Director y guionista. Richard Curtis. Reparto. Domhnall Gleeson, Rachel McAdams, Bill Nighy, Tom Hollander. Música. Nick Laird-Clowes.
Una cuestión de tiempo podría referirse a la propia esencia del cine: es un arte del tiempo en confrontación, por ejemplo, con la escultura (un arte del espacio). El tiempo adquiere una importancia vital en la nueva película de Richard Curtis (director de Love actually y guionista de Cuatro bodas y un funeral), que narra las aventuras de un joven que re(aprende) a vivir una vez que adquiere un nuevo conocimiento. Por lo tanto, una confesión le cambiará la vida. Así de sencillo. Hablando de tiempo (o tiempos) es importante verificar cómo se retrata ese momento capital en la película: el momento del descubrimiento de algo increíble. En ese instante, el espectador puede tener una sensación desigual ante lo que descubre junto al personaje principal, un pelirrojo no especialmente atractivo y con pinta de debilucho. Puede pensar que ha sido contado de forma lineal o poco acertado (de sopetón, sin tacto). Después, descubrirá que no es del todo así.
Esa escena puntualiza durante casi todo el relato una estrategia de reajuste o la visualización de la importancia del tiempo en la economía de contar las historias en el cine: de repetir, dilatar algunas escenas? Asimismo, el protagonista tendrá que gestionar su propio tiempo (se entendería mejor al ver la película).
Entremos ahora en el segundo momento clave de la historia: el significado del tiempo (o el significado de la felicidad). Una cuestión de tiempo asume que, más allá de lo que le pasa al protagonista, todo el mundo comparte la idea de que puede estar malgastando el tiempo o teniendo actitudes negativas. Es en esos momentos finales cuando se insiste en la felicidad de las pequeñas cosas y la importancia de tener una actitud positiva (no descubre nada, pero conviene recordarlo).
Por tanto, los subrayados del optimismo pueden tener varias lecturas: 1) el director no sabía cómo acabar o redondear la historia centrándose exclusivamente en los protagonistas; 2) imbuido por un carácter oportunista, cree necesario que las películas tengan un espíritu anticrisis: de cambio y reflexividad; 3) una fábula moral sobre el tiempo y la felicidad es algo así como un final abierto y de felicidad encubierta.
Lo que sí se podría concluir es que gustará a mucha gente. En la última edición del Zinemaldia, resultó ganadora del Premio del Público a la mejor película europea. Y lo entendemos y lo compartimos. Además, tiene un regusto de despedida. Podríamos añadir una cuarta lectura: el final de la película es una despedida del director, que hace un guiño al espectador insistiendo en la propia experiencia cinematográfica (estrés, búsqueda de financiación, rodaje?.). Un calvario, vamos. Recordemos que Richard Curtis ha anunciado que este será su último trabajo ya que "desea pasar más tiempo con su familia". El tiempo lo dirá.
Equilibrio Sin ser una película redonda, pone en cuestión las formas narrativas de un director que, acomodándose en las comedias románticas, infiere a sus películas un regusto irónico: personajes atrapados en su destino. En esta obra-despedida, confía su suerte a algunos personajes no tan logrados pero que caen bastante bien. El personaje principal, un antihéroe contemporáneo, no es excesivamente carismático, pero logra convivir con un don repentino. Finalmente, busca el equilibrio entre lo disfuncional y lo incorrecto: la familia no es que sea especialmente rara o atípica, aunque el director subraye algunas esencias desequilibradoras (el tío gruñón y la hermana).
Es difícil entender que un verdadero cineasta sea consciente de su despedida (es sospechoso que pueda estar sin hacer cine), pero sin sugerir que se trate de un acto promocional, Una cuestión de tiempo es una obra valorable. Tiene los puntitos justos (melo)dramáticos, que se reajustan y se perdonan fácilmente. Además, contiene una liturgia de buenas intenciones y armonía de sentimientos. Si quiere pasar un rato distendido y pensar en (su) tiempo, está ante esa obra que plantea acatar el optimismo. Otra cosa es que se comparta la valoración de Kate Moss como icono saludable de regeneración. Esa es otra historia y otra lectura de la supervivencia.