Plentzia - Cerca de una decena de familias de Plentzia permanecen desde ayer por la tarde incomunicadas después de que la única carretera por la que pueden acceder a sus viviendas, Junkera Bidea, sufriera un desprendimiento de importantes magnitudes. Los afectados pudieron sacar, con precaución, sus coches de los caseríos y chalés y estacionarlos en una explanada cercana para poder desplazarse con ellos a otros puntos, pero, de momento, el recorrido hasta sus casas lo tienen que realizar a pie.

Ante esta situación, el Ayuntamiento estudia habilitar una ruta alternativa por un vial que transcurre por Gorliz, “pero que no está acondicionado para el tránsito”, admitía ayer el alcalde, David Crestelo, que emplazaba al día de hoy para llevar a cabo una “evaluación seria” con los técnicos municipales y analizar las consecuencias de lo sucedido y las posibles soluciones hasta que el Ayuntamiento pueda reparar este camino. “Nuestra primera inquietud es garantizar la seguridad ciudadana y tras el desprendimiento, esa carretera no está en condiciones para que se pueda circular por ella, por eso se ha cortado el paso”, aseguró el primer edil, que se desplazó al lugar con otros responsables del Consistorio para una “inspección visual”.

Casi la mitad del largo de Junkera Bidea, en Gandias, cayó desprendida como consecuencia de las fuertes lluvias de los últimos días. Y tanto el alcalde como los propios vecinos de la zona -una veintena aproximadamente- opinan que la carretera continuará deshaciéndose. “No hay un firme de roca, es arcilla; se sigue filtrando el agua y también, abriendo grietas”, indicó Crestelo. “Esto va a ir a peor, el panorama no es nada halagüeño y creo que va para largo hasta que podamos recuperar la normalidad”, comentó ayer uno de los habitantes de las viviendas perjudicadas, que prefirió no dar su nombre.

Hacia un caserío con vacas Los trozos de la calzada fueron a parar a la zona donde los propietarios de un caserío con ocho vacas dan de comer a estos animales. Las reses no se vieron dañadas por el desprendimiento, pero el lugar está “lleno de barro y tierra”, como señalaron los dueños. “No sé cómo nos las vamos a arreglar, estamos pensando cómo hacer, porque las vacas no pueden salir fuera porque no tienen nada que comer”, lamentaron.

Por otro lado, otra de las personas que vive en esta parte de Plentzia considera que la explanada donde están aparcando los vehículos “en poco tiempo va a estar impracticable porque es hierba y como siga lloviendo...”. Además, la alternativa de acceder a sus domicilios por el vial de Gorliz tampoco le convence porque “es una pista forestal”.

Junkera Bidea no es la única área de Plentzia en la que las lluvias han provocado serios daños. Y es que una de las entradas a la urbanización del Abanico-Isuskiza también está cerrada por el derrumbe de la ladera hacia la carretera. El pasado viernes ya comenzaron estas caídas de una parte del monte, no obstante, estas personas pueden acceder a sus casas por el otro puntos, al que se llega desde Urduliz.