hay que cambiar constantemente, para refrescar y añadir sangre nueva”, explica el exdirector del Rijksmuseum de Ámsterdam, Wim Pijbes, ahora presidente global de Vetting, la persona que tiene la última palabra sobre las piezas aceptadas en la feria. La novedad más destacada de este año en TEFAF, que se celebra desde 1988, es precisamente la intensificación de las exigencias de calidad: los expositores no pueden repetir piezas ni ofrecer objetos similares, las descripciones deben ser lo más precisas posible y el estado de conservación de los cuadros es innegociable. Pijbes reconoce que el cambio en esta edición es “un tanto dramático” porque se han sustituido 40 galeristas que ofrecían cuadros de maestros antiguos “para abrir la puerta a 40 nuevos expositores”.