Bilbao - “Buenos días a todos. Me llamo Jon Ezkurdia. Tengo 55 años. Llevamos siete días escuchando cosas en las que me veo implicado en unos hechos respecto a la muerte de una persona. Sufro un shock traumático; sigo tratándome desde ese día... Yo nunca, nunca, nunca, he pensado, ni planificado la muerte de mi marido. Era mi media naranja, me falta media parte de mí”. Con estas palabras, el acusado de asesinar al actor Koldo Losada concluyó ayer la séptima y última sesión del juicio que se ha celebrado en la Audiencia Provincial de Bizkaia para esclarecer si Jon Ezkurdia es culpable de asesinato con alevosía por matar a su marido el 19 de noviembre de 2014.
En la vista oral de ayer, los miembros del jurado observaron con detenimiento el visionado de las grabaciones del portal de la vivienda de la pareja, del supermercado donde supuestamente Ezkurdia compró dos botellas de Martini blanco y del cajero donde habría sacado hasta 1.800 euros con tres de las tarjetas de su marido, una vez este fue asesinado. También se pudo ver por última vez con vida a Koldo Losada junto a su marido y su perro, Gastón, tras un paseo.
Tras concluir con el visionado de las cámaras y dar por terminadas también todas las pruebas periciales y testificales, la fiscal Camino Fernández; la abogada de la acusación particular, Ana Palacio, y la letrada de la defensa, Jone Goirizelaia, elevaron a definitivas las peticiones de pena de sus escritos provisionales. El Ministerio Fiscal mantiene su petición de veinte años de prisión y pide que se indemnice a los tres hermanos de la víctima con 42.000 euros. La fiscal basó su petición en que el día de autos el acusado, en una hora no determinada, “con ánimo de acabar con su vida y aprovechando que se encontraba adormecido, y sin darle oportunidad de huir o defenderse, le golpeó en la cabeza”.
“Todos sabemos que un golpe en una zona vital te lleva a la muerte, pero el acusado no le golpeó una vez, sino hasta cuatro veces para ocasionarle la muerte”, argumentó Fernández. Además, respecto al malestar que Koldo Losada podría haber sufrido, la fiscal recordó que la pareja había comido unas pechugas en mal estado, lo que provocó a Ezkurdia una descomposición, “pero estar mareados, y según declararon sus propios familiares, con síntomas como si le hubiera dado un ictus, eso no es compatible con una intoxicación alimentaria”.
Contradicción Tajante y segura, la fiscal también recalcó que Jon Ezkurdia sabía lo que hacía. No solo eso, “además, lo quería hacer”, manifestó. En esta misma línea, el Ministerio Fiscal recalcó que el acusado había cambiado su declaración, ya que en el Juzgado de Instrucción, según su versión, Ezkurdia habría reconocido que sí fue a la tienda a por las botellas de alcohol mientras que el pasado lunes se limitó a decir que no recordaba nada. “Tenía tanta capacidad de movimientos que incluso fue capaz de pegar el dedo de la escultura del pie humano”, se jactó.
En una línea similar se mostró Ana Palacio, quien con severidad tildó al acusado de “mentiroso”. Así, la acusación particular mantiene que Ezkurdia, “de forma sorpresiva e inesperada, con la voluntad de acabar con la vida de su marido, tomó un objeto contundente de forma alargada y le asestó con el mismo varios golpes en la cabeza a Koldo Losada, causándole la muerte por hemorragia cerebral traumática, originada por fuertes traumatismos craneoencefálicos”.
Palacio mantiene que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato con alevosía y suprime de su alegato final que subsidiariamente pueda constituir un delito de homicidio. Por ello pide veinte años de cárcel por asesinato, con la circunstancia agravante de parentesto, y 25.000 euros de indemnización a cada hermano de la víctima.
Elucubraciones Por último, la defensa aseguró que las afirmaciones y declaraciones de la fiscal y acusación están sujetas a elucubraciones y que alguna de ellas no ha quedado demostrada de manera objetiva. Jone Goirizelaia solicitó a los nueve miembros del jurado popular que solo se ajustaran a juzgar los hechos que han quedado probados. Por ejemplo, y en este contexto, la letrada aseguró que los mensajes ininteligibles que la víctima envió a su abogado el día de su crimen no son relevantes, ya que, “a mí muchas veces me ha pasado enviar cosas raras sin querer” o “darle a las teclas y enviar mensajes mientras hablo”. En esta línea, también opinó que respecto al posible envenenamiento a la víctima: “Yo soy una persona muy rara. Si alguien me da de beber algo que sabe raro, no sigo bebiendo”.
La última palabra la tuvo el propio acusado. Una vez más, Ezkurdia aprovechó la oportunidad para hacer hincapié en sus lagunas y falta de memoria. Destacó también estar convencido de su inocencia aunque, de demostrarse lo contrario, pidió disculpas, especialmente a su marido: “Yo amaba a mi marido, como él me amaba a mí. Quiero pedir perdón a todo al que he hecho daño, pero sobre todo a él. Koldo era mi mejor amigo, mi compañero, y ahora estoy solo y me falta como media parte de mi persona”.
La justicia está ahora en manos del jurado popular. Hoy se hace entrega del objeto del veredicto.