Peñaranda de Duero, a los pies de su castillo medieval, aparece en los campos ribereños de la comarca burgalesa del Duero como una de las villas más bellas y pintorescas de Castilla y León. Cercana a Bizkaia, su conjunto formado por el castillo, el Palacio de Avellaneda y el pueblo, fue declarado Monumento Histórico Artístico.
La población, que conserva su casco medieval, extiende sus casas alargadas recostadas en una ladera, cercada antaño por una muralla de la que todavía se conservan algunos restos. De visita obligada es la Plaza Mayor, una de las más hermosas del Estado y que aparece presidida por un rollo de una esbeltez y elegancia extraordinarias en el que predomina la decoración flamígera.
A la Plaza Mayor, conocida como del Duque, se accede por un bonito arco y en ella se sitúan los edificios más destacados de la villa: a la derecha, la ex Colegiata Abacial, del siglo XVI y con un diseño y trazado de atrevidas líneas, y a la izquierda, la fachada del Palacio de Avellaneda, con portada plateresca, magnífico patio de doble arquería, elegantes salones y escalera de honor. La plaza también acoge los magníficos soportales de las edificaciones antiguas, una artística fuente y la farmacia más antigua del Estado en funcionamiento, que se puede visitar en función de la actividad del negocio.
Además, desde ella, al fondo, en alto, se divisa el castillo, de visita obligada con entradas a tres euros. Se atribuye al primer conde de Miranda, entre mediados y finales del XV, repite un ventajoso emplazamiento entre un monte y un río, tiene una planta alargada y quebrada adaptada al escarpado roquedo sobre el que se asienta y mantiene su foso.
Gastronomía
En Peñaranda de Duero, como en toda su comarca, la fama de sus monumentos es semejante a la de su gastronomía, con los asados a la cabeza. El plato fuerte es el lechazo, que debe ser menor de un mes y sin haber catado hierba. Su época ideal es la primavera, cuando la oveja ha comido los mejores pastos, lo que aporta calidad a la carne de sus crías.
Otras especialidades de la zona son las chuletillas de cordero asadas, sin olvidar postres como los quesos blancos y blandos, el arroz con leche, las rosquillas y dulces como las yemas y empiñonados.