Violeta González (Oviedo, 1982) está acostumbrada a hacer historia. Tocó con la yema de los dedos las páginas de la enciclopedia del boxeo femenino al coronarse como la primera campeona amateur de Euskadi y repitió al dar el salto al profesionalismo. Siempre en vanguardia, la asturiana afincada en Bizkaia dará otro paso más hoy en el frontón Bizkaia de Bilbao, a partir de las 20.00 horas. González compartirá cabeza de cartel con Jon Míguez y su batalla por el Campeonato del Mundo júnior WBC frente al ucraniano Vasyl Kurasov, pero su batalla concitará gran atención al ponerse en juego el primer cinturón Estatal femenino en territorio vasco. Violeta sueña con vestir de oro su cintura y poner otra muesca en su perpetuo camino al cielo. Sería la primera vasca en hacerlo. Antes que nada, tendrá que enfrentarse a la canaria Davinia Pérez (seis victorias y dos derrotas) a la distancia de los ocho asaltos.

Josu Lopategi, entrenador de González, desgrana que “va a llegar como un misil a la pelea, porque tanto en lo físico como en la velocidad está rayando a grandísimo nivel”. Y es que, tal y como certifica el preparador, que actúa también con el equipo de MGZ Promotions en la esquina de Kerman Lejarraga, campeón de Europa wélter, “Violeta es una persona que siempre va muy preparada a todas las citas”. La cuestión es que no ha habido apenas relajo en los siete pleitos vividos por la ovetense en el ensogado de pago. Suma seis victorias -tres antes del límite- y una derrota, por los puntos y frente a Melania Sorroche. “Otros boxeadores llevan una carrera facilita, pero ella siempre ha tenido contrincantes muy duras, huesos. La mayoría eran rivales difíciles. Por ejemplo, frente a Lenka Kardova tuvo que lidiar con una púgil imbatida y de fuera. Aun así, la tiró por K.O. en el tercer round”, afirma Lopategi. El técnico analiza que su pupila es una persona “que da mucha confianza para trabajar”. “Es trabajadora y fría sobre el ring. En los siete u ocho años que llevamos no ha tenido ni un día malo. Nunca falla. Puede perder, pero siempre da lo suyo”, recita Lopategi.

Desde la esquina de González tienen claro que Davinia Pérez vendrá a una “guerra” y a “dejarse el alma y la piel” sobre la lona. En el retrovisor de la palmense hay dos derrotas. Ambas fueron con títulos en juego: perdió en marzo ante Melania Sorroche por el trono de la Unión Europea y en junio ante Eva Naranjo por el WBC Internacional. Ambos dentro del peso gallo. “Se estuvieron soltando palos como cosacas durante diez asaltos en los dos combates. Tenemos en contra que Pérez posee la experiencia de haber intercambiado golpes y de saber qué es eso. En cualquier caso, este título puede que sea su último tren. Es importante para su motivación”, añade Josu, quien remata que “fueron derrotas con castigo”.

Aun así, no existe “miedo” a un pleito “largo”. “Cuando más se alarga el combate, Violeta va entrando más. Está preparada para los ocho asaltos. Eso sí, pueden surgir problemas de concentración”, sostiene Lopategi. El instinto de González en anteriores contiendas es acabar antes del último gong. “La pelea ante Kardova estaba pactada a ocho rounds y la despachó en tres y Paloma Ramos llegó a los cinco aunque la cita estaba colocada en el límite de los seis”, desbroza. “En ocasiones es bueno alargar las peleas y pasar ese mal rato, que te falte oxígeno y que te sientas medio muerto y seas capaz de recuperarte”, analiza el técnico vizcaino. El equipo de González da valor al “sufrimiento” y a conocer “los límites propios”. Es el caso de “Jon Míguez”, señala Lopategi, al que el trabajo “le está haciendo crecer”. La única derrota de la ovetense fue a los puntos ante la institución Sorroche (12-2-1), lo que da una muestra de su dureza. Violeta quiere masticar oro y seguir siendo vanguardista.