- A sus 57 años, Josep Maria Bartomeu ha conseguido lo que cualquiera sueña: formar una familia, triunfar en los negocios, gobernar un club de fútbol de los importantes en Europa y que le adoren millones de seguidores del Real Madrid. La pena es que él preside el Barça.

Su aspecto es el de un Harry Potter que se ha hecho mayor zampando bollos en el sótano de Hogwarts: gafitas redondas, mofletillos, trajes discretos, ojeras, remolino en el flequillo...y ni pizca de magia. Lleva semanas empleando cada mañana el sortilegio Traspasáramus para que desaparezca el delantero uruguayo Luis Suárez. Y nada. Como el dinosaurio de Monterroso, cuando Bart (así le llaman cuando se pinta la cara de amarillo Barça) despierta, Suárez sigue ahí.

Entre sus últimos éxitos se cuenta que el mejor futbolista del mundo haya estado a punto de dejar el club al grito de “me tiene hasta el orto ese pelotudo” y el de haber cesado al entrenador Ernesto Valverde, tras haber conseguido varios títulos, cuando iba primero en la Liga y seguía avanzando con paso firme en todas las competiciones. Su sucesor, cuyo nombre es mejor no pronunciar en Barcelona, logró un hito: que el Barça conquistara esta temporada los mismos títulos que el Gure Txokoa.

Señor Bartomeu…

—Más bajito si no le importa. Como nos oigan no tardará en arremolinarse aquí un grupo de aficionados a pedirme autógrafos y gritarme palabras cariñosas. Bueno, casi nadie me pide autógrafos ya, creo que se dieron cuenta que me quedaba con los bolis. Comprenderá usted que mi proverbial modestia me impide tomar esos baños de masas.

Sobre todo sin salvavidas.

—Coñas no, que me levanto, me pongo esta careta y me voy ¿Eh? Si us plau…

A ver, la careta es de Albert Rivera. ¿Se ha dado usted cuenta?

—No había más en la tienda de disfraces, tú. Las que les quedaron del carnaval de hace dos años. Pero no he de preocuparme: en Barcelona ahora mismo le tienen más cariño a Rivera que a mí. Con eso te lo digo todo.

Vamos al grano. ¿Qué tal su relación con Leonel Messi tras el follón de hace quince días?

—Yo a Messi le quiero como a un hijo. Le he mandado esta misma mañana un burofax para decírselo. Ha sido todo una serie de malentendidos que suceden en las mejores familias. ¿Se acuerda usted de Puerto Hurraco? Otro malentendido con cosas de la familia. Lo vas dejando, lo vas dejando, por pereza y tal y, oye, se genera un mal rollito no sabes muy bien por qué. Pero ya está todo resuelto.

En su reunión con el padre de Leo, Jorge Messi ¿Quedó todo zanjado?

—No. Pero por poco. Él quiso zanjarme el pescuezo con un facón. Por suerte, los de seguridad del Barça anduvieron rápidos y pararon al bueno de Jorge y luego ya, cada uno en nuestra urna de seguridad, charlamos tranquilamente como personas civilizadas. Menos mal que no me tenía que defender Umtiti, que, si no, termino en urgencias seguro. Jajajaaaaa. Es coña.

¿Algo que decir de Valverde?

—Un gran ciclista. Le deseo lo mejor de cara al Tour, la Vuelta al Estado, la Olimpiada y el Mundial. Tiene mucho mérito seguir en la élite a su edad.

Pensaba en Ernesto, no en Alejandro.

—Ahaaa, Ernesto. Sí, hombre, Ernesto. Claro, claro. Mantenemos una relación afectuosa desde que dejó el club: todas las mañanas me manda por whatsapp el emoticono del zurullo. No falla un día, tú. Eso es cariño, ¿verdad?

Ya. Una última pregunta. Sabemos que es usted gran seguidor de los Simpson y que, de joven, sus amigos le llamaban Bart.

—Cierto. Ahora me dicen Homer. Y yo no puedo impedir ver al presidente de la Liga, Javier Tebas, como Fat Tony; al presidente de la Federación, Luis Rubiales, como Krusty; Quique Setién, como el Ned Flanders; Laporta, como el señor Burns…

Es suficiente señor Bart...Omeu. Suerte.

—Gracias. Me hace mucha ilusión ser el próximo expresidente del Barça. Es un puesto macanudo.