DOCE son los pelotaris seleccionados por el club de Donibane Garazi para jugar el Super Prestige, considerada como una de las citas mano a mano con más importancia del trinkete junto con el Campeonato de Francia, en el que solamente juegan manistas con licencia en Iparralde. De todos ellos, destaca el nombre de Mikel González (Berriz, 1984), el único manista de Hegoalde que ha alcanzado esa competición. El resto de contendientes son oriundos o, en el caso de Waltary, afincados más allá de la muga: Larralde, Ducassou, Bilbao, Ezkurra, Lambert, Guichandut, Ospital, Etchegaray, Monce-Ondars y Olçomendy, primer adversario del vizcaino, al que ganó el pasado lunes.

Le llegó la invitación al delantero hace dos meses, justo “cuando menos lo esperaba”. “Estos últimos años he jugado torneos y partidos en los trinketes de Iparralde. Al principio, vas a todo, porque jugar en la meca de la modalidad es la leche. En Hegoalde juego muy a gusto, pero allí tienes más ilusión. Poco a poco ves que tienes sitio, pero este curso he jugado menos partidos que nunca”, desgrana González, quien revela que “en 2015 jugué con pelotaris de los de arriba, como Paxkal Ezkurra o Bixintxo Bilbao, y respondí bien. Pero yo fui directo a jugar ese torneo. Únicamente dispones de esa oportunidad para sacar una buena nota. La ventaja de los de allí es que juegan toda la temporada a este nivel”. De este modo, señala que “uno lo que quiere es pelear con los más gallos y este mano a mano es eso: uno contra otro. Sin trampa ni cartón”.

Aunque la ilusión hay que alimentarla a diario, el berriztarra asomó en el trinkete de Donibane Garazi con una rémora muy importante: seis meses sin vestirse de blanco. La última vez que jugó en Iparralde fue en abril y la última en la que lo hizo en Hegoalde fue en mayo, en el Tornosolo de Abadiño. “El cambio es muy grande”, recita el vizcaino, quien concreta que “estaba con un poco de desilusión. Cuando me llegó la invitación, tanto Kepa Arroitajauregi como Ander Antxia, me dijeron que me iban a preparar bien, para ir a muerte, que era mi oportunidad. Tengo a los mejores enfrente y está en mis manos ganar. El impedimento es que no tengo partidos aquí”. Aun así, certifica el de Berriz que, a pesar de saber de sus limitaciones, es el momento de darlo todo. Lo consiguió ante Olçomendy (40-31) y se llevó el pase a la segunda ronda de la competición, donde le esperará el lunes Guichandut. “Se nota que llevas tiempo sin jugar. Mi inicio no fue todo lo bueno que esperaba. No dí todo lo que tengo. Empecé 12-5 perdiendo y me metí en el partido poco a poco. Cuando estás caliente, no sientes que has estado tanto tiempo sin jugar”, asevera González, quien añade que “se nota la presión de que si pierdes te vas para casa. Más aún en mi caso, porque sé que si pierdo voy a tener pocas opciones de este calado”.

Así las cosas, el berriztarra asume cada uno de los partidos con una ambición extrema. Ya se ha quitado el peso del medio año sin jugar de encima y ahora quiere poner su nombre en el firmamento de Iparralde. “Yo ya estaba contento con la invitación hace dos meses, ahora quiero más. Una vez en la competición, lo que quiero es ganar. Yo siempre juego para ganar”, expone. En ese caso, en el horizonte de su rama están Lambert, Bilbao y Larralde. “Es difícil llegar a su altura porque tienen más rodaje. Yo necesito tener continuidad allí, me podría dar un plus. En mi caso, a cada partido tengo que ir a demostrar todo para que vuelvan a contar conmigo. Aun así, juego lo que juego gracias a los que están conmigo. Arroitajauregi y Antxia me ayudan mucho”, cuenta. Por ahora, el calendario de Mikel González tiene las hojas marcadas hasta el 8 de enero -fecha de la final-. “No me vale solo con participar. Me vale ganar o perder. La desventaja de no haber jugado tanto como el resto ya la conozco y la tengo asumida. Ahora solo me queda tirar para adelante”, finaliza.