Como el paso de un cometa o un año bisiesto, la Comisión Mixta de Transferencias se ha convertido en un fenómeno poco frecuente. El foro donde se firman los acuerdos para que Euskadi gestione una competencia tuvo una actividad bastante más intensa en los primeros compases de los años ochenta, recién aprobado el Estatuto de Gernika. Desde entonces, ya sea por la influencia que tuvo el intento de golpe de Estado del 23-F o el proceso de armonización de la Loapa, su fluidez ha caído en picado hasta el punto de que han pasado años totalmente en blanco o con una sola materia pactada. Gobiernos de todos los colores, ya sea del PP o del PSOE, han pasado a utilizar las transferencias como elemento de presión al PNV para que apruebe leyes troncales o los Presupuestos. 

Aún quedan una treintena de materias y en este momento solo está abierta la negociación sobre los trenes de cercanías, en un mes en el que se cumplen 43 años desde la aprobación del Estatuto. Esta realidad se pasa por alto desde las filas socialistas (el propio Eneko Andueza) cuando tratan de presentar la Comisión de Transferencias como si fuera un foro hiperactivo y omnipresente, cuando en realidad hace décadas que solo se reúne en momentos de debilidad del Gobierno español y si necesita los votos del PNV. El lehendakari ha pedido una Comisión Permanente para que el diálogo sea constante y fluido y ninguna de las partes pueda suspenderlo de manera unilateral o activarlo solo en función de su conveniencia política, porque el Estatuto es ley.

Entre 1979 y 1982, el principal empujón

Que el proceso de transferencias se torció poco después de comenzar es una evidencia difícil de refutar. Tras la aprobación del Estatuto de Gernika en 1979, hasta el año 1982, Euskadi recibió más de cuarenta traspasos nucleares que afectaban a los principales servicios. Era un momento de efervescencia, de recuperación de las principales instituciones de autogobierno tras la dictadura de Franco (se aprobó la primera Ley del Concierto Económico), y se pusieron en marcha la Ertzaintza y EITB. Las instituciones vascas recibieron transferencias en áreas centrales de la gestión como la industria, la enseñanza, agricultura y pesca.

Y entonces comenzaron los movimientos dentro del Ejército español. El intento de golpe de Estado de 1981, seguido de la Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico, la Loapa, restó mucha velocidad a este proceso. La ley se declaró inconstitucional en varios de sus artículos, pero ya se había generado un clima de opinión que cuestionaba el ritmo de las transferencias. No hacía falta olfatear demasiado en el ambiente para vaticinar un frenazo. En 1985 llegaron 21 traspasos en áreas como las universidades y el urbanismo, pero en 1987 se produjo el punto de inflexión definitivo. Es una situación que no se explica solo porque quedaran cada vez menos competencias. Las que quedaban no llegaban o comenzaron a hacerlo solo en votaciones clave para el Gobierno español.

El 'Informe Zubia'

En 1993, el Parlamento Vasco aprobó el Informe Zubia elaborado por el entonces consejero de Presidencia, el jeltzale Joseba Zubia. Recogía 54 materias. Ya entonces, el Gobierno del PSOE decía que las transferencias que quedaban eran meros matices o complementos. En la etapa de Felipe González, de manera significativa, nueve de las transferencias que llegaron lo hicieron cuando el PNV asumió la presidencia de la comisión de investigación al gobernador del Banco de España.

Tras la llegada del popular José María Aznar a La Moncloa en 1996, el PNV arrancó algunas transferencias de menor entidad política, así como la gestión de la autopista A-8 en el contexto de la negociación de los Presupuestos estatales. En la segunda legislatura de Aznar, no se acordó ninguna materia. ¿Por qué, si era el mismo presidente y había cedido ya algunas competencias? Porque dejó de necesitar al PNV: tenía mayoría absoluta.

La promesa de Zapatero

Con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, las primeras cesiones no se produjeron hasta el año 2008 y el comienzo de su célebre legislatura de la geometría variable, con una mayoría débil y siempre en el alambre. El PNV trajo a la comunidad autónoma la competencia en I+D+i y políticas activas de empleo y, en 2010, Zapatero prometió cerrar todas las transferencias salvo prisiones y las políticas pasivas de empleo. 

Las elecciones de 2011 y el triunfo del PP de Mariano Rajoy truncaron ese proceso. Con él no se produjo ninguna transferencia, aunque sí llegó a barajar ceder las autopistas A-1 y A-68. El ascenso del socialista Pedro Sánchez con una moción de censura apoyada por el PNV desembocó en un calendario de transferencias y alrededor de una decena de traspasos, pero el cronograma no avanza desde hace un año y medio.