Tontxu Ipiña cumplirá 52 años el próximo sábado 17 de agosto, el mismo día que arranca Aste Nagusia en su Bilbao natal. Ese acontecimiento le pillará muy lejos del botxo, en la Sierra de Gata extremeña, donde reside desde hace unos diez años. Tontxu se perderá el txupinazo y la esperada aparición de Marijaia en el balcón del Arriaga. Pero un par de meses después tiene en ese majestuoso teatro una cita que le ilusiona aún más. El concierto que ofrecerá el 27 de octubre. Una casilla marcada en rojo en el calendario de su gira de 2024. “Es mi Champions”, apostilla el cantautor, que hará en su ciudad, ante los suyos, un repaso a sus tres décadas en el mundo de la música. Una carrera que comenzó cuando dejó su trabajo de locutor en Los 40 Principales de Bilbao, cogió su guitarra y se marchó a Madrid a probar fortuna con 300 canciones bajo el brazo que había venido componiendo desde los 11 años. Muchas de ellas vieron la luz en Laida, un lugar paradisiaco que le sirvió de inspiración a Tontxu y en el que pasó muchos veranos. Hasta que la música le llevó a otra parte.
“Yo era muy enano cuando empezamos a veranear en Laida, tendría unos 7 años”, comenta. En el camping de Arketa aterrizaron él y su hermana María junto a sus padres, además de varios tíos y primos. Un grupo nutrido. “El camping era una forma de estar en un sitio de lujo a un precio muy razonable”, explica. “Los primeros años dormíamos todos en tienda de campaña, una grande con dos o tres espacios”, recuerda. El lugar les encandiló y con el tiempo decidieron asentarse más cómodamente, “unos en un módulo y otros en caravana”.
La aventura en aquellas vacaciones comenzaba antes de llegar al destino: “Cuando éramos pequeños nos llevaba la familia en coche desde Bilbao. Pero en la adolescencia me he hartado de ir desde Atxuri en tren hasta Gernika y a partir de ahí, a dedo. En aquella época era de lo más normal. Uno te acercaba hasta Arteaga y allí siempre cogías a otro que te llevaba hasta Laida”.
Para Tontxu, aquellos veranos “son sinónimo de deporte”. Y como no podía ser de otra forma en pleno estuario de Urdaibai, el mar era el patio de juego. “Lo primero fue la vela, de la que mi tío José Miguel era muy aficionado. Con el club Itxas-Aize navegábamos por toda la ría de Gernika hasta Busturia, primero en clase Optimist y luego ya en Vaurien y en 470”. Y con 14 o 15 años, comenzó lo bueno de verdad: “Empezamos a coger olas, tanto en Laida como en Laga”. Y aquello le enganchó: “Hacíamos surf aunque nevara. Siempre en el agua, esperando que entrara una borrasca de 850 milibares por Inglaterra. Eso significaba que iba a haber olas al día siguiente. Estábamos constantemente pendientes del parte meteorológico”, relata con pasión.
No era Tontxu de los de tumbarse en la arena a tomar el sol en la playa. Necesitaba acción: “Estuve algún verano como socorrista en Laida. Ya hemos sacado a más uno a quien la corriente le arrastraba hacia Antzoras”. Inquieto también fuera del agua, compaginaba esa labor con otros trabajos ya relacionados con el arte al que consagraría después su vida: la música. “Yo era muy mal estudiante y me puse a pinchar discos en algún local de Gernika para sacarme mis primeros sueldos. Y ya con 17 años empecé a trabajar en verano en la radio de allí, en lo que luego se convirtió en Onda Vasca Gernika. Allí estuve cuatro años, hasta que me fichó Radio Bilbao para Los 40 Principales”, repasa.
De ahí, Tontxu daría el salto a Madrid para luchar por sus sueños en Libertad 8, el café de Chueca convertido en templo de la canción de autor por el que han pasado, aparte del propio Ipiña, figuras de la talla de Ismael Serrano, Pedro Guerra, Rosana o Rozalén, entre otras muchas. A la capital del Estado se fue de la mano de su buena amiga Anne Igartiburu, a quien conoció en el botxo: “Ella siempre decía que a ver si nos iba bien en Madrid, porque tenía la ilusión de tener una casa mirando a Urdaibai y al final lo consiguió”.
La presentadora de Elorrio no es la primera ni la única celebridad que ha buscado acomodo en esa zona de Bizkaia de inconmensurable hermosura. Al otro lado de la ría de Mundaka, en un caserío de Busturia, se instaló hace ya muchos años el músico Kepa Junkera, quien plasmó toda la belleza de Urdaibai en su disco Maren, “una obra maestra”, a juicio de Tontxu. Y mucho antes, el propietario de la célebre productora cinematográfica Izaro Films construyó en Laida una mansión que, una vez abandonada, se convirtió en el parque de aventuras del cantautor bilbaino y sus amigos en la infancia. “De niños le llamábamos la Casa de la China. Estaba encima del camping de Arketa, muy escondida entre la maleza. Recuerdo que dentro había una foto en blanco y negro, y una coca-cola abandonada de hace un porrón de años… Daba miedo”, confiesa.
Ya en la adolescencia, las noches estaban consagradas a las fiestas de los pueblos de la zona, que entre junio y septiembre se sucedían en una retahíla interminable: “No nos perdíamos ni una en todo el triángulo entre Gernika, Lekeitio y Bermeo: Akorda, Natxitua, Ea, Pedernales… Y Madalenas en Elantxobe, que era religión”. Rememora con agrado Tontxu las verbenas con grupos míticos de la época, como Akelarre o Egan, aunque admite que ese no era su estilo. “Desde muy enano me enganché a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Aute… Me cautivaba la letra y tocaba solo con mi guitarrista canciones de autor, algo moñas”, remata con retranca.
Confiesa Tontxu que ha perdido el contacto con sus amigos surferos de aquella época: “Me fui a la meseta hace 30 años y después a Extremadura….”. Y tampoco se prodiga demasiado por Laida últimamente. “He hecho alguna visita fugaz, pero cuando voy a Bilbao estoy unos días para ver a la familia y vuelta”, reconoce. Ahora, desde la Sierra de Gata, a 600 kilómetros, en otro paraíso natural, el cantautor vizcaino saborea los recuerdos de aquellas noches componiendo en Laida, de las que salían pequeñas joyas que almacenaba en casetes, con el rumor del mar de fondo, y que fueron el impulso para que aquel surfista empedernido cogiera la ola que más alto y más lejos le ha llevado en su vida: la de la música.
Nuestro protagonista...
Nombre. Juan Antonio ‘Tontxu’ Ipiña.
Lugar de nacimiento. Bilbao.
Lugar de veraneo. Laida.
Transporte en el que viajaba. Cuando era adolescente, solía coger el tren en Atxuri hasta Gernika y desde allí hacía autostop para que le acercaran hasta Laida.
Su residencia en verano. El camping de Arketa, al principio en tienda de campaña y después en módulo y caravana.
Una anécdota. Estuvo trabajando de socorrista en la playa de Laida algún verano y le tocó rescatar a más de una persona.
su recuerdo imborrable...