En los últimos tiempos en el sector de la construcción, y más concretamente en el de la edificación, se están tomando medidas para reducir el impacto en el medio ambiente.

La construcción sostenible es el camino por el que se inclinan ya muchas constructoras a la hora de llevar a cabo sus proyectos, tanto de edificación como de rehabilitación. Construir de una forma sostenible es una acción que abarca muchos aspectos, que van desde la elección de los materiales de construcción, el proceso constructivo, e incluso, el entorno urbano, la fase de demolición y la gestión de residuos.

El lugar donde se va a llevar a cabo la obra es muy importante, evitando áreas de gran contaminación atmosférica y acústica, líneas eléctricas y zonas cuyo subsuelo tenga fallas geológicas. Todo esto se puede analizar mediante un estudio geobiológico del terreno.

Otra opción es la reutilización de un edificio manteniendo los máximos elementos estructurales posibles, lo que ayudaría a un menor impacto medioambiental en el proceso constructivo.

Igualmente, la zona que rodea a la vivienda debería contar con grandes áreas de vegetación, ya que ayudará a disminuir la contaminación atmosférica y colaborará al confort térmico y climático.

Pero tan importante como el emplazamiento es la orientación en la que se construye un edificio, así como la utilización de energías renovables para el autoconsumo que ayuda a reducir el impacto ambiental.

La más utilizada en las viviendas es la fotovoltaica, por las facilidades que presenta su instalación y uso. Con la colocación de una o varias placas permite a la vivienda llegar a ser autosuficiente energéticamente.

Tampoco hay que olvidarse del aislamiento térmico. Para conseguir una correcta eficiencia energética es necesario que la construcción cuente con un buen aislamiento térmico que dificulte la variación de temperatura. Esto se puede conseguir con la utilización de ventanas de doble cristal o con rotura de puente térmico y con un sistema de aislamiento térmico de exteriores (SATE). Por consiguiente, la colocación de estos sistemas puede suponer un ahorro de energía entre un 60% y un 90%.

También es necesario optar por materiales naturales o reciclables, muchos de los cuales luego se convertirán en residuos.

Algunos ejemplos de estos tipos de materiales son los ladrillo cerámicos, la piedra, la madera, las fibras vegetales, etc.

Por otra parte, si se opta por utilizar productos plásticos como pinturas, imprimaciones, aislantes, etc, estas deben ser ecológicas y no tóxicos.

Por último, es conveniente también la instalación de sistemas que hagan un seguimiento y control del consumo eléctrico, temperatura, humedad, etc.