La evolución de las relaciones entre los personajes así como el desarrollo de cada uno, con su particular viaje introspectivo, sientan las bases de un elenco sólido que se alimenta de unos parajes que ayudan a crear un ambiente especial. Destaca la espontaneidad de Verónica Echegui y su personaje, Raquel, que da vida al grupo de amigos y se convierte en la chispa, tanto en las tramas cómicas como en los momentos de drama. “Feliz” por su nominación al Goya a mejor actriz de reparto por Explota Explota (su cuarta nominación), Echegui se embarcó antes en 3 Caminos, el de las series, que quiere seguir explorando: “El cine es el amor de mi vida, pero quiero seguir haciendo series”, dice a Efe.

“Me gustaría seguir porque me permiten pasar más tiempo con el personaje, llevarlo a más lugares”, explica. Reconoce que pasar más tiempo con la “familia” que se forma en el rodaje, cuando son “tantos meses”, es otra de las razones. “Nos ha sorprendido cómo hemos congeniado. No nos conocíamos apenas, pero surgió una sinergia, una historia preciosa, desde que empezamos a ensayar. Con esta gente he compartido una intimidad que comparto con amigos de hace años”, apunta. Es un proyecto en el que ha sentido “libertad” para construir un personaje con el que espera que el público empatice: “Me gustaría que se quedaran con su aceptación de la realidad. Cómo hace todo este proceso a través de desear con ansia el éxito de un modo que no le hace feliz y cómo, al final, encuentra la felicidad en lo que hace porque hace lo que le gusta y ya está. Es un valor importante con el que me gustaría que la gente se quede”, concluye.

Alex González destacó el “reto maravilloso” que supuso este proyecto en el que cada personaje tiene sus “motivos personales” para hacer el Camino, como una culpa que expiar o un viaje de autodescubrimiento. Confesó que le ha permitido descubrir la magia de la experiencia de caminar, esa de la que tanta gente hablaba y en la que él no creía. “Era un poco escéptico. No la sentía”, contó. Él nunca ha sido peregrino, pero lo será. “Merece la pena hacer el Camino las veces que uno necesite, pero como mínimo una. Ofrece la oportunidad de andar y de saber quién eres de verdad o, al menos, de asomarte”, opina.