L mismo año de la construcción del edificio modernista, en aquel pujante 1902, el compositor Jesús Guridi, aún con 16 años, obtuvo el premio Plácido Allende en los Juegos florales que tuvieron lugar a principios de siglo en la capital vizcaina. Lo logró con la composición Txalupan, melodía para canto y piano y apenas dos años antes que aquel 1904, año en el que, bajo la protección del conde de Zubiria, marchó a estudiar a París, en la Schola Cantorum, con Grovlez (piano), Decaux (órgano), Sérieyx (composición) y D'Indy (contrapunto y fuga). Fue compañero de viaje de Resurrección María de Azkue y José María Usandizaga, con quienes siguió manteniendo una gran amistad, además de un ideal común por un gran teatro lírico.

Viene al caso esta explicación habida cuenta que en el rótulo exterior de la fachada del edificio que aparece ante nuestros ojos se puede leer el lema Edificio Guridi, habida cuenta la juventud del músico.

La casa, que se ubica en la calle Licenciado Poza número 2, respondió a una promoción realizada por Francisco Usobiaga en el año 1902, lejos, por supuesto, de esta denominación actual y de las reformas que han cambiado de manera parcial la fisonomía proyectada de esta obra modernista y singular. La construcción era un ejemplo del pujante nuevo Ensanche de la villa.

Ahí andaba el asunto. No en vano, Bilbao, en 1902, veía crecer su Ensanche a la vez que proyectaba ya una ampliación del mismo. Efectivamente, en 1900, es decir justo iniciado el siglo XX, el entonces arquitecto municipal Enrique Epalza había preparado una propuesta para dicha ampliación. Propuesta que no se llevó a cabo pero que dio pie a la realización de un concurso que, ganado por Federico Ugalde, concretó de forma definitiva, las condiciones para la referida ampliación. En ese juego de despegues se manejó este edificio con personalidad.

Digamos, a renglón seguido, que el autor del edificio fue el maestro de obras José Bilbao y Lopategui presente, en la construcción de la villa, con diferentes expedientes de indudable calidad. Construido en 1902, el inmueble daba acogida a unas diez viviendas a razón de dos por rellano y planta. La distribución, simétrica, responde a un esquema de funcionamiento bastante habitual en su autor. A partir del vestíbulo, que actúa de recibidor, dispone una serie de pasillos en forma de u. A lo largo de estos pasillos se sitúan las diferentes estancias, ventilando las interiores mediante patios cuyo diseño y dimensiones responden a los criterios ordenancistas de Normas del Ensanche. El edificio Guridi fue una construcción enfocada a la clase media-alta, un ejemplo del modernismo de José Bilbao y Lopategui que, por desgracia, ha vivido diferentes alteraciones que no guardan relación con el estilo y la calidad del plano inicial dibujado por el autor.

una buena respuesta

Fue una buena respuesta. Esta arquitectura modernista que surgió en contraposición al historicismo romántico daba a la ciudad un aire más cosmopolita. Con todo, con el paso de los tiempos el edificio fue modificado una y otra vez. No está precisado en qué momento de aquel entonces llegó el apellido musical, si es que se puede decir así, pero ya comenzaban a llamarle edificio Guridi.

El zócalo es la única parte de la fachada que mantiene intacto el diseño y los detalles ideados por el maestro de obras, pero el resto de la fachada ha sufrido diversas modificaciones, especialmente en su parte alta, que han cambiado el espíritu inicial del edificio. Los miradores de madera, el ático o los diferentes remates de la obra han sido alterados con el paso de los años, pero en su última rehabilitación se ha pretendido volver a las formas originales del edificio creado por José Bilbao y Lopategui.

Se trataba de recuperar no solo funcionalmente el mismo, dotándole de unos nuevos espacios interiores, sino de volver "en lo posible" a la esencia del movimiento modernista. En estos casos las intervenciones pueden pecar de crear enormes tartas de nata y crema de diferentes colorines a cual más chillón, más propio de un escaparate de pastelería. No ha llegado a tanto.

Quiso hacerse una recuperación histórica con el remate de coronación del edificio, así como una adecuada restauración del conjunto, (otro ejemplo, los antepechos de cerámica de los miradores) más allá de aspectos más opinables como los de los colores elegidos. Se aprecian determinados casos en los que la decoración abandona los motivos vegetales de tipo orgánico para de alguna manera geometrizarse.

En el interior, lo más destacable es el portal de planta ochavada con pilar metálico central, con un suelo de mosaico destacable al igual que las vidrieras de la carpintería que separa con el hueco de escaleras. Se trata en definitiva de un edificio que recobra su presencia en el conjunto urbano, postulándose de forma ejemplar en la memoria de un estilo no solo arquitectónico, sino también artístico.

El edificio Guridi es, independientemente de los cambios vividos, un reflejo del Bilbao de comienzos del siglo XX, una espectacular edificación que debemos tener marcada en nuestro mapa. Todo un icono del modernismo bilbaino que, 120 años después, llama la atención de propios y extraños. Mantiene una armoniosa supervivencia.