EAMOS las raíces de las que brota para entender los vínculos de Federico de Ugalde con aquel Bilbao del esplendor industrial. El padre de Federico de Ugalde, Toribio de Ugalde y Molinuevo era un riojano que a mediados del siglo XIX se afincó en la capital vizcaina, donde participó activamente en el desarrollo alcanzado por el sector industrial; su madre, Dolores Echevarría Rotaeche, pertenecía a una familia vasca vinculada al mundo de los negocios. Federico cursó sus primeros estudios en Bilbao, los continuó en Bergara y en el Instituto de la ciudad natal, donde tuvo como profesor a Miguel de Unamuno. Finalmente, el 13 de julio de 1898 obtuvo el título de arquitecto en la Escuela de Arquitectura de Madrid. De allí retornó a la capital vizcaina y comenzó el ejercicio libre de la profesión. ¿Alumno de Unamuno? ¿Hijo de un prohombre de la revolución industrial? Quedan claros los vínculos.

¿Puede decirse que fue un renacentista al estilo de Bilbao...? Se diría que sí. Hombre inquieto y polifacético, tuvo múltiples intereses que fue desplegando por toda la ciudad. Fue socio fundador de la Sociedad Filarmónica de Bilbao, creada en 1900. En 1901, ingresó en la Sociedad Bilbaína, institución de la que llegó a ser presidente en 1931. Una de sus aficiones más marcadas fueron los toros. Estuvo estrechamente ligado a la Junta Administrativa de la Plaza de Toros y a la Santa Casa de Misericordia de Bilbao; instituciones directamente vinculadas, para cuyas dependencias proyectó diversas obras de reforma en la primera década del siglo XX. Asimismo, presidió la Asociación de Arquitectos Vizcainos. Un hombre sin freno, como ven.

De su biografía puede rescatarse que su familia estaba vinculada empresarialmente al negocio harinero. Este hecho, unido a su formación específica en Francia poco después de titularse (Escuela de Madrid, julio de 1898), le abrió la posibilidad de colaborar en el proyecto del primer edificio estatal construido estructuralmente en hormigón armado sistema Hennebique: la fábrica La Ceres (muelle de la Naja, Bilbao) en 1901. Unos años después, en 1922-24, diseñó y levantó para la empresa familiar la fábrica Grandes Molinos Vascos (Zorroza, Bilbao) un hito de la arquitectura industrial en Bizkaia, sin duda alguna.

El 22 de diciembre de 1914 un incendio destruye el teatro Arriaga cuando actuaba en él la compañía de zarzuela de Salvador Videgain García. Se encargó la reconstrucción al arquitecto Federico de Ugalde, quien replantea el proyecto original para dotarlo de mayor amplitud y seguridad. Cinco años después, el 5 de junio de 1919 se estrenan las nuevas instalaciones. Para la ocasión se escogió la ópera Don Carlo de Giuseppe Verdi que pone en tablas la compañía de Ercole Casali.

Entre las obras como arquitecto de Federico de Ugalde destacan la citada remodelación y la construcción del barrio bilbaino de Irala-Barri (1905-17) para los obreros de la fábrica Harino-Panadera, donde a partir de 1909 ideó diversas manzanas de edificios, que incluían chalés adosados y casas de vecindad rodeadas por superficies ajardinadas y definidas por su promotor, el industrial Juan José Irala, como "casitas de campo de estilo suizo".

Como urbanista, su proyecto fue elegido por el Ayuntamiento de Bilbao tras el concurso para la ampliación del Ensanche de la Villa, dando lugar al plan de 1907.

Fue también concejal en el Ayuntamiento de Bilbao por designación en 1924 y presidente de la Sociedad Bilbaina en 1931-32. Tuvo una prolongadísima relación con la Santa Casa de la Misericordia de Bilbao, de la que fue presidente entre 1937 y 1960, y en la tentativa de construir una nueva plaza de toros cubierta, en terrenos de Deusto. Falleció soltero a los noventa y cuatro años de edad.

Destacan su remodelación, tras un incendio, del Teatro Arriaga, y la construcción del barrio de Irala-Barri

Fue pionero del uso del hormigón armado, presidente de La Misericordia y hombre de muchas inquietudes