A finales de los 80, Francia presionaba a España para que acabara con el terrorismo por la vía negociada. En enero de 1989, Felipe González envió una representación a Argel para negociar con la banda, lo que fracasó a los dos meses por la pretensión de ETA de tratar asuntos políticos. Los etarras fueron expulsados de Argelia y Francia dio otro salto en la colaboración con España al permitir la presencia de policías españoles en su territorio. Por su parte, tras la tregua “indefinida y sin condiciones” decretada el 16 de septiembre de 1998, el Gobierno del PP inició contactos con la banda. En mayo de 1999 celebraron una reunión secreta en Zurich pero el diálogo no fructificó y ETA rompió la tregua en noviembre.
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