BILBAO- Dice Mikael Mkrtchyan que los récords, y eso que él tiene uno muy bueno (16-1), no sirven para nada: “No son más que números”. Se refiere a Orlando Salido (43-13), que acumula un buen número de derrotas, pero “contra el que hay que sufrir para ganar y ha sido campeón del mundo”. El armenio se juega el cinturón ante Jon Fernández (9-0), la esperanza vizcaina, que ya ha dado el salto a Estados Unidos.
¿Cómo encara la pelea ante Jon Fernández del sábado?
-Lo cierto es que no va a ser un combate nada fácil. Los dos boxeadores tenemos mucho que ganar y mucho que perder. Vamos a ir los dos a tope.
Se juegan un título como es el Campeonato del Mundo Júnior del Consejo, que ya ganaron púgiles de la talla de Danny ‘Swift’ García, Leo ‘Terremoto’ Santacruz, Brian Viloria, ‘La Zorrita’ Soto, Tim Bradley o Saúl ‘Canelo’ Álvarez.
-Esta velada nos puede abrir muchas puertas. Para los dos es una gran oportunidad de que tu nombre destaque y para que la gente te conozca mucho mejor.
Posee un récord de 16 victorias y una sola derrota, unos números que le ponen en el tapete de destacados de su peso, ¿no?
-Eso parece. La única pelea que he perdido fue en Francia por un título Mundial. Fue ante Oktay Takalak en Lyon.
¿Qué aprendió de la cita ante el púgil galo?
-Ese combate me enseñó lo que es un combate de verdad y lo que son doce asaltos de boxeo. Me refiero al ritmo. Me di cuenta de que me encuentro mucho mejor en el ring a partir del sexto round. Y me gusta más pelear a asaltos largos. Acusé los nervios de la cita, me encontré mejor a medida que avanzaba el combate. Le tiré en el doce, pero era tarde.
Para eso hay que estar físicamente muy bien.
-Esa pelea nos mostró que el trabajo que hacemos día a día nos permite llegar a esos rounds.
Perdió contra un invicto.
-Sí. Y fuera de casa. Pero he aprendido a dominar esos nervios. Son determinantes, hay que trabajar en ello y superarse. De las derrotas se aprende. Fíjese, desde que empecé en el profesionalismo nunca pensé en ser un púgil invicto, solo pensaba en pelear. La gente me decía que con el 10-0 o el 11-0 me iba a sentir mal cuando perdiera y no fue así. Para nada. Aproveché para aprender.
¿Qué opina de Jon Fernández?
-Es un buen boxeador y tiene un buen récord. No me intimida. Voy a ganarle y ya está.
Su rival del sábado lleva unas últimas peleas impresionantes, en las que está ganando por K.O. y no conoce la derrota. ¿Impone?
-Jon es muy completo y llegará muy motivado, ya que ganó en Estados Unidos y tiene una buena promotora por detrás. Sin embargo, le falta un poco de experiencia. Y esa experiencia la tengo yo.
Es un boxeador joven, pero lleva ya tres años en el ensogado profesional, ¿cree que ese bagaje puede ser un punto a su favor en una cita de gran presión?
-Digamos que Jon y yo hemos peleado casi contra los mismos contendientes. Jon ha terminado antes del límite y yo, a los puntos. A su favor está que es un boxeador que pega. A mi lado, que soy un púgil que tengo el doble de experiencia que él, porque tengo el doble de peleas que él.
¿Qué le parece que la batalla sea en Bilbao?
-Por ese detalle, el favorito será él al 90%, porque peleamos en su casa, ante su gente y es su promotora la que organiza la pelea, pero eso me motiva aún más.
Bilbao ha crecido mucho como ciudad de boxeo, ¿qué opina?
-Tengo buenos contactos, porque yo ya había trabajado con Celaya, y pienso que es el lugar en el que más ha progresado el boxeo en España, junto con Barcelona.
¿Cómo empezó?
-A mi padre siempre le ha gustado el boxeo. De pequeño me apuntó para que aprendiera a defenderme. A los ocho años no dejaban a los niños hacer boxeo, así que mi padre se apuntó y dijo que no tenía con quién dejarme y que tenía que ir con él. Le caí bien al entrenador, mi padre lo dejó a los dos años y yo continué.
Y es un veneno...
-Es como los tatuajes: te haces uno y te enganchas. Sientes esa adrenalina del combate antes y no sabes qué va a pasar, pero con el primer dong se va todo. Ganes o pierdas, da un gusto tremendo.
¿Soñaba con ser profesional?
-Sí. Mi padre no quería. Mi padre prefería que hiciera más combates amateur. Como mi entrenador y yo queríamos dar el paso, llegué a un acuerdo con él. Si ganaba diez combates seguidos, pasaba. Lo hice. Después, mi padre me dijo que firmara con él antes que con cualquier otra persona, que él iba a mirar mi carrera por encima de su bolsillo.