BILBAO - No sintió la vocación de actor de niño, fue un descubrimiento por sorpresa cuando tenía veinte años y una conversación con Javier Aguirresarobe le llevó a un casting de Montxo Armendariz para la película 27 horas. Un film que ganó la Concha de Plata del Festival de Donostia. Se fue a estudiar con Cristina Rota y después se encadenaron los trabajos y desembarcó en la serie Goenkale en sus inicios, se fue y hace siete temporadas regresó de nuevo a Arralde, un escenario en el que se siente como en casa. De hecho, Martxelo Rubio es uno de los actores más veteranos de la ficción que ETB-1 emite los lunes y los martes.

¿Cómo es su personaje en ‘Goenkale’?

-Se llama Kandido y a lo largo de tantos años le han pasado infinidad de cosas. Es un hombre hecho a sí mismo y tiene unos valores muy sólidos. No es de los que transige, si alguien le falla, le duele mucho y no vuelve a confiar.

Con los años que lleva en la serie, debe de haberse empadronado ya en Arralde.

-Ja, ja, ja? Por supuesto, casi. Llevo tanto tiempo formando parte de la vecindad de ese municipio que parece que existe y que todo es real. Soy uno de los más veteranos. Hace seis años entramos una familia entera y hemos seguido presentes en las tramas durante siete temporadas.

‘Goenkale’ lleva más de veinte años en ETB-1, ¿cómo ve la serie desde dentro?

-No tiene nada que ver con lo que empezó y eso está bien porque el gran éxito de Goenkale es que ha sabido adaptarse a los tiempos y sigue vigente todavía. Hay que reconocer que los guionistas se estrujan mucho la cabeza para mantener durante tantos años historias que sigan interesando a la gente. Goenkale es una serie que va con los tiempos.

La serie ha recogido los cambios de la sociedad vasca.

-Nos hemos adaptado a todo lo que ha ido ocurriendo. Por poner un ejemplo, ahora hay gente de color que habla euskera y que está en la serie, no era así al principio.

¿Su éxito radica en el tiempo que lleva en emisión?

-En parte sí, y también lo que decía, unos guiones que se ajustan a lo que pasa en la realidad y lo reflejan en sus tramas. Tenemos una audiencia que nos es fiel y la verdad es que los números avalan a Goenkale. Por el momento, la serie cumple los objetivos y se sigue renovando; no estamos en ETB porque sí, a la gente le sigue interesando vernos.

¿Qué tiene Martxelo Rubio de Kandido?

-Pienso que los dos somos unas personas nobles, que somos muy fieles a nuestros principios.

Empezó como actor siendo muy joven en la película ‘27 horas’.

-Lo mío fue el camino al revés. A mí me cogieron de la calle. Me avisó Javier Aguirresarobe de que Montxo Armendariz estaba buscando tipos de la calle y que se iban a hacer unas pruebas; cuando llegué había unos quinientos chavales que como yo aspiraban a tener un papel en la película.

¿Le pillo por sorpresa que le escogieran?

-Sí. No me dedicaba al cine ni a nada relacionado con este mundo y había muchos candidatos. Pero fui pasando filtros y me vi haciendo la película. Fue una cosa muy extraña.

¿Nunca había pensado en ser actor?

-Pues no. Lo mío no era algo vocacional.

¿Tenía algo pensado?

-Tampoco, no tenía claro qué iba a hacer con mi vida; tenía diecinueve o veinte años y no había encontrado mi camino aún. En aquel momento se me abrieron las puertas del mundo.

Su papel como Jon tuvo muy buenas críticas.

-Es curioso porque era la primera vez que me ponía delante de las cámaras. La verdad es que sí, las críticas fueron buenas. Fue fácil, era un gran proyecto, tenía una gran dirección, un guión muy sólido. Mucho mérito no me atribuyo a mí mismo en ese trabajo. El mérito es, sobre todo, de Montxo.

Usted encontró su camino, ¿no?

-Me gustó mucho la experiencia y decidí apostar. Me fui a Madrid con la idea de formarme en esta profesión; como digo, yo era alguien de la calle. Me fui a la escuela de Cristina Rota, ella también estaba empezando, ahora es una profesora de referencia.

¿Fueron difíciles los comienzos?

-También en este caso fue al revés. La película, como has dicho, tuvo muy buenas críticas. Me abrió puertas y tuve más opciones; lo difícil llega después, y es mantenerte en esta profesión. Los inicios no fueron dificultosos para mí, lo que vino después sí que ha sido más costoso.

¿Puede compaginar ‘Goenkale’ con otros trabajos?

-Con teatro sí, con otras series no porque Goenkale es muy exigente en cuanto a trabajo, se graba de lunes a viernes. Se puede con pequeños papeles en cine y, sobre todo, con teatro. Es cierto que cuando haces televisión y funciones solo vives para trabajar, grabamos por las mañanas y se ensaya por las tardes. Ahora estoy con una obra, La calma mágica, en la versión en euskera. Es una coproducción de Tanttaka y el Centro Dramático Nacional.

¿Hay diferencias entre Madrid y Euskadi a la hora de trabajar?

-Las diferencias no son geográficas, están más presentes en el tipo de montaje. Una serie no tiene diferencia si se hace en Euskadi o en España, lo que marca la diferencia es el tipo de producto y cómo se haga. Se va a notar en el resultado final si el trabajo se ha hecho con tiempo y con mucho mimo. Tanto en Euskadi como en Madrid, si hay medios, lo hay. Las diferencias pueden estar en los medios que se ponen para hacer un producto.