YA a mediados del siglo XIX, el Ayuntamiento de Bilbao mantenía un servicio de lactancia para niños pobres mediante nodrizas que eran examinadas mensualmente por un médico municipal. Cuando era precisa una lactancia mixta, se socorría a las madres necesitadas con un litro diario de leche de vaca. He ahí la preocupación y el interés del consistorio por hacer frente a la mortalidad infantil de aquellos tiempos, alerta siempre a las contingencias -pongamos que la epidemia de sarampión de finales del citado siglo...- y de las necesidades de la salud materno infantil de la ciudad.

Viajemos en paralelo. Los orígenes de los Consultorios de Niños de Pecho y Gota de Leche se remontan al siglo XIX en Francia. La primera consulta de maternidad que se conoce es la del Hospital de la Caridad de París, abierta en 1892 por el francés Pierre Budin. Además de esta consulta, en la que se examinaban y pesaban semanalmente a los lactantes, Budin crea una escuela para madres en la que se enseñaba cómo cuidar al niño. Por su parte, el Dr. León Dufour, de Fecamps (Francia) organiza la Gota de Leche para ofrecer alimentación artificial que pagaban las madres en función de sus posibilidades. Esta denominación de Gota de Leche se le atribuye a una poesía del poeta romántico Alfred de Musset (1810-1857).

De origen modesto, Federico Echevarría inició sus negocios en la exportación a Ultramar, a través de la Casa de Comercio de D. Federico Echevarría. Fue el suyo un nombre de peso en la época de entre siglos y la ciudad le recuerda por la vieja acería de la que aún queda el testimonio de su chimenea. Pasemos, pasemos al que fue su domicilio, el fabuloso chalé que construyó Leonardo Rucabado y que dio cobijo y asilo, desaparecidos sus usos domésticos, al Montepío y Centro de Asistencia del Niño y de la Mujer que trabaja que estaba situado en la plaza del bombero Etxaniz, en lo que hoy es el Hotel Silken Indautxu. Esta institución así como La Gota de Leche, ubicada en los bajos del mismo edificio -antiguo Sanatorio Maternal y Quirúrgico del Dr. José Luis Echevarría Eche- y que funcionaba como ayuda a las madres lactantes. Dicen los papeles que fueron creados ambos espacios bajo los auspicios de la Caja de Ahorros Municipal (actual BBK) y que a esta última se accedía por una pequeña puerta lateral situada en la calle Egaña y no por la puerta principal que tenía dos tramos de escalera que estaban situadas por donde en la actualidad se accede al restaurante del hotel desde la calle Gordoniz.

Así quedó configurado a finales del siglo XIX un servicio donde se atendía a una media de ochenta madres que no podían alimentar a sus hijos. El médico inspector municipal acudía al consultorio diariamente durante una hora para reconocer a las madres y certificar que no podían alimentar al seno a su hijo, también para examinar a las nodrizas y dar el visto bueno a su salud y, por último, para pesar a los niños y observar su evolución. El periodo de lactancia era de 14 meses y se podía ampliar otros 3 si el médico consideraba que el niño lo necesitaba. Si la lactancia se había llevado bien, la nodriza recibía un premio de 35 pesetas. Bastaba con llevar un año de residencia en Bilbao para tener acceso a estas ayudas.

Pero esto no era suficiente y eran muchas las voces críticas que reclamaban que se estableciera un verdadero dispensario infantil, dispuesto de otra forma y con más amplios fines, cuyos beneficios también serían mucho mayores. Se trataba de seguir el modelo establecido por las Goutte de lait de París que se estaba extendiendo por toda Europa.

En el año 1904 el servicio tomó el nombre gota de leche y aumentó la dedicación del médico municipal encargado de atenderlo; pero no fue hasta 1906 que se consiguió separarlo físicamente de la beneficencia domiciliaria y dotarlo de un consultorio digno. En el año 1907 se incorporó el que iba a ser su médico director hasta el final de la Guerra Civil, José Entrecanales. Nacía una institución que a lo largo de más de cincuenta años iba a ser la punta de lanza de la lucha en pro de unos cuidados adecuados para los niños bilbaínos. Los médicos que la atendían eran municipales, pero su gestión fue encomendada a la Caja de Ahorros Municipal, quien también se encargó de proporcionar locales adecuados. En ellos se realizaban dos tareas paralelas: conseguir alimentación adecuada para los niños cuyas madres no podían lactar adecuadamente, y proporcionar a las familias cuidados de puericultura y educación para una atención correcta a la higiene infantil.

El primer parto

Los papeles, digo. Ahí se insisten en que John Veit-Wilson, ciudadano inglés de padres alemanes, fue el primer niño que nació en La Gota de Leche. Hay fotografías que lo atestiguan. Y ahí mismo puede leerse que la institución La gota de leche llegó a Bilbao en 1904, aunque en realidad su presentación oficial la hizo el 31 de diciembre de 1903. Fue ese mismo día cuando, bajo su patrocinio, se inauguró una máquina muy específica que permitía maternizar la leche de vaca. El principal objetivo de aquella iniciativa de origen francés no era otro que la “lucha contra la mortalidad infantil, originada principalmente por la defectuosa alimentación de los lactantes”. Integrada desde el principio en los servicios ofrecidos por la Beneficencia municipal, su política iba encaminada a procurar, por todos los medios posibles, propagar la lactancia materna a través de la obligación por la fuerza de la convicción “a que sea siempre la madre la que críe al hijo a sus pechos, ayudándose si fuera insuficiente con una leche especial científicamente preparada y apropiada a la edad del niño”. Sólo en casos muy excepcionales la institución podría aconsejar alimentar al niño por métodos artificiales.

El tiempo lo fue amansando todo. El 4 de agosto de 1961 el pleno del Ayuntamiento acordó amortizar las tres plazas de médicos de la Gota de Leche y cerrarla, por considerar que ya no era necesario mantenerla. Quizás porque para aquella fecha, las Cajas de Ahorros habían puesto en servicio su propia red de consultorios de puericultura. De pronto se dio el salto de la cuna a la cama de lujo, habida cuenta que se inauguró en 1990 y renovado en 2007, es un ejemplo de la coexistencia entre la tradición bilbaina de la arquitectura de la fachada y la modernidad del interior. Toda una travesía.