Las acusaciones han concluido que F. M. S. asesinó a su esposa e hija en un acto “de maldad” premeditado, brutal, sanguinario y sin dejarles posibilidad de defensa, en un doble crimen “porque le estorbaban”, y han rechazado que tuviera una enfermedad mental que le afecte a su imputabilidad. “Soy tan desgraciado que no puedo pedir perdón” porque “es imperdonable” y “estoy completamente destruido y creo que la gente sufre, pero yo sufro más que nadie y sufriré toda mi vida”, dijo en su último turno de palabra el acusado.

“Toda la vida intenté que las niñas fuesen felices y no las llamo niñas por infantilizarlas, sino porque en mi familia se llama así a las mujeres”, añadió tras escuchar a las acusaciones calificarle de “monstruo machista”, con “un perfil narcisista” que consideraba incapaces e inferiores a su esposa y a su hija. Las partes han solicitado penas de hasta 25 años por los dos asesinatos con agravantes de parentesco y de género, y el representante del Ministerio Público ha pedido al jurado que “hagan justicia por la memoria de las víctimas y para garantizar que el acusado esté entre rejas el mayor tiempo posible”.

No hay frase más machista” que cuando el acusado dijo que las mató para que no sufrieran, que evidencia que era “dominante” y se quiso “erigir en un ser supremo”, y decidió hasta cuándo pudieron vivir su esposa y su hija, denunció. A su entender, el jurado –compuesto por 7 mujeres y 2 hombres– debe dilucidar “si realmente fueron ejecutadas a traición” y “sacrificadas”, y “no pudieron en ningún momento defenderse” del primer ataque mediante el golpes en la cabeza con una maza de demolición y degollándolas después “con ira, saña con furia”, por lo que murieran desangradas.

Aquel 10 de marzo de 2020, la esposa de 56 años “que venía sufriendo esa lacra silenciosa, oscura y demoledora de la violencia de género” desde hacía tiempo y su hija de 24 años, con toda la vida por delante “sufrieron la visita de un verdadero monstruo y no pudieron escapar de una acción ejecutada de forma consciente, voluntaria y planificada”, sentenció el fiscal. Rechazó además cualquier tipo de enfermedad mental del autor del crimen: “Actúa con plena consciencia y no se puede justificar la maldad como una enfermedad”. “Basta ya de estigmatizar a los enfermos mentales”, zanjó.

Como el resto de acusaciones, destacó que ningún testigo declaró haberle visto borracho ni que actuara de forma extraña o poco coherente, y que incluso mantuvo varias conversaciones por teléfono y salió con normalidad a tomar un vino tras el doble crimen y fue capaz de detallar a su familia el estado de las cuentas de la empresa, sin ningún signo de delirio, como tampoco lo percibieron los médicos que le vieron en el hospital.

“Falta de rigor científico”

Ambas partes coincidieron también “en la falta de rigor científico” del informe de la psiquiatra de la cárcel de Basauri que estima que el acusado sufre “una depresión profunda con rasgos deliroides”, frente al documento expedido por el equipo de especialistas de la Unidad de Valoración Forense Integral de Bizkaia, que rechazó que sufriera ningún tipo de patología que alterara su responsabilidad en los hechos.

Por su parte, la representante de la Abogacía del Estado aseguró que “este caso no es un acto de locura sino que hunde sus raíces en la maldad”, mientras el letrado de la familia aseguró que ambas víctimas “vivían con terror” al acusado en un clima familiar que “era un infierno, aisladas socialmente y controladas en todo momento”. “Fue violencia de género”, calificó.

Desde la asociación Clara Campoamor destacaron que el acusado minusvaloraba a ambas mujeres. “Vivían una situación de dominio y subordinadas a él en toda su vida”. A su juicio, la forma matarlas también probaría el agravante de género: “Como lo hacía con los animales de granja”, evidencia que para él las mujeres “eran inferiores”, unido a los comentarios machistas que solía hacer presentando a las mujeres como meros objetos sexuales.

El apunte

“Premeditó”. El abogado de la familia subrayó que “hubo asesinato” y que el acusado “buscó la superioridad, la indefensión de ellas, premeditó” y, según remarcó, “todo ello es solo entendible desde la agravante de género”. “Fue violencia de género”, insistió. Desde la asociación Clara Campoamor, su letrada afirmó que está “sobradamente probado” el asesinato con “todas las modalidades” de alevosía y aludió a la forma en que se cometió el crimen en la que, según dijo, las “asimiló a los animales de su granja”.