Bilbao. No fueron los primeros que salieron en la calle para protestar contra la violencia que atormentaba Euskadi a mediados de los años 80, a manos de ETA fundamentalmente, pero sí los pioneros en sistematizar sus acciones para llevar las plazas de Euskadi un simple gesto que demostraba que la pasividad ya no era una opción. La Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria tuvo su origen en mayo de 1986, hace exactamente 27 años, cuando los seis grupos que en aquel momento ya realizaban concentraciones silenciosas se unen para dar pie a la coordinadora. Estos grupos -de orientación católica y de izquierdas en sus inicios, y que acabaron constituyendo una asociación pacifista, cívica, pluralista e independiente- en pocos años multiplicaron su presencia hasta constituirse 130 grupos locales en la CAV y Nafarroa.
La novedad que planteaba Gesto por la Paz y que explica la trascendencia de sus actos es que, por primera vez una organización de este tipo no hacían distingos entre las víctimas de la violencia en Euskal Herria. En aquella época la sociedad no reaccionaba igual si el asesinado era un militar o un ertzaina, un guardia civil o un simple transeúnte. O un traficante de droga. O si era un militante de ETA muerto en una comisaría a consecuencia de las torturas o un asesinado por los GAL. Gesto por la Paz contribuyó a establecer una condena prepolítica de la violencia, una deslegitimación que incluso llegó a cuestionar otras expresiones violentas al censurar la dispersión de los presos de ETA y cuestionar la ilegalización de Batasuna.
Pero no hay que olvidar que la violencia estaba protagonizada fundamentalmente, aunque no en exclusiva, por la organización terrorista. En 1986, año de la fundación de la coordinadora, ETA acabó con la vida de más de cuarenta personas.
La teoría que sustentaba sus acciones no dejaba de ser muy exigente consigo misma. El fin último de la coordinadora era alcanzar el deseo mayoritario de paz, y conseguir una sociedad más justa y más humana. Para ello se marcó como objetivos incrementar y fortalecer la movilización ciudadana; hacer tomar conciencia a la sociedad de su responsabilidad en la necesaria respuesta pacífica, pero firme y clara, frente al fenómeno violento; velar por que la actuación desde las instituciones públicas hacia la erradicación de la violencia se desarrolle dentro de la legalidad, y el respeto a los derechos humanos.
Esa pretendida respuesta clara y pacífica se materializó en la convocatoria de concentraciones silenciosas de 15 minutos en lugares ya predeterminados de la geografía vasca cada vez que sucedía un atentado. Con todo, los inicios de Gesto por la Paz como movilizador de conciencias fueron muy complicados. En una ambiente político enrarecido y con la confrontación a flor de piel, en algunas localidades apenas media docena de miembros sujetaban la pancarta, jugándose el tipo ante las amenazas y provocaciones de sectores próximos a ETA, que veían los gestos como una provocación o como el síntoma de que se había perdido el miedo a expresarse libremente contra el terrorismo.
Un año después de su constitución, Gesto convocaba en Bilbao, en mayo de 1987, la primera de las muchas manifestaciones que luego vendrían. Aquella llevaba como lema No hay caminos para la paz. La paz es el camino, uno de los eslóganes de la coordinadora que han quedado para la historia de la lucha contra el terrorismo. Gesto también respaldó las manifestaciones organizadas por el Gobierno vasco y los partidos políticos contra ETA, así como ofreció su apoyo a la Mesa de Ajuria Enea.
lazo azul A partir de 1993, los secuestros de Julio Iglesias Zamora, José María Aldaya, Cosme Delclaux y José Antonio Ortega Lara abrieron una nueva etapa para Gesto por la Paz, cuyas convocatorias eran respaldadas cada vez por más gente, en paralelo al incremento de las acciones de ETA. Durante el secuestro del primero, la coordinadora popularizó el lazo azul como medida visible de rechazo ante el secuestro del empresario guipuzcoano. De aquellos años datan las tristemente famosas contramanifestaciones convocadas por Gestoras pro Amnistía. Frente al silencio, los gritos. Las agresiones y las amenazas estaban al orden del día. Durante el secuestro de Ortega Lara, el grupo de Etxarri Aranatz decidió suspender las convocatorias de los lunes ante el acoso de un grupo de vecinos del entorno del MLNV.
La concesión en 1993 del premio Príncipe de Asturias de la Concordia no evitó las críticas de los sectores más derechistas de la política española. Un ejemplo es el disgusto que provoca en este sector, incluido UPN, que la coordinadora sea "de Euskal Herria" y que su logotipo incluya a Nafarroa.
El compromiso de los miembros de Gesto por la Paz ha hecho posible que la coordinadora sobreviva a la violencia de ETA. El año pasado la coordinadora convocaba su última manifestación bajo el lema Lortu dugu. El futuro es nuestro. Toda un declaración de intenciones.