bilbao- La sesión de güija en las obras de Termibus, justo donde debía encontrarse una de las letrinas del viejo cuartel de Garellano en Bilbao, da resultado. El espíritu de Francisco Franco (Ferrol de sí mismo, 1892; Madrid, 1975) se apodera del cuerpo del medium, que empieza a hablar con voz temblorosa: “Españoles, tras 44 años de paz eterna se hace más necesaria que nunca la unión de todos los patriotas en la convicción de que nuestra inmarcesible gloria imperial se encuentra en peligro. Los rojos, separatistas y masones, además de gentes que desconocen la virtud de la castidad, amenazan con sus garras ateas esta unidad de destino en lo universal que tanto nos costó forjar. Españoles, alerta. ¡Arriba yo! Ojo, que lo de ‘arriba yo’ no es literal, no se me entienda mal”.

El medium se pone en pie, alza el brazo derecho con la palma de la mano bien estirada y se traspone como si fuera un senador durante un discurso del propio Paquito ante las Cortes Generales. Empezamos de nuevo.

Antes de nada ¿Cómo debo dirigirme a usted?

-Mi difunta, que en gloria esté, me llamaba Franquito. Pero prefiero caudillo, generalísimo o su excelencia.

Disculpe, su excrecencia. ¿No comparte departamento de eternidad con La Colla? estooo, con doña Carmen?

-Quiá. Por raro que pueda parecer, yo estoy en el purgatorio. ¿Se lo puede usted creer? Hay una especie de juez Garzón de la vida eterna que lleva revisando mi expediente todo este tiempo. Me acusa de cuatro cosillas de nada. Que si no sé qué bombardeo, que si unos fusilamientos, dos o noventa mil? y otras chiquilladas. No estoy preocupado: mi defensa es buena, tengo como letrado a Torquemada. Y yo sé que tampoco me quieren meter en el infierno, Satanás no se fía.

Comprenderá que todo eso es por el golpe de estado del 36 y la terrible represión posterior.

-¿Golpe de estado? Yo jamás me he metido en política. Le explico. Mido 1,63. Soy bastante retaco. Que por eso la momia se me está quedando en nada y, al final, cabré en un macetero de los del balcón de la sede de la fundación que lleva mi nombre, y se acabó el problema. A lo que iba: midiendo 1,63, siendo el Messi de los ejércitos mundiales tanto por estatura como por mi proverbial habilidad para regatear la legalidad, yo llevaba alzas en los zapatos. A lo Torrebruno. En los zapatos y en las botas de caballería del uniforme de los Regulares, que eran regulares tirando a malos. Con las alzas podía pegar gritos a los sargentos a mi mando sin que se mearan de la risa entre lo tapón que era yo y mi voz de pito. Alguno ya hizo charquito en el patio del cuartel. Y de ahí el malentendido que lo causó todo.

¿Malentendido? ¿Qué malentendido?

-El general Mola, buen amigote mío, lo que me reía cuando le escondíamos las gafas y se metía en los armarios gritando a los abrigos ‘¡firmes en mi presencia o los mando a todos a picar fosfatos a Sidi Ifni!’. No veía ni torta Mola. Un día que tenía un viaje en avión, le escondí las lupas, y se bajó en marcha creyendo que se metía al lavabo del aeroplano. Menudas risas. Pero eso fue después. Me voy por los cerros de Úbeda. ¿De qué estábamos hablando?

Del golpe del 36.

-¡Ah! Que Mola me preguntó, sería julio del 36: “Paquito, tú te alzas?”. Yo pensé que era por los zapatos. Le respondí que por supuesto. Me abrazó y me dijo que contaban conmigo para salvar la patria. Pensé que qué coó tenían que ver las alzas de mis zapatos con la patria. Más tarde me di cuenta que él se refería a alzarnos contra la República. Pero ya no me atreví a llevarle la contraria. Todo se fue liando-liando y así trabajé como dictador durante medio siglo: por ser bajito. Qué cosas. Era un empleo fijo, eso sí. Es lo que La Collares, que ya sé que le llamáis La Collares, me había pedido siempre: búscate un trabajo fijo, Franquito. Y yo, para que mi mujer me dejara tranquilo, era capaz de cualquier cosa. Menuda mala gaita que le cantaba.

Vaya tema, su excrecencia. Y de lo de sacarle del Valle de los Caídos ¿qué opina?

-Insisto: yo jamás me he metido en política. Y ahora, tampoco. Lo que me extraña es que actualmente el eslogan ‘¡Arriba Franco!’ sea lo que corean los bolcheviques y judeomasones. No hay quien entienda este país.