La crono ha sido un jarro de agua fría a los que queremos un Tour equilibrado y con alternativas. En la quinta etapa, Pogacar, sensacional, ha cogido el liderato y apunta a París, aunque resta mucho Tour. La crono ha aclarado muchas cosas. Suele ocurrir. En cualquier caso, esperábamos un resultado más parejo en la contrarreloj de Caen y, sin embargo, hemos asistido al desplome de Vingegaard, que ha hecho una mala crono. Más allá del tiempo perdido, que en un Tour no es definitivo, son las sensaciones que ha dejado. Su crono, al comienzo, no era del todo mala, sin ser buena, pero a medida que los kilómetros se acumulaban se le ha visto muy mal, con el rictus desencajado. Daba la impresión que no era capaz de respirar del todo bien y se ha atascado. No movía el desarrollo. El danés necesitaba hacer una buena crono y sin embargo ha estado muy lejos de sus capacidades. Pogacar es amarillo de nuevo y tiene muy encarrilado el Tour, aunque aún falte un mundo. Está por encima y mucho me temo que el esloveno se puede ir hasta los cinco o los seis Tours si algo no cambia. Pensábamos que esta edición podría ser más igualada, pero nada indica eso. Evenepoel ha ganado con un actuación espectacular. En su línea. El problema para el belga es que las cronos del Tour no tengan 50 o 60 kilómetros. En distancias así podría tener opciones de estar más arriba en la carrera. Solo queda por ver qué táctica adopta ahora el Visma. Creo que pueden jugar con la baza de Jorgenson, darle más libertad y buscar la sorpresa o exigir al UAE. La crono también nos deja el repunte de Vauquelin. Siempre aparece algún corredor de este tipo, un tanto inesperado, en el Tour. Está incluso por delante de Vingegaard, que deberá reponerse de un palo muy serio, no solo en lo que a tiempo se refiere, sino también en lo anímico. El Tour no perdona y no será sencillo para él. Pogacar domina la carrera como quiere por el momento.
El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk.