"Yo siempre soy ambicioso”, dice Álex Hormaetxea (Miami, 1983). “En todos los encuentros parto con la idea de que vamos a ganar. Si entras con miedo ante los tigres, te comen. Salimos a por todas. Aimar Aldazabal y yo nos conocemos desde hace muchos años. Hemos sido compañeros dentro y fuera. Tenemos nuestras opciones”, recita el puntista. De hecho, el camino a las semifinales del Grand Slam de Gernika se enderezó bastante el domingo en la jornada inaugural de la tercera prueba puntuable del Jai Alai World Tour.

El bermeotarra, aunque nacido en Estados Unidos, pues su aita Javier fue profesional en Florida durante veinte años, era una de las novedades. Mezcló con el todoterreno de Berriatua, delantero reconvertido a la zaga en 2019. Ganaron a Goikoetxea-Basque en el desempate: 12-15, 15-14 y 3-5. ¿Sorpresa? No tanto. Este sábado se juegan pasar a la siguiente fase ante Barandika-Etcheto, ganadores del Grand Slam de Donostia, en el templo foral, a partir de las 21.00 horas. La segunda jornada se completa con el enfrentamiento entre Olharan-López y Beaskoetxea-Zabala.

Una buena oportunidad

Tras el cierre de Dania, las empresas no contaron con Hormaetxea para el exitoso Jai Alai Winter Series y su última incursión en la cesta profesional fue en el Grand Slam de Donostia. “Tuve la oportunidad de entrar en acción en el Carmelo Balda. Fue el calentamiento para la temporada de verano”, admite el puntillero, quien agrega que “lamentablemente, no pude entrar en el Winter Series. Estuve preparándome a tope, pero al final no cuajó. Seguí entrenando al máximo en Markina, Berriatua y los demás frontones. Tengo que dar gracias al apoyo de Lekue, Santi y todo su equipo”. 

“Estaba esperando la oportunidad de jugar en Gernika. Es el Grand Slam más cercano de casa. Es el que más ilusión hace”

No llegó la llamada en Markina. A la tercera del Jai Alai World Tour, sí. “Estaba esperando la oportunidad de jugar en Gernika. Es el Grand Slam más cercano de casa. Es el que más ilusión hace”, desvela. Llevaba tiempo sin formar para la parroquia vizcaina. Además, tampoco están saliendo compromisos en Iparralde: “Llevo un par de temporadas sin competir. La decisión de las organizaciones es optar por un perfil más joven. Es el relevo generacional típico”.

Idilio con el Gernika Jai Alai

Desde luego, tal y como reconoce, tiene un idilio personal con La Catedral de la cesta. “Se trata del recinto donde empecé en Euskadi –entrenó en Tampa hasta los once años– y donde jugué mi primer partido como profesional. Siempre hace ilusión, porque se acerca mucha gente de Bermeo y hay que tener arranque para ellos”, cuenta Hormaetxea, que se congratula del éxito de Gernika. El domingo, en la función inicial, se congregaron 700 personas en las gradas. “Da esperanza”, dice. “Es increíble cómo está funcionando la cesta punta aquí. El boom del Winter Series ha incrementado aún más ese tirón. Este frontón siempre ha sido especial”, remacha.

“Es increíble cómo está funcionando la cesta punta aquí. El boom del Winter Series ha incrementado aún más ese tirón. Este frontón siempre ha sido especial”

El bermeotarra es un pelotari con aroma a funambulista. El público disfruta de lo lindo cuando Álex disfruta en la cancha. Es un hombre pegado a una sonrisa. De su derecha nacen intangibles. Con sus pros y sus contras. Es expeditivo, distinto, especial. Es agresivo, impaciente, ingobernable. Cuando se viste de blanco, sucede algo. Magia de mimbre. Conejos en la xistera. Arte. “Siempre intento dar espectáculo”, revela. “Jai alai significa juego alegre. Hay que trabajar el tanto hasta cierto punto, después hay que darle vidilla cerca del frontis”, agrega el vizcaino. Le brillan los ojos. “¡Hay que ponerle salsa y alegría!”, manifiesta. 

A punto de dejar la cesta 

Álex Hormaetxea amagó hace tres años con dejar la cesta punta profesional. “Estaba cansado de mantenerme a este nivel. El sacrificio era muy grande”, recuerda el vizcaino. Llegó la pandemia del covid-19. “No tuve la oportunidad de despedirme por la puerta grande, dentro de la cancha. Mi intención no era irme con el frontón vacío. Me ha salido la oportunidad de reengancharme”, evoca el artista de Bermeo. 

Y, aunque el caramelo es delicioso, es nítido. “Tengo ciertos objetivos claros. Tengo 39 años y mantenerme al máximo nivel supone mucho esfuerzo personal”, describe el puntista, quien suma el trabajo y la vida familiar a su desempeño en el frontón. “Llevo 18 años en la élite y mantenerme arriba es una de mis metas. Después, si cae uno de los grandes, mejor que mejor”, finaliza Hormaetxea. Por ambición no será.