bilbao. Los campeonatos son una larga escalera. Oscura y estrecha, con falsos peldaños que crujen y se rompen, a veces, aunque las pise un aspirante al título. Al fondo, en el penúltimo escalón, hay una puerta que sólo la pueden atravesar dos hombres, los finalistas. Agarrándose al pomo que abre la posibilidad de estar en el desenlace del Manomanista están esta semana los cuatro semifinalistas. A primera vista parece que alguno de ellos esconde bajo el gerriko una llave maestra. Casi nadie parece dudar de que el vigente campeón, Juan Martínez de Irujo, estará en el último duelo. Su presencia, la luz que irradia, es tan fuerte que por momentos hace desaparecer a sus rivales. Los convierte en hombres invisibles.
Al navarro Patxi Ruiz no parece importarle mucho. Su invisibilidad, en todo caso, le motiva: "No tengo nervios. La cátedra tira el dinero por él. Parece que yo no juego la semifinal. Si juego bien puedo ganar". La última frase, más que una amenaza para su rival, parece un eslogan que quiere grabar a fuego en su propio subconsciente. Los entendidos, su entorno, todos los espejos de su casa, le enseñan la imagen de un pelotari con posibilidades, con madera de campeón. Pero es él mismo quien tiene el poder de rendir al más alto nivel. "Me siento muy bien. Estoy muy contento con los entrenamientos; sé que será un partido difícil, es el campeón, pero voy a por él", explicaba ayer en la elección de material. Para vencer a Irujo tiene muy claro lo que tiene que hacer: "Hay que mantenerle lejos del frontis, pero es difícil ya que tiene mucha defensa de aire con la que incluso pasa al ataque. Intentaré cruzarle la pelota, hacerle daño con el saque y hacer un partido largo a base de sufrir".
Por su parte, el delantero de Aspe se lamenta de lo largo que se le ha hecho el periodo entre partido y partido del torneo: "Sigo pensando que es demasiado tiempo de espera para jugar un partido de competición, le das vueltas a la cabeza". Irujo reflexiona sobre quién es el favorito: "La gente puede pensar que lo soy yo, pero hay que demostrarlo en la cancha. Cualquiera te puede ganar". Está claro que no se fía de los sustos que le puede dar el hombre invisible.