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Escapadas

La Graciosa: una isla toda natural, sin asfaltar y con playas paradisíacas

Ideal para el otoño por su clima, ofrece tranquilidad y combina naturaleza virgen, buenas playas y turismo activo

En imágenes: La Graciosa, pequeño tesoro y antiguo isloteTurismo de Lanzarote

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Pequeño tesoro y antiguo islote, La Graciosa es la última y pequeña isla incorporada a Islas Canarias, a un paso de Lanzarote. La bonanza de su clima, que ha rondado los 20 grados a principios de esta semana de puente, sirve de llamada en otoño para quien desee disfrutar de tranquilidad, naturaleza virgen y playas de aguas de color turquesa. Además, ofrece planes diversos de turismo activo.

Pequeña, tranquila, sin asfalto ni contaminación, con la circulación a motor restringida, naturaleza virgen, playas paradisíacas de aguas turquesas y arena blanca, paisajes austeros, apenas habitada… En pleno siglo XXI resulta difícil de creer, pero sí, existe en territorio europeo un lugar así, sinónimo de tranquilidad y desconexión, que responde al nombre de La Graciosa.

La menos conocida de Islas Canarias, está situada al noroeste de Lanzarote, de la que la separan apenas siete kilómetros que las embarcaciones marítimas cubren a diario. Junto a cuatro islotes, forma parte del Parque Natural del Archipiélago Chinijo, y prácticamente la totalidad de sus cientos de habitantes vive en uno de los dos núcleos de población de la isla, Caleta de Sebo.

Una de sus seis playas.

Con poco más de 700 vecinos y 29 km² de superficie, la octava isla del archipiélago canario cuenta con un clima excepcional para la época. Refugio para aves marinas, está protegida en su totalidad e invita al descanso, a tomar el sol y baños revitalizantes, a descubrir sus rincones a pie o en bicicleta, y a disfrutar de la gastronomía canaria junto al mar.

Aunque sea otoño, resulta obligado visitar algunas de sus seis playas, de arena blanca y aguas turquesas, según tus pretensiones: La Francesa, al sur, para practicar snorkel y con el Mirador del Río, de César Manrique; La Cocina, para nadar o bucear junto a un antiguo volcán; Las Conchas, en el noroeste, es una de las más hermosas aunque el oleaje bate con fuerza; la Playa del Ámbar, hacia el norte dirección este, salvaje y poco frecuentada, con peligrosas corrientes y vientos; La Naja, en Caleta de Sebo, ideal para los más txikis al ser la más familiar, y El Salado, que obliga a caminar 15 minutos, está rodeada de pequeñas dunas y cerca de la única zona de acampada de la isla.

Una bici para las rutas.

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Turismo activo

Una de las mejores maneras de recorrerla, además de a pie, es en bici, de forma respetuosa con el entorno y sin esfuerzos porque es un territorio llano y señalizado. Para quien guste de tirar de zapatilla, existen senderos que recorren gran parte de un territorio dominado por paisajes volcánicos en los que no encontraremos árboles ni sombras donde resguardarnos del sol. l