Bilbao. Después de que la presidenta de Madrid Esperanza Aguirre abriera el tarro de las esencias de la devolución de competencias al Estado -una vía que permitiría a su comunidad liberarse de su abultada deuda-, y tras una campaña marcada por el debate de las duplicidades y la eventual supresión de las diputaciones, el PP retomó ayer su discurso recentralizador. No obstante, no lo hizo por boca de ningún portavoz díscolo o poco autorizado, sino que fue el presidente español, Mariano Rajoy, quien abogó por buscar fórmulas "más eficientes" de coordinación y reparto de competencias, y de eliminación de duplicidades "innecesarias". Bajando al terreno de lo concreto, propuso suprimir entidades y organismos que "no resistan una prueba objetiva de utilidad o cuyo coste resulte desproporcionado".

Así se pronunció en la toma de posesión del nuevo presidente del Consejo de Estado, José Manuel Romay Beccaría, donde, no obstante, quiso matizar que el Estado autonómico "en modo alguno debe ser desandado", pero sí "repensado". Además, agregó que las reformas que necesitaría el Estado deben abordarse desde un consenso similar al que alumbró la Constitución de 1978. A pesar de las matizaciones de Rajoy, sus palabras vuelven a dejar entrever un afán recentralizador que ya habría exhibido al reclamar recortes en sanidad y educación, cuando ambas competencias obran en poder de las comunidades. El PP, sin embargo, ha defendido su postura amparándose en las exigencias de la crisis.