Un índice de masa corporal (IMC) excesivamente alto en los adolescentes está relacionado con el desarrollo de la diabetes de tipo 1 y no sólo con la forma de tipo 2 normalmente asociada al exceso de peso.

Tradicionalmente, la diabetes de tipo 1 se ha denominado diabetes infantil y se presenta en niños de cualquier edad y peso, aunque también puede desarrollarse en la adolescencia y hasta bien entrada la edad adulta. Sin embargo, la epidemia de diabetes que está creciendo rápidamente en casi todos los países hoy en día consiste sobre todo en casos de diabetes de tipo 2, relacionados con factores de riesgo como la obesidad/el exceso de peso, la escasa actividad física y el aumento del comportamiento sedentario.

Recientemente, los estudios en niños pequeños han puesto de manifiesto que existe una asociación entre el aumento del IMC y el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 1, aunque las pruebas en la adolescencia tardía son limitadas.

Ahora, un nuevo estudio ha analizado la asociación entre el IMC en la adolescencia tardía y la diabetes tipo 1 incidente en la edad adulta joven. Para ello, se ha medido el peso y la altura y se ha utilizado un modelo estadístico para calcular cualquier exceso de riesgo de diabetes tipo 1 asociado al sobrepeso o la obesidad.

En un modelo ajustado por la edad, el sexo y las variables sociodemográficas, el aumento del riesgo de diabetes de tipo 1 se incrementa a medida que aumentaba el IMC.

Para los autores del estudio, cada vez hay más pruebas de la relación entre la obesidad y varias enfermedades autoinmunes. Una posible explicación que aportan es que los elevados niveles de adipokinas y citoquinas inflamatorias asociadas a la obesidad disminuyen la autotolerancia al promover procesos proinflamatorios que conducen a la diabetes.

“Otros factores asociados a la obesidad pueden contribuir al desarrollo de la autoinmunidad, como la deficiencia de vitamina D, el consumo de una dieta rica en grasas y la modulación de la microbiota intestina”.

Los autores sugieren varios mecanismos biológicos para explicar la asociación entre la obesidad y la diabetes de tipo 1. Una de ellas es la hipótesis del “acelerador”, que parte de que tanto la diabetes de tipo 1 como la de tipo 2 están causadas por la resistencia a la insulina en un contexto genético que afecta al ritmo de pérdida de las células beta productoras de insulina en el páncreas y que, por tanto, da lugar a la presentación clínica de la diabetes. Según esta hipótesis, el aumento de la demanda de insulina hace que las células beta sean más “antigénicas” (propensas a la autodestrucción) y, por tanto, acelera su pérdida por lesión autoinmune.

El estudio prevé que alrededor de 1 de cada 8 de los nuevos casos diagnosticados de tipo 1 en el estudio pueden atribuirse a un peso anormalmente excesivo en la adolescencia. Así pues, con el aumento de los niveles de obesidad, especialmente de la forma grave, cabe esperar que el actual aumento anual de los casos de tipo 1 (que oscila entre el +2% y el +4% en la mayoría de los países de renta alta) sea aún más pronunciado.