Ibon Larrinaga retoma la senda del triunfo
Ibon Larrinaga retoma la senda del triunfo con trabajo en el frontón Bizkaia. Jon Míguez, en un prodigioso derechazo, vence en el primer round
Bilbao - El momento de olvidar llegó el viernes por la noche en el frontón Bizkaia de Bilbao. Ibon Larrinaga se emplazó al negro tapete de la cancha de Miribilla para cerrar la última página de un libro y abrir otro. Era el instante de la amnesia, de regresar a casa, de volver al lugar que abandonó cuando Aritz, El Chulito, Pardal le tiró a la lona en la batalla por la defensa del cinturón del Mediterráneo del peso supergallo. Las circunstancias, y una anemia severa de Ibon, dieron toneladas a los puños del valenciano, que tumbó al vizcaino. Ahí comenzó a escribirse la secuela de Larrinaga: otra historia, otra forma de mirar el ensogado de pago. El viernes era el momento de volver a casa, de volver al triunfo: levantar los brazos, sonrisa en la boca, y lanzar un suspiro al viento, con la mirada a los lucernarios del emplazamiento de Miribilla, sobre el que se puede intuir la noche cerrada.
El boxeador de Romo se ató al trabajo para paladear de nuevo esa sensación. Ante Levani Tsiklauri, Pura Vida pasó un capítulo y encontró otro. Ya subido de peso, dos divisiones por encima de la de su última batalla, el de Eskuinaldea asomó con un boxeo de labor para acabar a los puntos con un adversario escurridizo y correoso. El pegador de Dedoplistskaro poseía, hasta subirse a la lona bilbaina, un récord de ocho victorias, siete por la vía rápida, y únicamente una derrota en una temporada dentro del ensogado de pago. El viernes vivió su segunda noche negra contra un Ibon Larrinaga que le atizó un golpe de poder en el último asalto -estaba pactado a seis, de tres minutos cada uno-. Eso acabó por desnivelar las cartulinas de los jueces. En el quinto, a pesar de la sensación inicial de Larrinaga de verse las caras contra un adversario limpio, Tsiklauri hizo daño a Pura Vida con un golpe en la nuca fuera de la legalidad, cuestión que no acabó por pasar factura al vizcaino. El georgiano, valiente y con dinamita, no pudo romper la férrea batalla planteada por el getxotarra.
Larrinaga siguió a lo suyo después. Hasta que dio con su oportunidad. Una mano de músculo tiró al de Dedoplistskaro y la contienda quedó prácticamente marcada. Ibon se reencontró con el triunfo. Si bien el de Romo no sabe si se mantendrá en el superpluma o en el pluma, el de Eskuinaldea se mostró cómodo en una división por explorar.
Jon Míguez, en un suspiro Jon Míguez fue el coprotagonista del evento Xtreme Fight Festival V. Su carrera camina firme y veloz como una centella. Desde que debutara en julio de 2017, el wélter vizcaino afincado en Castro Urdiales -formado en el club Okinawa- lleva un récord inmaculado de cinco triunfos, en los que ha demostrado ambición, pegada y solidez. Veterano de las lonas de diversas modalidades de los deportes de lucha, Good Boy volvió a levantar el viernes al público del frontón Bizkaia y dejó temblando al georgiano Zaza Amiradze, que pidió la cuenta en el primer acto.
Míguez forzó una pose de cazador. Esperó. Esperó. Esperó. Se miró al espejo para encontrar oportunidades de abrir el melón. Solamente necesitó una. Suficiente. ¡Para qué más! Cuando el de Tiflis se le echó encima, la derecha dinamitera de Jon impactó en su rostro. Los acontecimientos se dispararon: cuerpo al suelo, intervención del árbitro y victoria en un suspiro. Es la quinta y el tercer K.O. seguido. Con 21 años, Míguez aspira a tener una carrera tremendamente ilusionante. Para empezar, podría pelear de nuevo en abril y seguir engordando su experiencia en pos de mayores cotas.