madrid. Como si del mismo Tom Hanks en la película Náufrago se tratase, esta es la historia del millonario David Glashenn, un hombre que un buen día decidió dejar la civilización moderna para trasladarse a vivir a una isla desierta. El hecho que motivó a este australiano a dejarlo todo fue la pérdida de siete millones de euros en la Bolsa. Después de ese hecho escogió una isla situada frente a la costa noreste de Australia y se trasladó a vivir allí.

Una vida alejada de los bienes materiales y que comparte con su fiel amigo -un perro llamado Quasi- y un maniquí que le da compañía. En una cabaña construida por él, junto a un pequeño huerto donde cultiva frutas y hortalizas pasa su día a día David, que ha llegado a conseguir conectarse a Internet con unas placas solares en el tejado de su cabaña.

Una tranquilidad que puede verse enturbiada por un posible desahucio que estaría planeando el gobierno australiano. La administración resolvió entregarle la isla a cambio de que pagara un alquiler mensual de 14.000 euros y creara un complejo turístico. Lo primero lo ha cumplido a rajatabla pero lo segundo no, algo que pone en peligro su relajada vida paradisíaca.