Peio Etxeberria (Zenotz, 1998) es un pelotari con unas condiciones innatas para jugar dentro de una modalidad como la del Cuatro y Medio. Buena muestra de sus virtudes está en su trayectoria, en la que acumula cinco semifinales consecutivas y este domingo disputará su tercera final seguida. El frontón Bizkaia de Bilbao se despliega ante él en una cita en la que Javier Zabala venderá caro su pellejo. Es un partido abierto y de complicado pronóstico. Entretanto, el de Ultzama no pierde la sonrisa y asegura estar “disfrutando” de los días previos. Este martes hará un entrenamiento en Miribilla.
Es su tercera final consecutiva final del Cuatro y Medio. Las dos anteriores las perdió ante Jokin Altuna (22-9) y Unai Laso (22-19). ¿Qué supone para usted encontrarse de nuevo en un encuentro de este calado?
—Estoy orgulloso. No es una casualidad. Es una suerte estar aquí y disfrutar de esto con todos los que se encuentran en el entorno de la pelota. Cada año estoy gozando más de los días previos y eso es muy importante para mí, porque estoy dejando a un lado la presión. Fíjese, en mi primera final se me pasaron estos días sin apenas darme cuenta y Jokin me pasó por encima, mientras que el segundo año pude saborearlo más y, aunque perdí, fui competitivo hasta el final. Este curso lo estoy viviendo a gusto, contento.
“Zabala es un buen tío y un grandísimo pelotari. No puedo decir más, porque no le doy vueltas; me centro únicamente en mí ”
Se cruza en la final con Javier Zabala, que debuta en una final oficial. ¿Qué opina de su contrincante?
—Es un buen tío y un grandísimo pelotari. No puedo decir más, porque no le doy más vueltas. Confío en mí y me fijo en lo mío, en nada más.
¿Qué desliza sobre el escenario, el Bizkaia de Bilbao?
—Es un buen frontón, en el que nos ha tocado jugar muchos partidos y tenemos victorias y derrotas, como en todos. No le doy más vueltas, porque es algo que no puedo controlar. Estaba puesto nada más empezar el campeonato.
Con el agua al cuello
Perdió su primer partido de la liguilla de cuartos de final ante Erik Jaka (22-18) y desde ese instante ha transitado con el agua al cuello, de eliminatoria en eliminatoria, sin red.
—Entonces dije que me quedaban cuatro finales y he superado tres de ellas para llegar hasta este punto. Me quedan 22 tantos. De todos modos, he vivido partidos muy complicados. Tras caer con Erik, contra Larrazabal era un todo o nada –ganó 22-6– y a Joseba Ezkurdia tenía que hacerle 22 tantos –acabó 10-22–. Vives con una presión añadida. Por suerte, salió bien. En la semifinal me tocó contra el mejor de los últimos tiempos, Jokin Altuna; si hacía lo mío, sabía que iba a tener mis opciones y logré la clasificación (9-22). Con todo, divido este campeonato en tres etapas diferentes: cuartos, semifinales y final.
Siempre ha creído en sí mismo.
—Si no, habría dejado la pelota y habría estado en casa desde hace tiempo. Tengo la suerte de tener esa confianza. Así es más fácil que salgan las cosas.
“Ha sido un verano oscuro y a la vez bueno para mí. Gané San Fermín y me quedé fuera de las ferias, pero no me tiro nunca del barco”
Ha vivido situaciones complicadas en los últimos años. Por ejemplo, este verano se quedó fuera del Masters CaixaBank Serie A por decisión empresarial. ¿Cree que se puso en tela de juicio su estatus después de conseguir dos finales consecutivas del Cuatro y Medio y la txapela del Parejas de 2024?
—Hay cosas que no están mi mano. Es cierto que quedarme fuera del Masters fue una mala noticia para mí, pero, por suerte, y gracias a mi carácter, que es plantar cara a los problemas que se me ponen por delante, me centré en disputar el de Serie B. Me hacía ilusión jugar con Aimar Morgaetxebarria, porque es un buen tío. Enseguida busqué la motivación que necesitaba para continuar. Me hubiera gustado haber ganado esa txapela con Aimar, pero no pudo ser. Puedo decir que ha sido un verano oscuro para mí y bueno a la vez. He dado el nivel. Gané San Fermín con unas buenas actuaciones y logré enchufar a José Javier Zabaleta tras unos partidos con dudas. Es cierto que me quedé fuera de las ferias, quitando San Mateo, que jugué la previa, pero he estado dando la cara. No me tiro nunca del barco. Respecto a lo que no está en mi mano, no puedo decir más. Son decisiones de empresa, que puedes compartir o no.
Competencia en Aspe
Hay una competencia terrible en la delantera de Aspe. Jokin Altuna es intocable y Joseba Ezkurdia lo ha sido y, cuando podía parecer que sufre un poco, va y gana la txapela del Parejas. Quedan dos plazas para Javier Zabala, Aitor Elordi y usted.
—Somos conscientes de esa rivalidad. Estamos cinco pelotaris para cuatro puestos y uno siempre se va a quedar fuera. No está en mi mano la decisión y tengo que aceptarla. Aun así, viene siendo hora de que, por lo menos, demuestre que estoy ahí. Tengo un Parejas con Zabaleta –cinco veces campeón– y la gente dice que es con él, pero ha disputado otros con otros pelotaris y no los ha ganado. No le doy más vueltas.
“Debido a la competencia, cada pelotari se juega muchísimo en cada festival. Podemos hablar poco en el vestuario antes del partido”
El resultadismo conlleva perder un poco la perspectiva de los momentos reales de juego de los deportistas, más aún en un deporte individual como la pelota a mano.
—Hay que reconocer que antes había más partidos de fiestas, pero ahora todo es competición y cada pelotari se juega muchísimo en cada festival. Poco podemos hablar en el vestuario antes de un partido, porque todos queremos tirar para arriba, ganar y demostrar nuestro nivel. Por eso digo que ha sido un buen verano para mí. Más que por las victorias, que han sido muchas, por las sensaciones. Sabía que llegaba bien al Cuatro y Medio. Me llevé un batacazo contra Erik, pero supe darle la vuelta y demostrar que sigo confiando en mí.
¿Cómo se convive con esa competencia continua?
—Lo que peor lleva un trabajador es que la empresa no confíe en él. Después de eso, solo queda confiar en uno mismo. Si percibes que la empresa no confía en ti, tampoco puedes dar el cien por cien y sacar todo lo que llevas dentro.
Es una persona mentalmente fuerte. Ha recibido varios golpes y siempre se ha levantado con mayor fortaleza. Además, tiene un equipo de gente a su alrededor, como Rubén Ayarra, Carlos Chocarro, Joseba Ezkurdia o Andoni Gaskue, que le apoya al cien por cien. ¿Cómo cultiva esa permanente resiliencia?
—Soy así. En la vida, no solo en el deporte, siempre he tirado hacia adelante ante la adversidad. El deporte son unos años, es algo pasajero y tienes que valorar la vida que tienes alrededor: la familia, amigos, compañeros... Valoro mucho a los que confían ciegamente en mí. Esto son solo unos años y si la empresa confía en mí, perfecto; si no, peor para ellos.
Relativizar el deporte
¿El hecho de que tenga claro que la vida y la pelota son cuestiones distintas, aunque su vida esté llena de pelota, consigue que relativice más lo vivido en el deporte?
—No depender de la pelota te hace estar mejor y ser mejor deportista. Estar en ese hilo de pensar que si no juegas el Parejas estás hundido no es nada positivo. Le doy mucho valor a la vida. Tengo buena gente a mi alrededor y estoy preparando mi futuro para no depender únicamente de la pelota. Eso me da serenidad, tranquilidad e ir con la cabeza alta a todos los sitios.
“Lo que peor lleva un trabajador es que la empresa no confíe en él. Después de eso, solo queda confiar en uno mismo”
Continúe.
—Es necesario relativizar tanto la victoria como la derrota. No le solemos dar la misma importancia y parece que nos fijamos más en las derrotas. Unas veces se gana y otras se pierde.
“Estoy aprendiendo a gestionar este tipo de partidos. Existe ese runrún, porque es algo que sueñas desde que eres un niño”
Se entiende, entonces, que el runrún de una final de este calibre puede ser diferente para usted, ¿no?
—Las estoy aprendiendo a gestionar. Está claro que existe ese runrún, porque es algo que sueñas desde que eres un niño. No es la primera final para mí, así que ya sé lo que se cuece durante estas semanas de preparación, pero estoy tratando de gozar de cada momento. Fíjese, la gente se acerca y ya no me lo tomo como una presión añadida. Me dicen que si a la tercera será la vencida y yo les contesto que hay que llegar tres veces. Doy mucho valor a esa regularidad. Todos queremos esa txapela, pero solo la puede ganar uno. Normalizo que se puede ganar, pero también perder.
Hay que quitarle el cartel de tapado a Peio Etxeberria. Otros parecen que tienen la obligación de ganar y que usted no está en las quinielas, pero son tres finales seguidas y cinco semifinales en el acotado.
—Ante eso solo puedes seguir demostrando tu nivel. Los manistas estamos muy cerca unos de otros y los partidos dependen de los detalles.
La ayuda de Joseba Ezkurdia
A raíz de la derrota ante Unai Laso en la final del acotado de 2024, no ha vivido una temporada nada sencilla.
—No hice un buen Campeonato de Parejas. La final del Cuatro y Medio me perjudicó. Verme ganador y perder contra Unai me hizo mucho mal. Me vi superior y acabé perdiendo. También hay cuestiones externas que no entran en la cancha, pero que están ahí. No fue un invierno ni una primavera buena para mí. Lo importante es que una vez más estoy en una final. Esto me demuestra que puedo darle la vuelta a todo.
“No depender de la pelota te hace estar mejor y ser mejor deportista. Le doy mucho valor a la vida y estoy preparando mi futuro”
No tiene miedo.
—Mi mayor miedo soy yo. Sé que si estoy bien, puedo ganar a cualquiera. En esta ocasión me toca Zabala y en la semifinal fue Jokin Altuna. No miro quién será el siguiente adversario. El partido es a 22 tantos y puedo ganar.
Joseba Ezkurdia perdió la semifinal y dispondrá de uno de los mejores sparrings para preparar la contienda contra Javier Zabala.
—Me dio mucha pena, porque habría sido algo muy especial para los dos. Después de tantos años de trayectoria juntos, después de salir yo de la nada siempre a su lado, jugar una final juntos habría sido algo histórico. Por suerte, he llegado yo. Tengo a Joseba de consejero, de coach y de todo. Me aporta mucho.
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