Bilbao - El camino de Saratxe es una zona de Artxanda, a caballo entre Bilbao y Zamudio, en la que hasta hace un año se respiraba tranquilidad. Es un punto en donde sus vecinos están en contacto con la naturaleza y apartados del mundanal ruido, en el que la calma debía ser la nota predominante. Pero, actualmente, no es así, ya que desde hace aproximadamente un año se sienten "vigilados" y ven "en peligro" sus hogares. Tanto que hasta han creado un protocolo de aviso ante la detección de personas sospechosas. Una llamada de teléfono les pone sobre aviso y si ven peligro avisan inmediatamente a la Policía Municipal.

"En los últimos meses, vienen por aquí grupos de gente para vigilar si los baserris están vacíos o no. Suponemos, que con la intención de entrar a robar", asegura Manuel Josenje, uno de los vecinos que lleva más de cuarenta años residiendo en este lugar. Aunque en estos últimos tiempos no ha habido robos, sí tienen una percepción de inseguridad que jamás habían sentido. "En lo que llevo yo viviendo aquí, nunca había visto nada igual. Esto es un lugar muy apartado y aparece gente haciendo cosas muy extrañas", desvela Manuel.

Por todo ello, en la reunión de la asociación de vecinos que realizaron el pasado domingo, se hizo patente la preocupación existente en el colectivo ante los acontecimientos que viven a lo largo del último año. De hecho, el último episodio de este tipo estaba fresco en la memoria de los vecinos, ya que sucedió el pasado sábado. Manuel Josenje fue testigo directo de lo ocurrido. "Hacia las 22.00 horas apareció una persona corriendo y me dijo que se había desorientado mientras corría por Begoña y que había acabado aquí. Quiso darme la mano, pero no me fíe para nada. ¿Cómo iba a acabar aquí? Luego, vi cómo unos metros más allá se montaba en un coche con otras dos personas. Son cosas muy extrañas", relata este hombre. Es solo uno de los episodios que han sucedido en estos meses y que mantienen alerta a este grupo de habitantes de una decena de baserris. "La verdad es que estamos en una tensión constante. Siempre estamos pendientes de quién pasa porque nos sentimos muy inseguros", señala Charo Vecino. Ella sufrió un robo en su vivienda hace una década. Quizá por ello es de las vecinas que más preocupada se muestra ante la actual situación. "Nos gustaría tener mayor presencia policial en la zona. Somos personas mayores y esto, la verdad, desgasta mucho", destaca. Y es que los acontecimientos de los últimos tiempos no ayudan a calmar a estos vecinos. "Hace cuestión de dos semanas, nos encontramos con que habían abierto la perrera municipal -situada a escasos cien metros de esta zona- y avisamos a la Policía Municipal", destaca Asier, otro de los vecinos.

Propiedades que aparecen abiertas, sensación de estar siendo vigilados y, también, envenenamientos de perros. Asier ha visto cómo varios de sus canes han fallecido a lo largo de estos años por haber ingerido veneno. "Voy a uno o dos perros muertos al año por envenenamiento. Así lo indican las necropsias que les han hecho". Manuel no tiene la certeza, pero sí la sospecha de que Boomer, uno de sus canes pudo ser envenenado. "El perro estuvo muy raro varios días hace cosa de un mes. No comía, no se movía de su caseta... Raro para lo alegre que él es", explica.

incidente grave, el pasado julio Pero el episodio más grave de todos los que han acontecido en esta zona en el último año tuvo lugar en julio del año pasado. Charo y su yerno Gotzon fueron testigos directos de lo que aconteció aquella tarde de verano. De pronto, mientras comían, escucharon tres disparos. "Nos asustamos mucho", relatan. Acto seguido vieron cómo una persona entraba pidiendo auxilio por uno de los laterales del terreno que rodea su casa. "Al verle venir corriendo, nos asustamos muchísimo. Avisamos a la Ertzaintza de lo que había pasado, vinieron y se llevaron a aquella persona", recuerdan.

Con el inicio del verano, también llega la época de más preocupación para estos vecinos, ya que suele ser el periodo en que los amigos de lo ajeno actúan con mayor asiduidad en pisos y casas del territorio. "Ahora que llega el verano es cierto que estamos más preocupados, ante lo que pudiera pasar", desvela Charo. Ante este escenario, su única arma es la prevención, la coordinación y la comunicación. "Tenemos que estar alerta para intentar evitar robos", repiten.