JON Rahm ya tiene la maquinaria preparada para la Ryder Cup. Esta edición que se disputa en el campo Marco Simone de los alrededores de Roma será la tercera para el golfista de Barrika, que llega a ella como uno de los líderes indiscutibles de un equipo que ha tenido que abordar por necesidad y por obligación un rejuvenecimiento del plantel de doce jugadores. Solo Rory McIlroy, con seis, y Justin Rose, con cinco, tienen más participaciones en la Ryder que Rahm, al que le toca ejercer de veterano. Por eso, en la rueda de prensa de ayer admitió que en los últimos tiempos ha hablado con Sergio García y Ian Poulter, dos de los ausentes de este año, para pedirles consejo “sobre cómo actuar dentro y fuera del campo”. El castellonense y el inglés han sido la vitamina emocional del equipo de Europa cada vez que han jugado la Ryder “y tomar su papel no es sencillo, pero escucharles me ha dado información muy valiosa”.

Al fin y al cabo, Rahm solo pretende hacer lo mismo que hicieron con él en 2018 cuando se produjo su debut en el evento en Le Golf National, donde llegó con 24 años y como número 8 del mundo. “Aquel año apenas pregunté nada porque soy muy tímido”, ironizó con una sonrisa. El barrikoztarra abrió fuego en el primer partido de foursomes junto a Justin Rose, otro de los pesos pesados del equipo en este siglo. Perdieron en el hoyo 18 ante Brooks Koepka y Tony Finau. Al día siguiente, Rahm volvió a jugar en la modalidad de bola alterna, esta vez con, precisamente, Ian Poulter y cedieron ante Justin Thomas y Jordan Spieth por 3 y 1.

Esas dos derrotas afectaron al jugador vizcaino, que sentía que estaba defraudando a su equipo. Una conversación con Txema Olazabal le hizo entender que aquello era un esfuerzo colectivo y le situó en la mejor disposición mental para uno de los grandes momentos de su carrera. En la jornada de individuales, le tocó jugar contra Tiger Woods en el cuarto partido y al fin, Jon Rahm pudo aportar un punto valioso a Europa al vencer por 2 y 1 a la leyenda, que en teoría era favorito.

El jugador de Barrika celebró el putt que le dio la victoria con mucha rabia y ese duelo y esa primera experiencia le reforzaron en su crecimiento y le anunciaron como un jugador de Ryder Cup para muchos años. Su segunda participación hace dos años en Whistling Straits confirmaron estas impresiones. Al campo del estado de Wisconsin llegó con 26 años y como número 1 del mundo, una condición que refrendó con su juego, aunque a su equipo no le fue nada bien. El capitán Paddy Harrington le alineó en los cinco partidos y Rahm sumó 3,5 puntos. En las dos sesiones de foursomes, compartió pareja con Sergio García y vencieron a Thomas y Spieth y a Koepka y Berger por 3 y 1. En los fourballs del viernes jugó con Tyrrell Hatton y empataron ante De Chambeau y Scheffler. El sábado volvió a jugar con García y se impusieron a Koepka y Spieth por 2 y 1.

Los estadounidenses llegaron al domingo con clara ventaja porque en Europa hubo poca aportación global. Rahm se midió a Scheffler que le derrotó por 4 y 3 en el preludio de que lo que ha sido una gran rivalidad desde entonces. Los europeos se llevaron la mayor paliza de la historia (19 a 9), pese al gran rendimiento del barrikoztarra que ayer martes recordó que cómo llegue cada uno “no tiene valor” ya que lo que importa es “ganar. Yo quiero ganar todos los partidos que dispute, pero si no gano ninguno y conseguimos los catorce y medio me sentiré satisfecho”. En Roma llega la oportunidad de revancha y de mantener la racha de Europa, que no pierde  como anfitriona desde 1993: “Ojalá podamos prolongarla durante muchos años”.