Alberto Núñez Feijóo mira en la dirección que le conviene. Mientras carga contra el PSOE por frenar en seco un gobierno de gran coalición en Ceuta, el líder del PP se pone de perfil con el nuevo acuerdo suscrito con Vox en un Ejecutivo autonómico, el quinto, esta vez en Aragón, donde la alianza supone una laminación de derechos en memoria democrática, política lingüística y violencia de género. El líder de Génova responsabilizó a Pedro Sánchez de bloquear la negociación en la ciudad autónoma ceutí acusándole de tener un solo interés, “mantenerse en el poder”, frente a una marca conservadora a la que Feijóo erige en “partido de Estado” por buscar “fortalecer la cohesión social y proteger a los ciudadanos”. La reacción de Ferraz no se hizo esperar tachando de “vergüenza” la cesión en tierras aragonesas y desde la izquierda se censuró el “desprecio” por la diversidad que manifiesta la derecha. “Son la anti España”, clamó la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra.

El último consenso de PP y Vox, que se firmó además sin la presencia del líder popular en el territorio, Jorge Azcón, plantea sacar la ideología de las aulas, poner a la familia en el centro de las políticas públicas, derogar la ley de memoria democrática de la Comunidad o el desarrollo íntegro de todas las obras necesarias para garantizar la reserva hídrica, sin nombrar el trasvase del Ebro. Es decir, en el texto está muy presente la huella ideológica de la formación de extrema derecha en asuntos de raigambre como educación, igualdad o patrimonio histórico y cultural. En concreto, en el apartado de Bienestar y Familia se limita a mencionar el “apoyo y lucha frente a la violencia contra las mujeres”, la necesidad de trabajar para erradicar “discursos machistas” o apoyar y asistir “a las víctimas de violencia intrafamiliar”, citando la sufrida por mujeres, niños y ancianos.

El documento también apela a la reforma de la ley trans y la derogación de la Ley de Memoria Democrática de Aragón, que calificaron de “sectaria e incompleta”; emplazando en materia escolar a “garantizar la libertad de los progenitores, sacando la ideología de las aulas y permitiendo que los padres elijan la educación de sus hijos”. “Velaremos por la historia y la cultura aragonesas, partes indisolubles de la historia y cultura española, frente a las mentiras y manipulaciones interesadas del nacionalismo catalán excluyente y expansionista”, recoge otro de sus puntos. O lo que es igual, el PP cede y se entrega a todos los mantras de la ultraderecha. Gracias a este pacto Vox dirigirá dos consejerías, de Agricultura y Ganadería y de Desarrollo Territorial, Despoblación y Justicia, está última con rango de vicepresidencia primera, mientras que el PP estará al frente de una vicepresidencia segunda.

Reproches de la izquierda

La portavoz del PSOE, Pilar Alegría, afeó a Azcón que “no haya dado la cara” en la firma, y consideró que este acuerdo demuestra que Feijóo “ha elegido camino y ha unido para siempre su destino a la ultraderecha”. “Hasta el propio Azcón parece avergonzarse porque ni quiere aparecer en la foto”, precisó, sugiriendo que este nuevo paso adelante del bloque de derechas “fue uno de los puntos que abordaron” el líder del PP y el de Vox “en la reunión secreta que mantuvieron la semana pasada”, encuentro del que lamentó “no tener ni el mínimo detalle”. Al hilo de esto, la ministra de Educación en funciones criticó la forma de hacer política de Feijóo: “Manda una carta al presidente del Gobierno, mientras se reúne en secreto con Abascal y cierra acuerdos para seguir recortando derechos”. Por su parte, el secretario de Organización de los socialistas, Santos Cerdán, aseveró que PP y Vox están “sincronizados y mimetizados para el retroceso”. “Mientras Europa aplaude a España por haber frenado a la ultraderecha, Feijóo y el PP siguen sacando adelante los pactos de la vergüenza con Vox allí donde gobiernan. No han entendido nada”, publicó en un tuit.

Paralelamente, Belarra arremetió contra las derechas en parecidos términos. “Qué profundo desprecio por el hermoso país que somos rezuman todos sus acuerdos. Un país feminista, que piensa y siente en muchas lenguas y que disfruta de derechos y libertades gracias a quienes pelearon antes que nosotras. Son realmente la anti España”, recalcó la líder de Podemos. El diputado electo en el Congreso por Sumar, Enrique Santiago, precisó que con estas posiciones “no es raro que nadie le coja el teléfono a Feijóo”, mientras que el aún portavoz morado Pablo Echenique mostró su indignación por un pacto que va “contra las víctimas de la dictadura, contra las personas LGTBI y contra el aragonés”. “El PP compra la agenda fascista en mi tierra. Creer que el PP es el mal menor es una estupidez estratégica. Como dicen en Alemania, si en una mesa de 10 hay un nazi, hay 10 nazis en la mesa”, zanjó. Nada que ver con la visión de Santiago Abascal. El líder de Vox sacó pecho del acuerdo en Aragón señalando que “así es como se levantan diques contra las amenazas de Sánchez y sus cómplices”, esperando que pueda darse una alianza semejante en Murcia, donde ambas fuerzas siguen distanciadas, como antes ocurrió en Castilla y León, Extremadura, Comunidad Valenciana y Baleares.

Sánchez ‘actúa’ en Ceuta

Lo sucedido en Ceuta es otra historia ya que allì el propio presidente Juan Jesús Vivas se ha puesto más de una vez del lado del Gobierno de Sánchez y en contra de Vox en materia de inmigración. Otra cosa es que Ferraz haya ordenado que no era posible conformar un gabinete de PP y PSOE justo en este momento para no quitar el foco de los consensos a los que está llegando el partido de Feijóo con la ultraderecha en numerosas comunidades del Estado. Eso sí, Vivas denunció ayer el veto de la dirección nacional socialista con el único fin de “intentar demostrar” que el PP solo es capaz de pactar con Vox. A su juicio, el “no” del PSOE “es una reacción táctica incomprensible e injustificada”, impresión que sacó tras hablar con el líder socialista ceutí, Juan Gutiérrez. “No me dio ningún tipo de explicación. Que le habían llamado de Madrid y le habían dicho que con el PP no se podía llegar a ningún pacto”, reseñó, “pese a retos de muchísima envergadura” como las llegadas masivas de migrantes. Feijóo no tuvo maña y se quedó con Ceuta, la partitura que más le interesaba.