Hace un año, entre los fogones de una sociedad de Beasain, el arqueólogo beasaindarra Ander Arrese comentó a su cuadrilla de amigos que se había enterado de una noticia que ocurrió hace 400 años. Unos balleneros vascos, exactamente tres, fueron a Islandia en busca de ballenas. Los islandeses tenían un trato cordial con los vascos, pero el 23 de septiembre de 1615, de repente, las tres embarcaciones tuvieron problemas y de los 81 miembros de la tripulación vasca 32 fueron asesinados por orden del sheriff.

El principio de la historia le causó mucha curiosidad a Eñaut Tolosa, y teniendo en cuenta que es documentalista, en ese momento empezó a maquinar en su cabeza la idea de hacer un documental. “Ya había suficiente material para hacer un documental”, comenta. Comenzaron a recabar información sobre la historia y dio la casualidad que Tolosa estaba trabajando en el instituto Bernart Etxepare, que para dar a conocer la historia organizó una conferencia en Islandia. En ese instante ya comenzó a escribir el guion y después vino la idea de ir a Islandia para conocer de primera mano lo que ocurrió.

El año pasado viajaron seis personas hasta Islandia desde el 30 de agosto hasta el 13 de septiembre. Casi quince días organizados para hacer entrevistas a naturales de aquella zona y para poder investigar un poco más. “Sabemos que un barco se hundió”, dice Tolosa.

Sentimiento de culpa Con el objetivo de encontrar alguna pista de aquel barco hundido, alquilaron unas furgonetas. Seis hombres en tres furgonetas durante quince días. “La convivencia fue muy difícil. Los islandeses no, pero entre nosotros casi nos matamos”, dice entre risas el guionista. La estancia tenía un objetivo claro y con eso en mente comenzaron a entrevistar a expertos en la materia. “Nos quedamos con la sensación de que tenían un poco de culpa, como si tuviesen una pequeña carga por lo que sucedió”. Pero, ¿cómo se puede saber la zona exacta del hundimiento de aquel barco? Hay dos libros escritos sobre el suceso. “Uno recoge la versión oficial, la falsa, y el otro está escrito por un islandés que hizo una investigación periodística”. En el segundo libro aparece dónde se hundió el barco, por lo que fue de vital ayuda porque la localización de un barco hundido en los fiordos es como “encontrar algo en un espacio que sería como ochenta veces la bahía de Pasaia”. Y sí, encontraron algo. Pero no lo desvela: “Hay que ver el documental para saberlo”.

La relación que tenían los vascos con los islandeses era de compraventa y como solían pasar varios meses allí, crearon un idioma para poder comunicarse: el pidgin. “Tocamos con nuestras manos uno de los diccionarios de la mezcla entre los idiomas islandés y vasco”, recuerda entusiasmado Tolosa. “Hay frases para ligar, para reñir, para insultar... Por lo tanto vimos que el tiempo que pasaban juntos se podían entender muy bien entre unos y otros”. Por ejemplo, entre las formas que leyeron se toparon con que para saludarse se decían “ongi etorri txapelgorri”, o para mandarse a tomar viento,jauzak kaka”.

De la historia han hecho un documental de animación. La financiación la han conseguido gracias al crowdfunding y a las aportaciones de varias entidades. El próximo martes se podrá ver el trabajo en San Telmo, de Donostia, a las 19.00 horas. Sorpresa incluida.