ES traigo hasta este cajón una de aquellas vidas tumultuosas de entre siglos, aquellos años que fueron del siglo XIX al XX. Su propietario es Aureliano González Nieto, Shylock como sobrenombre artístico (tiene su aquel usar el nombre del avaro mercader veneciano que nació en la imaginación de William Shakespeare...) y fotógrafo de profesión, nacido en Madrid, en 1874. Está registrado que Aureliano González, junto a Policarpo Díaz y Francisco Páramo, forman el trío que mantuvieron su estudio fotográfico en la Villa en el primer tercio del siglo pasado. Aureliano González Nieto se estableció en 1913 en la calle San Roque, donde continuaría ya en 1924 Policarpo Diez, y que al dejarlo siguió el fotógrafo baracaldés Francisco Páramo Gonzales.

No se sabe a ciencia cierta cuándo comenzó su trashumancia pero sí es conocido que en 1923 creó en Bilbao, junto con Alejandro Olavarría, relojero en un portal de la calle Conde Mirasol, la Academia Cinematográfica Hispania Films, dedicada a la formación de actores y a la producción cinematográfica. Ese mismo año inició la producción de una película de ficción titulada Un drama en Bilbao, realizada con medios artesanales e interpretada por actores no profesionales, con un argumento basado en hechos reales recreados en distintas localizaciones de la Villa. Eran los primeros pasos del cine en la villa.

Un año más tarde, en 1924, dirigió Lolita, la huérfana, un drama en el que se relata el periplo sentimental de una niña abandonada, objeto de malos tratos por parte de su padre adoptivo, del que trata de huir escapando como polizón en un buque mercante atracado en la ría. La joven, una vez descubierta relata sus desventuras al capitán, despertando su compasión y logrando su amparo. Iba forjándose.

Ese mismo año se incorporó al proyecto de Edurne, modista bilbaina, con la participación de otro cineasta audaz, Telesforo Gil del Espinar, en la dirección artística. El propio Aureliano entró en funciones de director gerente y director de fotografía. La película, considerada pionera de la ficción vasca, aborda un melodrama urbano que no rehuye la problemática de la vivienda y las tensiones laborales de la época. Telesforo Gil del Espinar, junto con otros socios de la sociedad El Sitio de Bilbao, recurrieron a Aureliano González para financiar el proyecto de una película que reflejara la realidad laboral, geográfica e industrial del País Vasco, incluyendo fábricas, minas y trabajadores expertos que, además de confrontar la imagen típica y pintoresca del país, revelara en el extranjero el desarrollo industrial y su actividad fabril. El argumento presentaba una trama de amores interclasistas entre una modistilla de clase trabajadora que sufre el acoso de su casero y un joven ingeniero de buena familia. Cuenta la leyenda que la película nació de una apuesta cruzada por el propio Telesforo sobre sus aptitudes para el rodaje.

Fue Aureliano un hombre con habilidad para la caza y captura de la imagen. Tras cesar la colaboración con Telesforo Gil y romper la sociedad con Alejandro Olavarría -el hombre se había enamorado de Lolita o, lo que es lo mismo, de Fany Labrero, y la sociedad saltó por los aires...-, Aureliano González emprendió un nuevo proyecto titulado Anastasio en busca de novia, del que apenas quedan evidencias. La película relataba en clave cómica los infructuosos intentos del joven Anastasio para ver a su novia y vencer la oposición del padre de ésta. Aureliano también trató de realizar la película Mefistófeles en el infierno, película en la que no dio con el hilo y con la que sumó un estrepitoso fracaso. Tras el fallo de este proyecto se retiró del mundo del cine, que tanto le había apasionado.

En 1923 creó en Bilbao, junto con Alejandro Olavarría, la Academia Cinematográfica Hispania Films

Junto a otro cineasta audaz, Telesforo Gil, rodó ‘Edurne, modista bilbaína’, película que nació de una apuesta