EUSKADI perdió ayer a uno de los políticos más relevantes de su historia reciente. La muerte a los 79 años de Juan María Bandrés, abogado, fundador y único presidente de Euskadiko Ezkerra (EE), deja al país sin uno de los principales protagonistas de la Transición.
Juan María Bandrés Molet (Donostia, 1932) era hijo de un navarro republicano y de una getariarra de origen catalán. Cursó el bachillerato en un colegio católico, Mundaiz, de donde salió un joven religioso progresista. Su época universitaria discurrió entre libros de Derecho por Oviedo, Santiago y Valladolid, licenciándose finalmente en 1957. Junto a la política, las leyes fueron la pasión de su vida. Eligió Derecho por ser la carrera más barata y "porque muchas veces haces una labor similar a la del psiquiatra". Su primer caso fue el de un ratero eibartarra a quien la Policía cargaba dos delitos más que no había cometido, que no aceptó y por los que fue torturado y condenado a 20 años de cárcel. La injusticia de aquel caso se convirtió en una obsesión para un Bandrés que ya en 1963 comenzó a defender los Derechos Humanos en los "casos políticos".
proceso de burgos Ejerció como abogado en pleno régimen franquista, y pronto se caracterizó por denunciar la generalizada práctica de la tortura en las comisarías españolas de la época. Fue el abogado del primer activista de ETA condenado a muerte, Iñaki Sarasketa -indultado-, involucrado en la muerte del guardia civil José Pardines. También fue el abogado de Mario Onaindia en el Proceso de Burgos, papel que le catapultó a la fama. La prensa conservadora le etiquetó como "el abogado por excelencia de ETA", y fue víctima de diversas acciones contra él o sus bienes materiales que llevaban la chapucera impronta de la extrema derecha.
A partir de entonces, Bandrés llevó la defensa tanto de activistas como políticos vascos, pero empezó a compaginar su actividad en el ámbito del derecho con una incipiente labor política. Se convirtió en un ferviente defensor de la amnistía para los presos políticos vascos. La cuestión de la liberación de los reclusos se convirtió en caballo de batalla para Bandrés, quien supeditó su participación política a la consecución del, como él lo llamaría más tarde, "milagro". En esta época nació la coalición Euskadiko Ezkerra, ligada a los polimilis y liderada por el propio abogado. El partido concurrió a los comicios de 1977 y él salió elegido diputado.
Fue miembro del Consejo General Vasco como responsable de Transportes y Comunicaciones y participó en la ponencia que debatió el Estatuto de Gernika. Durante esta época, sus alocuciones en el Congreso levantaron ampollas por su proximidad a las tesis de ETA (pm), aún en activo. Más tarde, su contribución sería esencial para la disolución de esta organización. A pesar de todo, se supo ganar el respeto y la admiración de sus adversarios políticos, en especial en el seno del socialismo y el nacionalismo. Pese a su elocuente pasado, la banda terrorista le colocó entre sus objetivos y le privó, como a muchos vascos, de su libertad.
su discurso Buena parte del mérito como abogado y político se lo debía a su gran capacidad comunicativa, que le dotaba de un discurso ordenado, claro y comprensible no solo para la política, sino también para el resto de la ciudadanía. Un discurso que ABC calificaba, en su época, de "diabólicamente bien construido pero escandalosamente tendencioso e hiriente". Su carrera política, siempre al frente de Euskadiko Ezkerra -fue su primer y único presidente-, le llevó por la senda de todos los parlamentos habidos y por haber: parlamentario vasco, diputado, senador e incluso eurodiputado. Aparcada la vía política, continuó su incansable labor en el ámbito de los derechos humanos hasta que un grave derrame cerebral le obligó a desaparecer de la escena pública en 1997. La llama de Juan Mari Bandrés se apagó definitivamente ayer.
La abogada donostiarra Gurutze Galparsoro, quien fuera pasante en el Proceso de Burgos, le recordaba así hace catorce años en DEIA, tras sus dos operaciones a vida o muerte: "Le recuerdo como es y como fue siempre: valiente y caballero, muy elegante y una persona lúcida y excepcional, con gran sentido del humor y poseedor de un corazón muy poderoso y abierto". Buena prueba de la admiración y respeto que causaba Bandrés entre sus adversarios políticos fueron las personalidades que desfilaron ayer por el tanatorio donostiarra de Zorroaga. El Gobierno español le concedió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Goian bego.