Mungia- Fusto e Ibargarai mezclaron en el Parejas siendo finalistas del Individual y de inmediato asomaron favoritos al título. Se clasificaron de modo inapelable. Pero Gaubeka e Ibai Pérez anuncian batalla hoy en la disputa por la txapela en Mungia, a partir de las 17.00 horas. Están en su mejor momento.

Comentaban en la presentación del Parejas en Mungia, que la cancha no es la que mejor se adapte a sus características, ¿continúa con esa sensación?

-Todavía no me encuentro muy cómodo en el frontón. Me cuesta, pero me siento más a gusto de lo esperado después de los partidos que hemos jugado y los entrenamientos que llevamos encima. Más o menos, lo conocemos bien.

Llevan clasificados para la final desde hace dos semanas, ¿han relajado un poco el ritmo?

-Si bajo un poco el pistón lo noto. Tengo que estar a tope, jugando, entrenando, para llegar bien a la final. Si bajas un poco, no entrenas igual, no juegas igual y no llegas con las mismas sensaciones. Entrenamos a tope para llegar con buenas sensaciones a la final.

¿Cuáles son sus sensaciones en las últimas sesiones?

-Al final, entrenando no he estado muy a gusto. He roto dieciséis palas en un mes, no me hago a ninguna y solo tengo una con la que estoy cómodo, que está guardada para que me aguante en la final. Entrenando no ando contento, porque ando rompiendo palas y no puedo hacerme a ninguna y la pala buena prefiero no tocarla.

Cuando se presenta el Parejas, les toca mezclar a los finalistas del Individual, algo que llamó la atención, pero explicaron que todavía faltaba ver si funcionaban.

-Yo creo que desde que debuté, hace siete años, solamente he jugado con Pablo cerca de diez partidos. No son muchos. Al final, nos vamos compenetrando. Aunque no hayamos entrenado, creo que hemos conseguido tener un buen nivel. Hemos hablado, hemos sumado y se ha notado.

¿La mejor señal de su pareja es que no les haya costado adaptarse y dar cada uno lo suyo?

-No nos ha costado sumar. Los dos teníamos las ideas claras de cómo teníamos que jugar. Yo tengo que dejarle pelota a él y él a mí. Ha funcionado.

Después de caer en dos finales consecutivas del mano a mano frente a Fusto, ¿le recuerda alguna vez que le debe una txapela?

-Lo pasado, pasado está. No le echo nada en cara. De cachondeo, alguna vez sí que se lo recuerdo. No le doy vueltas. Entonces, sí que pasé un par de días fastidiados, pero después dejé de darle vueltas. Habrá más oportunidades.

¿Cómo ve a Gaubeka e Ibai Pérez, sus adversarios en la final de Mungia?

-Hace bastante tiempo que no veía a Gaubeka jugando tan bien, empalando tan fino, fresco. Con Esteban así, hay mucho peligro. Ibai, por su parte, es muy impredecible. Es muy técnico, esconde muy bien la zurda. Es una pareja complicada. Les veo muy bien y en la semis jugaron perfecto.

¿El hecho de que sus contrincantes hayan tenido que disputar un encuentro más que ustedes mediatiza la final?

-Para ellos es positivo. No bajas de juego y sigues activo. Quieras que no, nosotros jugamos el último de cuartos de final y ya teníamos en mente la final. No quieres arriesgar. Pero luego si vas a entrenar a tope, cuesta más. Siempre que sea estar a tope hasta el último momento y jugarse las castañas hasta el final, es positivo.

¿Sirve de algo el precedente en el que ganaron 3-0?

-No. Ahí queda eso. Las finales son diferentes. Todo es distinto. En la liguilla hay otras oportunidades. Siempre tienes el gusanillo ese, que es bueno, que te mantiene en tensión hasta el final.

Se está convirtiendo en una constante verle en finales.

-He acumulado varias y poco a poco el cuerpo se va acostumbrando. Los nervios no los acuso. Estar en una final es bonito para todos.

Además, se enfrentan cuatro pelotaris bastante tranquilos a la hora de afrontar este tipo de encuentros.

-Las finales son para ganarlas. Una vez que estás allí, ya has llegado y toca ir a ganar. Las semifinales quizás me dan algo más de miedo. En la final, están los mejores y los contrarios también juegan. Quizás seamos los cuatro que mejor llevamos la presión.