Con la generosa compañía y guía del escritor Ibon Abad nos sumergimos en las inmediaciones de Izarra, su localidad adoptiva. Esta ruta nos lleva a sus recuerdos montañeros de niñez por una Álava no tan frecuentada como debiera.

 DATOS PRINCIPALES  

·        Kilómetros: 10 km

·        Desnivel positivo: 292+ 

·        Duración: corriendo 1:40h / Caminar - correr: 2:10h / Senderismo 3:00h

LLEGADA AL PUNTO DE PARTIDA   

·        Desde Vitoria, salimos por Lakua para por medio de la N-622 llegar hasta casi Altube. Tomamos la salida 22 para acceder a la A-2521 dirección Izarra/Orduña. En breve giramos a la izquierda en el desvío para llegar a Izarra.

·        Desde Bilbao, salimos por San Mames y tomamos la A-8 sentido Donostia y después la AP-68 hasta Altube donde la abandonamos la autopista en la salida 22. Inmediatamente tomamos el desvío hacia Izarra.

·        Desde Donostia saliendo por Amara nos incorporamos a la A-8 y después a la N-1 sentido Madrid. Tomamos la salida 352 para incorporarnos a la N-622 y a partir de aquí seguimos las indicaciones del primer punto.

·        Desde Pamplona, por medio de A-15 y después de la N-1 llegamos a Vitoria. Allí tomamos la salida 352 por la cual nos incorporamos a la N-622. A partir de aquí continuamos los pasos del primer punto.

DESCRIPCIÓN  

La sierra de Gibijo es una de las sierras menos conocidas de la provincia de Álava. Realmente es muy injusto, ya que esta meseta delimitada por los cortados de Delika al oeste con su gran aliciente que no es otro que el salto del Nervión ya en las cercanías del Monte Santiago y la sierra Salvada o Gorobel, tiene muchas cosas que ofrecernos en todo su entorno.

Ibon en el parque de Ostuño Gonzalo Pérez Zunzunegui

Partimos de Izarra, lugar más importante por tamaño y población del municipio de Urkabustaitz, compuesto por otras 11 localidades. Allí, en la parte vieja de Izarra, hemos quedado con Ibon, más concretamente en el parque de Ostuño. Se trata de un área recreativa ubicada en medio de un extraordinario paraje natural (Robledal de La Calzada o de Ostuño) que está equipado con piscinas, campo de fútbol, campo de tenis, área infantil con columpios, área de descanso con bancos y mesas, barbacoas, fuente, servicios, bar, y vestuarios. El monte de La Calzada está surcado por un paseo de cuatro kilómetros que cuenta en su recorrido con paneles explicativos.

En las campas de Landauri Gonzalo Pérez Zunzunegui

Desde este lugar tan espectacular comenzamos nuestra excursión de hoy dirigiendo nuestros pasos hacia la parte alta de la Izarra antigua. Poco a poco vamos atravesando caseríos en nuestro caminar. Incluso nos topamos delante con la casa donde el pequeño Ibon se crio y que fue construida piedra a piedra por su bisabuelo. Vamos dejando atrás Izarra casi sin darnos cuenta mientras vamos charlando animadamente de sus libros y sus andanzas.

CONSEJOS PARA REALIZAR ESTA RUTA 

Hidratación. Salvo al inicio de la ruta no disponemos hasta casi el final, en Abecia, de fuente donde recargar agua. Muy importante por ello, ir bien aprovisionados.

Calzado. Ruta muy sencilla con alguna posibilidad de algo de barro en época lluviosa. Una zapatilla cómoda con buen agarre bastara.

Dificultad. Fácil, ideal para ir con los más pequeños dada la belleza de la ruta y de las vistas desde Estuñagan.

Aquí Ibon, en una valla que delimita el camino, me muestra uno de los carteles que abundan por esta zona. Se trata de un aviso sobre la posible presencia de perros mastines como protección hacia el ganado. Es raro tener sustos, pero no está de más el ir con cuidado si nos topamos con algún rebaño.

Pasamos la valla y ahora sí que sí estamos en terreno propio de monte. Nuestro invitado en el día de hoy me hace la apreciación, al girarnos en las campas de Landauri, que desde este lugar podemos observar las torres de las dos iglesias de Izarra.

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Hayedo de Atallorbe

De repente, el terreno cambia por completo, además para mejor. En un momento pasamos de transitar por un pequeño sendero abierto cercado de endrinos a introducirnos en el espectacular hayedo de Atallorbe salido de nada.

Nos ha pasado como en las novelas de Ibon, parece que hemos atravesado un portal que une dos realidades. En este caso no hemos ido de Donostia a la monstruosa Galerna, ni de Vitoria a la vampírica Vulcano, pero lo que ahora nos rodea nada tiene que ver con el paisaje anterior.

El espectacular hayedo de Atallorbe Gonzalo Pérez Zunzunegui

El suelo limpio metros atrás, ahora aparece lleno de hojas y ramas, así como de pequeños arbustos. Las frágiles ramas de vegetación que nos acompañan al principio se han transformado en enormes hayas y robles que posan majestuosos delante de nuestros ojos.

Superado el hayedo, ya de nuevo, por terreno abierto, en pocos minutos llegamos al Alto del Corral o Estuñagan (840m). Las vistas que desde aquí observamos son espectaculares. En un día abierto, además de Gorbea, Oketa y Aizkorri como cimas principales, también tenemos al alcance de nuestra mirada las cumbres de Oderiaga, ganekogorta e incluso Eretza, por no mencionar la Sierra Salvada o Gorobel, con Txarlazo, Tologorri o Ungino entre otros.

En el Alto del Corral con Gorbea detrás Gonzalo Pérez Zunzunegui

El regreso

Tras las fotos, el tentempié y el trago de agua de rigor empezamos a bajar siguiendo recto hacia los caminos que tenemos al fondo. Este tramo puede resultar confuso ya que durante unos cientos de metros vamos sin huella alguna. No dura mucho la incertidumbre porque en breve volvemos a encontrarnos las marcas del sendero GR, las cuales, ya por pista ancha y cómoda, seguiremos durante unos kilómetros. Ibon me hace la confesión que hacía muchos años que no venía por estos lares. Eso nos genera una pequeña duda con el trayecto para retornar a Izarra, pero tras bordear el modesto alto de Ideobaltza y dejar a nuestra derecha el camino de GR que va buscando terreno burgalés, nuestro desvío aparece a la izquierda de forma obvia.

Detalle de la cima de Estuñagan Gonzalo Pérez Zunzunegui

Nos adentramos en la pista que atraviesa un barranco que bien podría salir en las novelas de nuestro escritor, ya que recibe el nombre de Valleoscuro. Allí, mientras descendemos tranquilamente, unos vecinos del cercano pueblo de Abecia, al cruzarse con nosotros, nos hacen la apreciación de la existencia de una sima muy cercana al camino. Otro lugar donde Ibon podría acomodar sus dragones, trolls y demás monstruos. Con 40 metros de caída, un pequeño llano y otros 40 metros la Torca del Balón, a buen seguro que hace las delicias de los amantes de la espeleología.

En la sima de la Torca del Balón Gonzalo Pérez Zunzunegui

Un poco después llegamos al pequeño pueblo de Abecia, que, con su paz, su precioso puente y su iglesia, nos dejan sin palabras. Ya nos queda solo el último tramo que por asfalto nos conduce hasta el final de nuestra ruta. Aunque justo antes de terminar Ibon me comenta que unos de los edificios de nuestra derecha, aunque no lo parece, es una pequeña ermita, donde podemos levantar un panel de madera en la ventana y depositar allí nuestras ofrendas.

Al final hemos realizado una ruta sencilla, sin mucha dificultad, perfecta para un tranquilo paseo por el monte, en cualquier época del año. Hemos disfrutado de la generosa y amable compañía del que está llamado a liderar la novela fantástica alavesa en los próximos años, Ibon Abad.

PLANES ALTERNATIVOS 

 A continuación, un par de planes extras con los que completar nuestra jornada de monte:

·        Cascadas de Gujuli: es una de las opciones que disponemos si queremos alargar la ruta. Antes de subir al Alto del Corral, nos podemos acercar por terreno prácticamente llano hasta las cascadas de Gujuli. También podemos ir en coche y en apenas 10 minutos llegamos al mirador desde el que podremos deleitarnos sacando fotos y contemplando esta espectacular cascada de más de 100 metros de altura por la que se precipita el río Oiardo. Tras ese impresionante salto, la cascada de Gujuli desemboca en el río Altube. Recomendable visitarlo en época de lluvias o deshielo. Incluso existe una leyenda entre una lamia y un pastor donde se habla del origen de dicha cascada, que, si nos fijamos, en época de lluvia, se asemeja mucho al cabello de un lamia.

·        Visita a la cercana Murguía: Podemos observar edificios señoriales como el palacete de Vea Murguía, el palacete del Corral, los palacios de Vivancos y de la Marquesa y, como no, la casa Iradier. El Ayuntamiento, acabado en 1766, luce el escudo heráldico que enfatiza la capitalidad del valle. Tenemos, además, la iglesia de San Miguel de principios del siglo XIX, el convento de las Carmelitas descalzas y el colegio del Sagrado Corazón, ambos del arranque del siglo XX. Todo ello nos habla de la historia que rezuma todo el núcleo urbano.

En Izarra disponemos de varios sitios donde degustar los productos típicos de la comarca como el Doña Lola, el Nordiska, la taberna Frontón o la Fonda. Es imprescindible la visita a la pastelería Goiuri, donde degustar una de las especialidades de ellos como es el pastel vasco.

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