bilbao - Francisco Nicolás Gómez se pasea por Bilbao con su cara de no haber roto un plato. Es una cara como de cerámica. Pero no por la tersura de la piel o el brillo del cutis. Por la dureza. Las nuevas cerámicas a base de tierras raras y metales alcanzan una dureza que ni el diamante. Justo a la altura de la del rostro de este joven de 25 años que, en realidad, no podría realizar estudios universitarios ya que falsificó su examen de Selectividad. Con eso queda todo claro. Se toma un pisco-sour en la terraza de una conocida coctelería del Ensanche. Viste de lechuguino y se peina con onda. Enfocándome con sus ojazos de sabueso hambriento, me pregunta si conozco al alcalde de Bilbao. “Tengo un negocio redondo que proponerle”, subraya.

Acaban de acusarle de atacar con un cuchillo al empleado de una pizzería en Madrid.

-O sea, mira, o sea? Fíjate. O sea. Qué fuerte.

¿O sea?

-Que es una trola. Yo no ataco con cuchillos. Esa no es mi especialidad en el oficio. Eso es cosa de los sirleros. Lo mío es la falsedad documental, la estafa en grado de tentativa, usurpación de funciones públicas y estado civil, revelación de secretos, cohecho impropio, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. Ahí es donde me muevo. Pero de la sirla, el facón y eso estoy limpio. Lo juro.

Ya. ¿Qué quiere ser usted cuando llegue a Gran Nicolás? Vamos, cuando sea mayor.

-De mayor quiero ser Ruiz Mateos.

¿Para comprar el Rayo Vallecano y tener 13 hijos?

-No. Soy del Madrid. Y para niño ya estoy yo. Lo que quiero es dar palos a lo gordo, en plan cientos de millones. Nada de pequeñeces. Me apetece montar un holding y estafar a todo trapo, sacar un montón de pasta a paraísos financieros y todo eso. Y si puedo cascarle un puñetazo a un ministro sociata, pues mejor. En plan guinda del pastel.

Claro, por eso montó usted su propio partido político, aquel Influencia Joven, con el que intentó presentarse a las elecciones europeos.

-Exacto. Pero ya no cuelan ese tipo de iniciativas como cuando Ruiz Mateos y Jesús Gil. No pude pegar el mangazo. Unos años diciendo que estaba en Bruselas y llevándomelo muerto legalmente hubieran sido la pera. Pero ahora nos obligan a ser más creativos.

La gente ha espabilado.

-Sí. Es todo por culpa de los políticos, ellos mismos enlodan el panorama sin necesidad de contar con profesionales de reconocido desprestigio como yo. De todos modos, ningún político le echó tantos huevos como don José María.

¿Aznar?

-No, no, Ruiz Mateos. Cuando lo del Flan Dhul le echó huevos por millares. Admiración eterna. Ídolo. Ni Paesa, ni El Dioni, ni nadie. Don José María. Me voy a tatuar su cara en el pecho con un cintillo en el que se lea: “Que te pego, leche”. Maestro.

Por concretar ¿A qué ha venido usted a Bilbao?

-Por un par de cosillas. Necesitaba cambiar de aires: hay una gente que me busca en Madrid por tonterías y prefiero que no me encuentren. Además, tengo un negocio redondo que proponerle al alcalde de Bilbao y a ese otro señor militar que manda aquí.

¿Militar? No hay ninguno que yo sepa.

-Un general. Me han jurado que manda mucho. Tiene nombre de pelotari. A mi no me engañan con esas cosas.

¿Nombre de pelotari? ¿Militar? Noooo.

-Venga, venga. Lo tengo apuntado aquí? General Unai Rementeria.

Tiene el papelito doblado. Extiéndalo. Pone Diputado General.

-Si manda me da igual que sea civil, aunque yo con los militares tengo mucha mano. Bueno, quiero que sepan que puedo conseguir que un gran evento deportivo de interés mundial venga a Bilbao. Ahí es nada. Lo puedo conseguir con mis influencias. Aunque, naturalmente, eso cuesta un dinero.

Es natural. ¿De qué evento hablamos?

-Discreción.

Total. ¿No ve que soy periodista? Ya no damos noticias.

-Es la Eurocopa 2020 de fútbol. Pelotazo total ¿Eh? ¿Quién se lo iba a decir a Bilbao? ¿Eh?

Por favor, que es público que San Mamés será sede de tres partidos de la Eurocopa 2020.

-¿En serio? Vaya. Si me disculpa un segundo, voy al lavabo.

Una hora después tengo que pagar los tres pisco-sour y el plato de rabas que se ha apretado Nicolás. No regresa del lavabo ni le vuelvo a ver.