Isabel Preysler alcanzará las 70 primaveras esta misma semana. "¿Que cómo lo celebraré? De ninguna manera. Yo no cumplo años desde 1995. ¿Qué te crees?", manifiesta ligeramente ofendida. Nos citamos con ella en una cámara hipobárica completamente esterilizada en la que suele recibir a las visitas. "Este es mi secreto. Lo de bañarse en leche de burra es un mito. Donde haya una buena cámara hipobárica que mejora fastuosssamente las constantes cardiorrespiratorias y la producción de glóbulos rojos, con perdón, que se quite todo lo demás. Es superchachi. ¿Qué te crees que hacen la reina de Inglaterra y Keith Jarret? ¿Eh?". Asegura que su relación con Mario Vargas Llosa es perfecta. "Es un seta. Se tira todo el día leyendo libros por las esquinas y escribiendo notitas en post-it fosforitos que se le olvidan en cualquier sitio. Hace poco le dije a la mucama número doce que las recogiera todas y las tirara por el retrete del WC número siete o por donde sea que la gente arroje la basura. Me rompían la armonía. Se puso hecho una fiera diciendo no se qué de una novela sobre un dictador de no sé dónde. Jajajaaaaaa. Pero se le pasa enseguida. Es como un niño".

Así que es usted responsable del retraso de la próxima obra maestra de un Nobel de Literatura.

—Un desordenado es lo que es Varguitas. Yo le llamo Varguitas, le gusta mucho. Me lo deja todo perdido de librotes y papelajos. Y en mis casas, de eso nada. Cuando se cabrea le digo: "Mira Varguitas, si quieres montar un drama, escribe una obra de teatro". Y lo de premio Nobel está sobrevalorado, el dinero que te dan es calderilla, no llega ni para un buen fin de semana en Saint Tropez.

Tiene que ser un privilegio convivir con alguien tan cultivado.

—Nos llevamos bien. Pero bueno. Hay veces que estoy viendo Sálvame en la tele pequeña, la de 150 pulgadas que tenemos en el vestidor de nuestra habitación de diario, y viene a la chaise longue a meterme una tufarrada sobre no sé qué de la estructura de la narración de ficción. Me pone de los nervios. Y eso sí que no. Ahí le paro en seco. A mí, cuando Kiko Matamoros está hablando de la Campa, que no me distraigan. A la hora del te, lo que quiera. Y él lo sabe.

Quizá su relación con Julio Iglesias fue más intensa.

—Julito es un buen hombre. Y traía dinero a casa a fin de mes. Tampoco como para ir presumiendo por ahí, pero siempre tuvo un buen empleo. Además, viajaba mucho. Es muy importante que un marido así viaje mucho, porque te deja en paz.

¿Tuvieron problemas con los hijos?

—En cierto modo. Julito siempre ha sido de tener muchos hijos. Y yo también. Pero conviene tenerlos a la vez. Y una nunca sabía cuándo iba a aparecer Julito por la puerta con un bebé en brazos. Es así, muy despistado.

Cambiando de tema, ¿qué tal sus experiencias laborales?

—Te noto en el tonito que eso me lo preguntas con segundas. Ojo, que aviso al ayudante del chófer y te pone la cara como un mantón de Manila. Por listillo.

No era mi intención.

—Más te vale. Y una cosa te voy a decir: ser una referente impecable supone un curro del copón de la baraja. O a ver si te crees que poner esa carita en el anuncio de Pontelarosa con 65 tacos y un dolor de juanetes de espanto es facilón. ¿Eh?

Perdone, pero en eso también influyen los tratamientos, la cirugía...

—No te negaré que me he hecho unos retoquitos. Y también me he puesto ácido hialorúnico, un poquito de bótox, factores de crecimiento, extracto de placenta de cachalota japonesa, emplastos de hojas de sen, arcilla verde€ Bueno, ya no me acuerdo de todo. Pero yo siempre he preferido estirarme la piel que andar como otras, que no paran de estirarse el sueldo. Cosas de la vida. ¿Eh?

¿Le ha afectado la pandemia?

—Muchísimo. Ni te lo imaginas. Es horroroso. ¿Sabes lo que es ir al cirujano a fruncirte el labio de arriba y levantarle los colgajillos de los maxilares y no poder lucirlo en las fotos porque hay que ponerse la dichosa mascarilla? Un horror. Mira, había conseguido un contrato para promocionar una firma de lápiz de labios y lo han cancelado debido a lo mismo. Esto es una catástrofe.

Perdone, pero me estoy mareando con la falta de presión en la cámara. Y ya no soporto la ducha constante de productos desinfectantes.

—Chico, pues lo dejamos ya. Lo del desinfectante lo tengo porque una nunca sabe qué trae la gente que viene de la calle y hay que ser prudente. ¿Te apetecen unos Perrero Rotxé? Te puedes llevar un saco, tengo tres palets en la cochera pequeña.